Robi, el robot artesanal de Cornellà que educa a niños almerienses con dificultades de aprendizaje

Jaume Romagosa junto a su proyecto, el robot 'Robi'

Jaume Romagosa junto a su proyecto, el robot 'Robi' / Citilab Cornellà

Aitana Glasser

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Con una amistad en Facebook, "como empieza todo hoy en día". Así empezó la relación entre Jaume Romagosa (Barcelona, 1948) y la asociación Apafa para niños con discapacidad intelectual de Almería. La psicóloga del Centro de Atención Infantil Temprana (CAIT), María José Vilchez (Granada, 1970), descubrió a través de esta red social los trabajos manuales que este barcelonés hacía y pensó que podrían ser de utilidad para los niños y niñas de 0 a 6 años a los que da servicio esta rama de la asociación.  

El robot ayuda a los críos a leer y a reconocer las partes del cuerpo humano

Así empezó una colaboración que llevó a Romagosa a recorrerse los casi 700 kilómetros que separan Cornellà de Vélez-Rubio, un municipio de poco más de 6.600 habitantes situado al norte de la provincia. “La sorpresa fue su enorme generosidad; inmediatamente se interesó por nosotras y por el centro y partir de ahí empezamos una colaboración que yo creía que, por la lejanía, sería puntual, pero nos asombró cuando quiso venir a conocernos y desde entonces no ha parado de colaborar con nosotros”, explica la psicóloga.

Fruto de esta colaboración ha nacido Robi, un robot educativo e interactivo dedicado a ayudar a los niños y niñas del centro con limitaciones de aprendizaje y comunicación. Este juguete de madera, al margen de su función lúdica, ayuda a los críos a leer y memorizar las partes del cuerpo humano. A través de un gran mando a distancia, los pequeños pueden pulsar los botones de colores que conectan con las diferentes partes del cuerpo del robot, que se iluminan, se mueven y hacen ruido cuando se accionan. 

Impulso local

Un recurso pedagógico que nació en la cabeza de Jaume y que el 'Club Maker' del Citilab de Cornellà ha ayudado a hacer realidad. Este laboratorio ciudadano, dedicado a proyectos creativos de innovación social y tecnológica, cuenta con un equipo de profesionales que, rápidamente, vieron futuro a los bocetos que Romagosa les presentó. “Intenté hacerlo solo", afirma, "pero luego pensé: no te aclararás”.

Por ese motivo llevó su idea al Citilab, con el cual ya había colaborado años atrás. Este manitas, que dice haber hecho “de todo” a lo largo de su vida, se ha pasado la mitad de ella desarrollando proyectos artesanales, sobre todo juguetes. “Siempre me ha gustado trabajar manualmente, estudié una ingeniería técnica y siempre me ha interesado trabajar con herramientas: mi madre me enseñó a hacer un tren eléctrico y, a partir de ahí, también aprendí algo de electricidad”.

En su currículum hay de todo: diseño textil, gráfico, diseño de objetos…pero nada, asegura, había despertado tanta inquietud en él como su colaboración con Apafa. “Empecé a pensar en la necesidad de hacer objetos que fueran accesibles y útiles para personas con menos capacidades de las que tenemos nosotros, algo que en el mundo del diseño se debería tener en cuenta".

Una herramienta comunicativa y educativa

Jaume asegura que no concibe los objetos con ningún fin específico, sino que la colaboración entre él y el centro almeriense se basa precisamente en un proceso de creación conjunta. Así, el de Cornellà propuso a la psicóloga Vilchez la idea de que pudieran usar este robot con los niños y niñas del CAIT, y tanto ella como la fisioterapeuta Federica Bonvín empezaron a verle posibles aplicaciones para fomentar el talento y la capacidad de los chavales.

