ciutat vella

Cannabis modernista

Ilustrado 8Una de las salas del Museo del Cáñamo o Hemp Museum.

Ilustrado 8Una de las salas del Museo del Cáñamo o Hemp Museum.

MARTA ALCÁZAR
BARCELONA

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Historia del cannabis. El Hemp Museum de Barcelona (hemp es cáñamo en inglés) aglutina una colección de 6.500 piezas, mezcla de antiguas reliquias y creaciones modernas, como unas Nike hechas con este material. «Queremos enseñar los usos de esta planta y combatir prejuicios», explica Ferenz Jacobs, un responsable del museo.

Como en cualquier equipamiento cultural, en este museo no se fuma, aunque más de uno lo pregunta. «Quisieron incluirnos en una ruta turística del porro pero vieron que no somos lo esperado», dice Jacobs. Los visitantes se encuentran con la mayor galería del mundo dedicada al cannabis. Mide 500 metros cuadrados frente a los 100 de su hermano de Ámsterdam.

Harenes en la capilla

El Museo del Cáñamo (Ample, 35, y 7,50 euros la entrada) llama la atención por la tribuna de hierro forjado que sobresale de su fachada. Es el Palau Mornau, palacete del siglo XVI y decoración modernista posterior de Joan Raspall. Ben Dronkers, magnate holandés con varias plantaciones e industrias del cáñamo, compró el edificio en ruinas para convertirlo en el Hemp Museum en el 2012. Una recuperación que complace a los vecinos del barrio consultados.

Una escalinata con claraboya de vidrio da la bienvenida al público. En el interior, capiteles vegetales alternan con grabados de la planta verde. La antigua capilla de la casa, reconvertida ahora en un patio árabe del que cuelgan cuadros de fumadores en harenes, es uno de los espacio insólitos del museo.

Centros cívicos, asociaciones culturales y turistas forman la mayor parte del público. «Entran pocos fumatas -explica Jacobs- y sorprende el conocimiento de los más mayores». La planta de cannabis macho (la que no coloca) fue una materia prima común en el pasado. Telas, cordeles o aceites de fibra de cáñamo son un ejemplo. En cuanto al cannabis hembra, la galería exhibe pinturas de los primeros coffee-shops de Holanda en el siglo XVII y una colección de pipas de África y Asia. También se puede ver el amor que artistas como Baudelaire, Shakespeare y Delacroix le profesaban.

«Explica aspectos históricos de la marihuana que no conocía. Merece la pena porque es un museo diferente a lo que estamos acostumbrados», indica Laureano Debat, que ha visitado el museo para hablar de él en su blog Barcelona inconclusa.

A la salida, el visitante descubrirá que las velas de las carabelas de Colón eran de cáñamo. También verá una reproducción de Jesucristo junto a una hoja de marihuana: según la Biblia ungía a los enfermos con aceite de este elixir.