EMPRENDIMIENTO

Mascarillas solidarias: una historia de superación

Gracias al apoyo del programa Autoempleo Incorpora, María Jose García Yánez ideó su propia marca de ropa y, tras la crisis sanitaria, ha emprendido la fabricación y distribución de mascarillas reutilizables a personas con pocos recursos

La marca de ropa Cozeekilla distribuye mascarillas reutilizables al Banco Obrero de Alimentos de Santander

La marca de ropa Cozeekilla distribuye mascarillas reutilizables al Banco Obrero de Alimentos de Santander

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La interrupción de la actividad como consecuencia del confinamiento ha parado muchos proyectos pero también nos ha obligado a bucear en nuestros propios recursos buscando alternativas y nuevos caminos que emprender. Otra gran lección que sacar de esta situación es que las soluciones deben ser colectivas y que ayudar a los demás es la mejor manera de ayudarse a uno mismo. Es el caso de la emprendedora María José García Yánez, que ideó su propia marca de ropa Cozeekilla hace ya dos años gracias al apoyo del programa Autoempleo Incorpora. Hoy, sortea la crisis con la fabricación de mascarillas reutilizables, que distribuye, sobre todo, entre las personas que están en situación de vulnerabilidad. 

María José García Yánez es una de esas emprendedoras que se llevan el mundo por delante. Con tan solo 24 años, ya lidera un pequeño equipo dedicado en cuerpo y alma a una marca de ropa, Cozeekilla, de estilo inconfundiblemente urbano en el que el hiphop ejerce una influencia tanto estética como ética: “El hiphop de los 90 y la cultura de la calle han tenido mucha influencia en mí. Los valores de la calle son la lealtad y la familia y, por eso, considero que Cozeekilla es como una gran familia”.

Esta idea de comunidad se traslada también a los clientes, a los que María José considera como “miembros de la familia” y a quienes hay que tratar como tales. “Le damos mucha importancia a la personalización de cada prenda: añadimos los nombres o los motivos que nuestros clientes nos piden, especialmente cuando se trata de artistas, como Rauw Alejandro o Sami Duque”.

La crisis como oportunidad

La emprendedora no estuvo sola en el proceso de creación de su empresa. La asociación Cantabria Acoge, a través del Punto Autoempleo Incorpora, la ayudó a bajar a la tierra su proyecto, a perfilarlo y convertirlo en una realidad. Así, sin prisa pero sin pausa, la línea Cozeekilla fue tomando forma y empezó a ganar solidez a finales del año pasado. Pero de pronto llegó la pandemia y el consiguiente confinamiento, provocando una interrupción tan inesperada como inoportuna: “Me pilló en pleno viaje y todo se paró de golpe”. 

Sin embargo, supo reaccionar de forma positiva. “El confinamiento te hace pensar un montón, las crisis te dan una oportunidad para reinventarte y salir adelante. Tuve muchas ideas pero al final decidí centrarme en hacer mascarillas de calidad que tuvieran diferentes tallas para que se adaptaran a hombres y mujeres”. Así, aprovechó la etapa de clausura para investigar qué tipo de telas estaban homologadas y resultaban más adecuadas; las encontró, eligió las mejores y más resistentes (las que se pueden lavar hasta 110 veces) y se puso manos a la obra en la confección de decenas de ellas. Además, han sido creadas con el máximo mimo y cuentan con un diseño ergonómico para que estas prendas, que tanto vamos a utilizar de ahora en adelante, resulten cómodas para todo el mundo.

Donar una parte de la producción

Sin embargo, viendo el gran sufrimiento que estaba generando la pandemia, María José decidió comprometerse con los que más lo necesitan y donar una buena parte de su producción de mascarillas. Contactó con el Banco Obrero de Alimentos de Santander, donde recientemente ha distribuido 40. “Cuando aparecí con ellas se pusieron muy contentos, les gustaron muchísimo y me han pedido más. Pensé en todas esas personas que no tienen apenas nada y en que podía ayudarlas para que, por lo menos, tuvieran mascarillas para cubrirse”, dice con una sonrisa. 

Debido al gran éxito de acogida, ahora su objetivo es donar el 60 % de su producción. Y con el 40 % restante, quiere relanzar su línea de ropa. “Siento que vuelvo a empezar de nuevo”, dice ilusionada. 

Tras todos los mensajes de apoyo recibidos para seguir adelante, la creadora tiene claro que nunca hay que bajar los brazos. “Para los jóvenes emprendedores, la Fundación la Caixa es quien ofrece más oportunidades y yo animo a la gente a informarse y salir adelante con sus planes”. Y si, además, conseguimos que nuestros proyectos favorezcan el bienestar general en momentos tan delicados, estaremos contribuyendo a que se establezcan vías auténticamente solidarias para salir adelante.