Robi ha sido presentado recientemente por su creador a los niños almerienses que lo van a utilizar

En este sentido, sostiene Vílchez, el robot de Romagosa les ayuda a trabajar en el ámbito de la formación sensorial, la atención y la comunicación. Hace solo una semana que Robi y Jaume fueron juntos a Almería para presentárselo a los niños y niñas del centro, y cada vez van descubriéndole más aplicaciones y usos. A través del robot, apunta Vílchez, “se puede trabajar todo”, algo especialmente útil para “niños con muchas y graves dificultades de comunicación y limitaciones de todo tipo”.

“Los niños con los que trabajamos tienen muchos problemas propioceptivos, no son conscientes de su cuerpo realmente, y el robot puede ser una muy buena herramienta en ese sentido”, asegura la psicóloga, pues "trabajamos en el desarrollo motor y a la vez incorporamos una herramienta de comunicación”. 

Tradición y tecnología

Robi es además útil para aquellos niños con dificultades de atención, espera y concentración. “Cuando les mostramos el robot por primera vez, no paraban de apretar todos los botones como si fuera una tablet”, reseña Maria José Vílchez. “Poco a poco, les fuimos explicando para qué servían los botones; que si querían que se encendiera la nariz debían apretar el botón de la nariz, que no podían apretarlos todos a la vez”, relata Jaume.  

“Estos juguetes, que requieren paciencia, nos sirven para enseñarles que deben aprender a esperar”, dice la psicóloga. “El robot se enciende, pero hay que darle su tiempo, es muy arcaico, y es algo que los niños hoy en día no están acostumbrados a hacer”. Precisamente ese era uno de los retos para Jaume: mezclar tradición y modernidad, escapar de los juguetes actuales y que eso llamara la atención de los niños.

“Ahora mismo los niños están creciendo mirando las pantallas y eso me da un poco de pena”, señala Jaume. Por eso, apostó por esta mezcla insiprándose en los juguetes de los años 40 y 50 que nacieron con las películas de ciencia ficción de entonces y que él mismo recuerda de su infancia. 

A partir de los diseños de una revista de juguetes de lata construyó a Robi, con el objetivo de “utilizar la tecnología actual pero aplicándola en un aparato con presencia física”, escapando así de la virtualidad de la actualidad.

‘La sala de Jaume’

Resulta curioso ver de qué manera, tal y como explica María José Vílchez, “de una pequeña semilla ha surgido todo esto”. En una pequeña colaboración que nació hace ya tres años, ambas partes han encontrado una manera de ayudarse mutuamente. A la sala de fisioterapia del CAIT la han apodado ya como ‘la sala de Jaume’: “Está absolutamente personalizada gracias a él y a todos los objetos que está aportando al centro”, apostilla Vílchez.

"Robi es el trabajo más bonito que he hecho hasta ahora"

Jaume Romagosa

— Creador del robot artesanal de Cornellà

Romagosa ha regalado a los niños juguetes que han nacido en su cabeza y han pasado por sus manos y ha obtenido a cambio algo más allá de lo material. Dice que “forma parte de su actividad de voluntariado”, pero que es "el trabajo más bonito que he hecho hasta ahora", pues "es una mezcla de todos los trabajos que he tenido durante toda mi vida". Robi es, pues, un resumen de 70 años de vida y trabajo, unidos a la ilusión por verles una aplicación tan útil. 

"He disfrutado mucho con esto y quiero continuar haciendo proyectos de carácter social que sirvan para facilitar el aprendizaje”, concluye Romagosa. Por eso, su próximo objetivo pasa por unir a diferentes personalidades del sector tecnológico y educativo para crear nuevos proyectos mediante la creación de mesas redondas o talleres.

Una mente creativa incansable que quiere seguir creando 'Robis'; un proyecto que nació fruto de una idea de aquel Jaume de los 50 que jugaba con robots y veía películas de ciencia ficción, que ha materializado y dotado de utilidad décadas después y que ha conseguido hacer llegar, con su aportación personal, a unos niños de la otra punta de la península.

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