DIVERSIDAD CULTURAL

Empezar de nuevo

El pequeño Diego, en el piso de acogida de la Asociación Columbares

El pequeño Diego, en el piso de acogida de la Asociación Columbares / periodico

ALMA, LA RED SOCIAL SOCIAL

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Alma es una nueva manera de hablar de lo social. Con actitud y optimismo. Desde la diversidad. Y a partir de las historias de la Obra Social La Caixa

Tomar la decisión de dejar el propio país para comenzar una vida nueva en un lugar completamente diferente no es nada fácil. Por eso es tan importante que, al llegar allí donde hayamos decidido empezar de nuevo, exista alguien dispuesto a echarnos una mano. Esa es precisamente la labor que llevan a cabo desde la Asociación Columbares, una entidad sin ánimo de lucro que desarrolla en Beniaján (Murcia) un proyecto de acogida temporal a familias en situación de vulnerabilidad social que es pionero en la región.

Acceso a una vivienda digna

Rosaidee, Iván y el pequeño Diego llegaron desde Valencia, la capital industrial de Venezuela, a Beniaján, una pequeña localidad murciana, hace apenas tres meses. Durante este tiempo se han alojado en una casa que les ha proporcionado la Asociación Columbares, con el apoyo del Programa de Ayuda a Proyectos de Iniciativas Sociales de la Obra Social ”la Caixa” y su convocatoria de Viviendas para la Inclusión Social, que tiene como objetivo dar acceso a una vivienda dignade forma temporal a personas con una discapacidad, enfermas o en proceso de inserción social.

Rosaidee y su familia decidieron salir de Venezuela ante la complicada situación que se está viviendo en el país, con el fin de poder encontrar trabajo en España, donde hacía un año ya había emigrado la hermana de Rosaidee, y así poder ayudar al resto de la familia que continúa viviendo al otro lado del charco.

Iván es ingeniero electrónico, mientras que Rosaidee es técnica superior en comercio exterior. Sin embargo, según ellos, en Venezuela de poco les servían sus títulos. La profesión de Rosaidee estaba relacionada con las aduanas y, como ella no pertenecía al grupo político en el gobierno, no le era posible ejercerla. Así que trabajaba como vendedora, como asistente o de lo que hiciera falta. “Allí cuando uno se gradúa, el sueño de trabajar en lo que uno ha estudiado se desvanece y toca luchar con la realidad”, explica Iván.

Para esta familia, la vida ha dado un giro de 180 grados. “Toda la ayuda que hemos recibido es algo que ni siquiera esperábamos”, comenta aún sorprendido Iván. “Aquí al menos tenemos un techo y comida, algo que en nuestro país se estaba volviendo muy complicado”, añade Rosaidee.

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