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Forjados en la derrota

El campo municipal de Vallbona, en Nou Barris

El campo municipal de Vallbona, en Nou Barris

Christian Martínez Romeo

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Cuando Vince Lombardi aseguró con una rotundidad asombrosa que “ganar no es lo más importante, es lo único” obvio por descuido o desconocimiento que en cada campeonato de cualquier deporte existe un equipo que cierra la clasificación. Un conjunto conocido como el colista. El que acaba último, vaya. Concretamente, en un mundo como en el fútbol donde cada siete días se hace la distinción entre vencedores y vencidos, soslayar o rehuir que la derrota forma parte del juego supone meterse un gol en propia.

Soñando con ser futbolistas profesionales, los juveniles del Racing Vallbona CF, conjunto de un barrio humilde del distrito barcelonés de Nou Barris, vivieron la pasada temporada la otra cara del deporte. La amarga. La más desconocida. La que no figura en las fantasías de cualquier deportista. La que Lombardi rehuyó en su célebre frase.

Compitiendo en la última categoría del fútbol juvenil, el grupo 12 de Segunda División, los chicos de 16, 17 y 18 años de este club barcelonés dieron durante casi diez meses una lección de superación. Ocupando la última posición desde la primera jornada del campeonato, donde cayeron por 10-2, hasta la última, el conjunto de Sergio Martínez nunca amagó con la retirada a pesar de acumular 29 derrotas en 30 encuentros. Desdicha tras desdicha, y con un solo triunfo en su haber, el Racing Vallbona finalizó la competición con el respeto de sus rivales por ser aquel equipo que nunca se dio por vencido.

Goleada tras goleada

Encajando 189 goles en contra, un promedio de más de seis tantos recibidos por partido, y anotando tan solo 31, los barceloneses hicieron frente a derrotas tan duras como un 14-0, un 13-0, un 9-1 o diversos 0-7 con buena dosis de carácter y resiliencia, aquella que no les permitió rendirse antes de tiempo. “Era un grupo con mucho ego, poca disciplina y escasas ganas de sufrir. Perder partidos les afectó. En su día a día, no estaban acostumbrados a ser menos que nadie. El primer paso fue tolerar y entender el motivo de las derrotas”, apunta Sergio Martínez, responsable del equipo desde diciembre.

En una competición iniciada en noviembre y finalizada en junio, el hecho de haber ganado un solo partido –ante el penúltimo– no impidió que el equipo entrenara semana tras semana. Retirarse no fue una opción. Aunque lo más sencillo hubiera sido hacerlo, teniendo en cuenta que estando en la última categoría no existe posibilidad de descenso, la entidad catalana siguió con su formación más allá de los resultados.

“Era un equipo corto de efectivos. Con 13-14 jugadores, trabajar en el entreno situaciones reales de partido era complejo. Les hice entender que ganar era una inversión. Nada es gratis. Si no se entrenaba bien era imposible vencer. Queríamos ser capaces de acabar la temporada y evitar así una multa para el club. Lo logramos y hago un balance muy positivo de la experiencia”, rememora Martínez.

El técnico, acostumbrado a lidiar en otro entorno competitivo, muestra la parte positiva de la experiencia. “De todo se aprende. Conocí herramientas para mejorar equipos que viven un mal momento. A la hora de comunicar, asimilas cómo decir las cosas y cuándo hacerlo. Siendo el club de Barcelona con peores categorías, debo decir que es donde mejor te tratan y más aprendes”.

Un contexto distinto

Intentando descifrar mejor la realidad de un equipo sumido en la derrota, el contexto social en el que se encontraban los jóvenes del Racing Vallbona fue lo más significativo que encontró Martínez a su llegada. “En este club haces una labor social hacia unas personas que deben entender que están mejor entrenando que haciendo otras cosas menos deseables. Inculcarles una cultura del esfuerzo. Con el paso del tiempo, derrota tras derrota, dejaron atrás su ego, para hacer un buen grupo y convertirse en colegas unidos en las dificultades”.

Analizando desde fuera la situación, tres futbolistas que se enfrentaron como rivales al Vallbona coinciden en valorar a los barceloneses como “un grupo que no ponía las cosas nada sencillas”, “muy peleón” y que “solía aguantar bien hasta los instantes finales”.

Últimos, el equipo menos goleador y el más goleado, son datos verídicos e incontestables que, no obstante, distan mucho a la hora de exteriorizar la realidad de un equipo de futbolistas que vencieron el partido más importante. El que se jugó lejos del terreno de juego. El que les convirtió en un ejemplo de resiliencia.

La historia de un triunfo

<span style="font-size: 1.6rem;">En una matinal cualquiera de febrero, fría como es habitual durante el segundo mes del año, el juvenil del Racing Vallbona afrontó un encuentro que desde los días previos se vivió de forma distinta en el vestuario de los de Sergio Martínez. La visita del penúltimo clasificado, el Young Talent de Badalona, junto a la mejora en el juego del equipo barcelonés, hizo creer que era posible sumar los primeros puntos de la temporada. Aquel 17 de febrero del 2018 fue el día. El gran día.</span>