MOVILIDAD
Alternativa a un vía crucis al volante
Utilizar el tren resulta más rápido, eficiente, cómodo y seguro que el coche para ir a trabajar al centro de Barcelona
María se ha despertado, como cada día, a las 7.15 de la mañana. Ha mirado su teléfono y ha consultado el navegador. Desde su casa de Barberà del Vallès hasta su puesto de trabajo en el centro de Barcelona, la aplicación le marca un trayecto que supera la hora en coche. Cuando fue contratada por su nueva empresa, el pasado septiembre, decidió que iría siempre en tren, pero sigue mirando su móvil por si algún día hay suerte y, tanto la C-58, como las rondas, no van colapsadas. Aún no ha ocurrido.
TIEMPO
Como vive a cinco minutos de la estación, puede permitirse salir a las 8.10 de casa. A las 8.22 estará en el R4 de Rodalies y a las 8.50 en la estación de Plaça Catalunya, llegando puntual a trabajar, en un trayecto de 28 minutos. La frecuencia de trenes de Renfe a hora punta es de una media de 10 minutos, por lo que si un día se despistase y tuviese que coger el siguiente, también llegaría a tiempo al trabajo. “Si fuese en coche, tendría que salir antes de las 8.00. Como voy en tren, puedo despertarme a una hora decente, desayunar y ducharme con tranquilidad”, explica María, mientras espera la llegada del convoy que la llevará a trabajar. Se trata de un ahorro de tiempo enorme, teniendo en cuenta que en Barcelona, según datos del año 2016, los ciudadanos pasaron una media de 33,8 horas en colas. Mientras que otro estudio de la petrolera Castrol, calcula que los españoles pierden 72 días de vida en atascos.
Cuando el tren llega, saluda a los vecinos con los que coincide a diario y sigue su propio ritual: se sube en el último vagón y se va al final de todo, dejando asientos libres para las personas que lo necesiten. Después se pone música –en esta ocasión, ha escogido el último álbum de Rozalén–, y saca el libro que se está leyendo, –actualmente, La Uruguaya de Pedro Mairal–. “Al tener más de media hora cada día para leer, me estoy leyendo un libro de media a la semana”, cuenta Maria, quien reconoce que se tiene que poner la alarma para no pasarse de parada.
ECONOMÍA
Para muchos jóvenes, el ahorro económico en gasolina y aparcamiento, tiene gran influencia en la decisión de dejar el coche. El bonotren de 10 viajes de 2 zonas de Rodalies de Barcelona tiene un coste de 14,70 €. Lo que significa 1,47 € cada trayecto. Además, a partir del 1 de enero, Barberà del Vallès, igual que otros 18 municipios del Área Metropolitana de Barcelona, pasará a ser de 1 zona. El bonotren de 10 viajes costará 9,70 €, o lo que es lo mismo, 97 céntimos el trayecto.
“Una plaza de parking en Barcelona cuesta 100 € al mes, y en gasolina, el trayecto puede costarte unos 3 €, sin tener en cuenta el coste adicional por el tráfico”, detalla María, consciente de que hay más ventajas además de la económica. Por ejemplo, en materia de comodidad y seguridad: “No es lo mismo tener la responsabilidad de tu propio coche, que entregársela a un profesional cualificado como son los conductores de Renfe. La tensión, nervios y estrés que se generan en un atasco, aquí los paso leyendo y escuchando música tranquilamente”. El tren llega puntual y María baja sin apuros. En 5 minutos estará en su puesto de trabajo.
MEDIOAMBIENTE
Son las 18.01 y María corre a la estación de Plaça Catalunya. En dos minutos pasa su tren. No tiene prisa por llegar a casa, pero si coge ese tren coincidirá en la siguiente parada, en Arc de Triomf, con su amigo Jorge. “Valoro poder compartir un rato con amigos que también trabajan en Barcelona. A veces eres consciente y otras es casual”, explica María, que confirma a su amigo por Whatsapp que ha conseguido llegar. En la siguiente parada, Jorge se sube en el último vagón y se sientan juntos. Se ponen al día. Jorge antes iba en autobús: “Me cambié al tren, porque valoro la comodidad de ir directo sin tener que hacer transbordo. También te aseguras que no va a haber tráfico”.
Hoy la conversación se centra en el transporte. Ambos valoran la comodidad de Rodalies, y comparten una misma preocupación medioambiental. “El coche y el autobús necesitan gasolina, por lo que sus emisiones son más altas que en el tren”, dice María. De hecho, un coche contamina 176 gramos de CO2 cada kilómetro, contra los 56 gramos de CO2 por kilómetro que emite el tren. Un dato que hace reflexionar a Jorge, antes de bajarse en Barberà del Vallès, a las 18.31: “Ojalá las ciudades hagan aparcamientos en las afueras y por el interior solo se pueda circular en transporte público. Ojalá se invierta más en servicios como Rodalies”.
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