POLÉMICA PROPUESTA EN LA CUMBRE DEL CLIMA

El limbo de los refugiados climáticos

Desplazados por inundaciones, en una escena del documental 'Climate refugees'.

Desplazados por inundaciones, en una escena del documental 'Climate refugees'.

MICHELE CATANZARO / BARCELONA

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Ioane Teitiota, el primer solicitante de asilo por los efectos del cambio climático, no ha podido quedarse en Nueva Zelanda como refugiado. En septiembre, fue devuelto a su isla, Kiribati, que apenas supera los dos metros sobre el nivel del mar. El aumento de las inundaciones y las tormentas, unido a la salinización del agua subterránea, le han hecho la vida imposible. Sin embargo, la convención de Ginebra no incluye el cambio climático como causa de asilo. «Se estima que entre el 40 y el 70% de la población de las islas de Kiribati, Tuvalu y Nauru se habrá ido a causa del cambio climático», explica Koko Warner, investigadora de la Universidad de Naciones Unidas.

En la COP21, la cumbre del cambio climático de París, se han sucedido los llamamientos a reconocer el estatus de los refugiados climáticos, ya que, según sus defensores, el calentamiento global está causando guerras y migraciones. Un estudio publicado en la revista 'PNAS' ha vinculado la guerra de Siria con una sequía ocurrida en los años anteriores, que atribuía a su vez al cambio climático. En el 2007, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, relacionó el conflicto de Darfur con otra sequía.

LLAMADAS A LA CAUTELA

Pero diversos expertos llaman a la cautela. Los conceptos de la migración y la guerra climática surgieron en entornos militares. «El primer estudio que plantea el cambio climático como un asunto de seguridad es del 2003 y está encargado por el Pentágono», explica Jan Selby, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Sussex. «La inacción de la Administración Bush respecto al cambio climático empujó a think tanks de Washington a enfatizar su importancia como un problema de seguridad», añade. «Los militares necesitan velar por sus presupuestos en tiempos de austeridad», añade Eckart Woertz, investigador del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB).

Los informes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) apuntan al aumento del nivel del mar y de acontecimientos extremos como las sequías. Los desastres naturales están causando desplazamientos humanos: 184 millones de personas entre los años 2008 y 2014. «Los desplazamientos por causas climáticas podrían aumentar los flujos actuales en hasta dos órdenes de magnitud, pero el rango de estimaciones es muy amplio, no hay consenso», observa Lara Lázaro, del Real Instituto Elcano. «Hay ciencia sólida que apunta a los probables puntos calientes de las migraciones climáticas: las islas del Pacífico, el Cuerno de África, el Sahel, el sureste asiático, especialmente Bangladés, y la América Central y del Sur», apunta Alex Randall, de la UK Climate Change&Migration Coalition. De hecho, el país de Teitiota, la República de Kiribati, ya ha comprado tierra en las islas Fiyi para recolocar a parte de su población.

SIN PRUEBAS CLARAS

Sin embargo, el asilo climático presenta algunos problemas. En primer lugar, es imposible determinar si una sequía o una inundación concreta se debe al cambio climático: solo se puede decir que serán más frecuentes. En segundo lugar, «la mayoría de las personas desplazadas por catástrofes se mueven dentro de su país, por ejemplo del campo a la ciudad», explica Randall.

«No niego que el cambio climático causará fenómenos más extremos y que estos tendrán impactos socio-económicos. Pero no hay pruebas claras de que esté pasando», observa Selby. «La estudios estadísticos son contradictorios», añade Eckart. Estos expertos rechazan la explicación climática de la guerra en Siria. Según esta teoría, la sequía empujó a la población hacia las ciudades, lo que generó el caldo de cultivo de la revolución. Pero ambos expertos apuntan a que los desplazamientos empezaron antes de la sequía, cuando el dictador sirio Asad recortó las ayudas al campo. Además, Egipto y Túnez vivieron revoluciones parecidas, pero sin sequías. «El cambio climático puede producir inestabilidad, pero hay causas más importantes, como la desigualdad, la represión o regímenes injustos y corruptos», comenta Halvard Buhaug, investigador del Instituto de Investigación de la Paz de Oslo (PRIO). Sobrevalorar el efecto del cambio climático subordina las causas político-económicas a las naturales, según Lázaro.

La actual crisis europea de refugiados sería una minucia en comparación con las olas de desplazamientos climáticos del futuro, según algunos opinadores. «La implicación es que Europa se acostumbrará a vivir en una situación semipermanente de crisis y esto promovería políticas de inmigración más bien de derechas», observa Selby. «El miedo a los refugiados climáticos podría fomentar la xenofobia», alerta Lázaro.

POLÍTICAS DE ADAPTACIÓN

Los expertos coinciden en que reducir emisiones es primordial para evitar más catástrofes, más migraciones y más conflictos. Sin embargo, Lázaro y Buhaug destacan que las políticas de desarrollo (educación, transparencia, etcétera) son igual de importantes para reducir esos riesgos.

«También son esenciales las políticas de adaptación al cambio climático: el fondo de estas partidas, que debe acumular 92.000 millones de euros en el 2020, tan solo tiene 8.500», apunta Paula San Pedro, de Oxfam Intermón. «La financiación de la adaptación se ha centrado sobre todo en infraestructuras: diques marítimos, técnicas agrícolas... Quizá habría que empezar a ayudar a la gente a desplazarse, planificar las migraciones», concluye Randall.