Sònia Esteve: “Nunca fui consciente de que estaba rompiendo estigmas”

Desde hace 15 años, Sònia Esteve dirige el centro educativo en el que ha trabajado toda su vida profesional como profesora de educación física. Además, Sònia tiene dos hijos y, tal y como ella misma confiesa, «es a partir del rol de madre que he visto que existen limitaciones».

Sònia Esteve, directora del colegio Sant Jaume de la FEP

Sònia Esteve, directora del colegio Sant Jaume de la FEP

Judit Figueras

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Al finalizar la entrevista de trabajo, el entonces director de la escuela le preguntó a Sònia si conocía a un hombre que pudiera ocupar la plaza de profesor de educación física para la que ella se presentaba como candidata. Casi 30 años después, Sònia Esteve no sólo sigue vistiendo chándal para dar clase durante unas horas a la semana, sino que, además, lo explica sentada en su escritorio, en el despacho de dirección. Sònia Esteve es la directora del colegio Sant Jaume de la FEP, situado en el barrio de La Torrassa, en Hospitalet de Llobregat. «En ese momento, no le di más vueltas a esa pregunta, pero quizás hoy hubiera contestado de otra manera», explica Esteve. 

Según datos del Ministerio de Educación, más del 71,9% del profesorado en centros de educación no universitaria en España son mujeres y la presencia femenina en puestos de dirección de centros escolares es del 65%. Esta última cifra ha aumentado 15 puntos porcentuales en la última década. Y es que tradicionalmente, los puestos de dirección en los centros educativos han sido ocupados por hombres. «Soy la primera mujer en asumir la dirección de esta escuela, pero nunca me lo había planteado hasta que me lo dijeron», confiesa Esteve. La docente y directora de este centro reconoce que siempre ha hecho todo aquello que ha querido, «al menos eso he pensado hasta ahora, pero, quizás, no ha sido así». 

Desde el rol de madre

«El problema de nuestra generación es que no hemos sabido ver el problema», sentencia Esteve. «Yo he tomado consciencia de estas limitaciones a partir de mi rol como madre, es decir, cuando he tenido que tomar decisiones sobre mis hijos ha sido cuando realmente he visto que existen muchas fronteras y limitaciones que parecen invisibles pero que, en realidad, están presentes», añade la mujer. Sònia Esteve es madre de dos hijos, un chico y una chica: «siempre he sido muy patológica con este tema, si uno hacía ballet el otro también, si a uno le regalábamos una pelota, pues al otro también, y así con todo».

Uno de los aspectos que resalta Esteve es la importancia de los patrones que seguimos desde pequeños: «en mi casa, yo soy directora y mi marido no, yo tengo el carné de conducir y mi marido no. Imagina si son importantes los modelos que estás viendo que cuando mi hijo era pequeño un día me confesó que él quería tener el pelo largo para poder conducir». Por otro lado, Esteve reconoce que a medida que han crecido sus hijos se ha ido dando cuenta de ideas que había planteado de manera incorrecta: «mientras debatíamos sobre un caso mediático de una agresión sexual a una mujer, mi hija me miró y me dijo: supongo que ahora ya no me dirás más a mí que vaya con cuidado, sino que se lo dirás a mi hermano». 

«mientras debatíamos sobre un caso mediático de una agresión sexual a una mujer, mi hija me miró y me dijo: supongo que ahora ya no me dirás más a mí que vaya con cuidado, sino que se lo dirás a mi hermano».

— Sònia Esteve

La mujer admite que ve chispas de esperanza en las nuevas generaciones: «yo nunca me vi con la necesidad de reclamar nada y ahora veo que la necesidad estaba. Las nuevas generaciones tienen una cosa en su favor, ya han tomado consciencia y están dispuestas a reclamar».

Desde el rol de docente

Sònia Esteve estudió Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, una carrera en la que la presencia masculina siempre ha predominado: «socialmente el deporte se ha vinculado más al género masculino. En mi promoción, por cada chica, había tres chicos». Además, la docente confiesa que en ese momento «no era consciente de que estaba rompiendo barreras o estigmas, porque no era consciente de que existía una situación de discriminación y roles impuesto socialmente». 

«si no haces una discriminación positiva hacia los roles que hay asignados socialmente, éstos corren el riesgo de perpetuarse».

— Sònia Esteve

Debido a su responsabilidad como directora y a las medidas impuestas por el coronavirus, Esteve ejerce de profesora de educación física un par de horas a la semana. Sin embargo, «cuando una chica es buena en algún deporte, hago que se vea, que ese ejemplo sea evidente», confiesa la profesora. Ahora, Esteve admite que «si no haces una discriminación positiva hacia los roles que hay asignados socialmente, éstos corren el riesgo de perpetuarse». 

Desde el rol de directora

«Cuando me propusieron asumir la dirección del centro pensé que, en ese momento, mis hijos eran muy pequeños. Es algo que quizás mi marido no se hubiera planteado», señala la mujer. Hace 15 años, Sònia Esteve aceptó ser la directora del colegio en el que había trabajado toda su vida profesional: «mi encargo es sacar adelante una propuesta educativa, pese las circunstancias que pueda haber en el entorno. Tirar adelante un proyecto enriquecido y, a la vez, complejo en un barrio que ha sido siempre hijo de inmigrantes, de gente trabajadora». 

La directora del centro confiesa que ella ha heredado la manera de trabajar de la escuela: «no te queda otra opción que implicarte, al final somos personas». Y es que, más allá de cumplir con su función pedagógica, Esteve dirige un centro en el que «a veces, te toca vivir situaciones duras». Tal y como reconoce la directora, «en mi agenda personal tengo anotados los días en los que tienen que ir al psicólogo algunos alumnos; incluso he llegado a dar mi número de teléfono a un alumno que sufría situaciones de vulnerabilidad en casa para que me llamara en caso de emergencia. Hay momentos en los que no le das más vueltas a las cosas. No entendería otra manera de trabajar.»