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Luc Montagnier: el co-descubridor del VIH que perdió el norte | Obituario

Dirigió el laboratorio en el cual Françoise Barré-Sinoussi y otros investigadores aislaron por primera vez el VIH. Compartió con ella el premio Nobel en 2008, cuando ya había emprendido un camino que le llevaría a formular las teorías más estrambóticas

Luc Montagnier

Luc Montagnier / EPC

Michele Catanzaro

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El virólogo Luc Montagnier murió el pasado 8 de febrero a los 89 años en el hospital de Neuilly-sur-Seine (Francia). En 1983, su equipo descubrió el VIH, virus causante del sida. Por ello, compartió el premio Nobel de medicina con su colaboradora Françoise Barré-Sinoussi en 2008. 

Por aquel entonces, Montagnier ya había formulado hipótesis que dejaban perplejos a otros investigadores. Su prestigió acabó de venirse abajo en los años sucesivos, cuando formuló teorías cada vez más alocadas: desde pruebas infundadas de la homeopatía, hasta curar el autismo con antibióticos. Durante la pandemia dio por cierta la fabricación humana del SARS-Cov-2 y negó la eficacia de las vacunas. 

Nació en 1932 en Chabris (Francia) y fundó en 1972 la unidad de oncología viral del Instituto Pasteur. Fue en ese instituto donde se aisló por primera vez el virus del VIH en muestras de pacientes con un nuevo síndrome que se había diagnosticado por primera vez en 1981: el sida. Montagnier dirigía el equipo que publicó el descubrimiento en 1983, integrado también por Françoise Barré-Sinoussi, Jean-Claude Chermann y otros investigadores. 

La dísputa con Gallo

El mérito del hallazgo fue reclamado durante algunos años por un equipo estadounidense liderado por Robert Gallo, que había trabajado en el mismo tema al mismo tiempo. Sin embargo, una investigación encargada por el Instituto Nacional de la Salud (NIH) de EEUU confirmó la primicia de Montagnier y certificó que los virus con los cuales había trabajado Gallo venían en realidad de muestras del laboratorio francés.  

Por esto, hoy nadie cuestiona que él y no Gallo mereciera el Nobel de Medicina de 2008 por ese descubrimiento. “Montagnier fue muy importante en las fases iniciales de la investigación sobre el VIH porque se encontró en el sitio justo en el momento justo. Cuando explotó la controversia con Gallo se portó con rectitud y dignidad”, observa Carlos Tabernero, historiador de la ciencia en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) que trabajaba como investigador biomédico en VIH durante esos años.

El Premio Nobel

También se considera justificado que compartiera el premio Nobel con Sinoussi. En esta como en otras ocasiones, se aplicó una regla no escrita, que consiste en galardonar al primero y al último firmante de la publicación académica en la cual se anuncia el descubrimiento. Estos suelen ser, respectivamente, el responsable material del trabajo y el jefe del equipo.

“Probablemente ella fue la artífice del trabajo, pero él creó el laboratorio, fichó al equipo y dirigió la investigación. No se puede pretender que se encargara también de hacer las PCR. No es un caso en el cual el investigador senior haya ocultado el junior”, observa Santiago Moreno, jefe de servicio de enfermedades infecciosas del Hospital Ramon y Cajal de Madrid. “Estructuró un equipo de alta capacidad. Dinamizar la investigación tiene un mérito y hay que reconocerlo”, coincide Bonaventura Clotet, director del Institut de Recerca de la Sida (IrsiCaixa).

De la perplejidad al esperpento

En 1997 Montagnier tomó la dirección del Centro de Biología Molecular y Celular de la City University de Nueva York. Por aquel entonces, ya había generado perplejidad en la comunidad científica con sus intervenciones en algunos congresos.

“Se le invitaba a dar sesiones plenarias por sus méritos, y allí exponía observaciones que no eran muy correctas”, recuerda Clotet. Por ejemplo, sostuvo que para que el VIH causara el SIDA era necesaria la concurrencia de una bacteria, el micoplasma. Eso se basaba en que siempre encontraba micoplasma en las muestras de los pacientes con SIDA. Sin embargo, este microbio es un contaminante habitual de los cultivos, que no tiene que ver con la enfermedad.

Poco después de recibir el Nobel, Montagnier emprendió una carrera de declaraciones cada vez más desnortadas. Primero, se apuntó a la teoría de que el agua tiene una forma de memoria. Esa hipótesis encaja con los supuestos de la homeopatía, una terapia sin pruebas científicas que usa la dilución extrema de sustancias en agua. El virólogo también planificó un tratamiento del autismo por medio de antibióticos.

En 2012, un reportero de la revista Science escribió expresamente que Montagnier había perdido el entendimiento. Durante la pandemia, Montaigner dio por cierto que el SARS-Cov-2 se había fabricado y afirmó sin fundamento que las vacunas son las causas de las variantes del covid