Conquista del espacio

China busca oxígeno en la Luna para su base permanente

Un grupo de investigadores rescata la cápsula lunar Chang'e-5 tras su regreso a la Tierra en Mongolia, el pasado diciembre.

Un grupo de investigadores rescata la cápsula lunar Chang'e-5 tras su regreso a la Tierra en Mongolia, el pasado diciembre. / China Daily

Adrián Foncillas

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China quiere arrancarle oxígeno al secarral lunar para su planeada base permanente. La pregunta es ineludible desde que el hombre soñó con asentarse ahí, desde las distopías más delirantes de la ciencia ficción a los proyectos tangibles ya en marcha: ¿Cómo vivir en un ecosistema tan hostil? China y Estados Unidos buscan la respuesta en una carrera por conquistar el satélite con aroma de guerra fría. 

Los experimentos chinos ya han mostrado “algunos progresos”, reveló la investigadora Guo Linli esta semana en una conferencia en Shenzhen, la megalópolis del sur del país. Aclaró Guo que podía extraerse oxígeno de la superficie lunar, rica en óxido ferroso y de titanio, si se calentaba hasta los 2.500 grados para que la ruptura de iones liberara oxígeno gaseoso. La vía cuenta con luces y sombras. Es altamente efectiva, ya que puede producir 30 kilos de oxígeno por cada 100 kilos de suelo lunar, y liberaría además otras sustancias valiosas como silicio muy puro o metales como el hierro o el titanio. La alta temperatura exigida, en cambio, provoca comprensibles dudas sobre seguridad.  

Con paneles solares

La operación contempla un artefacto alimentado con paneles solares que serán desplegados tras el alunizaje. Sus brazos recogerán y filtrarán el regolito (conjunto de polvo, arena, fragmentos de roca y otros materiales no consolidados que cubren la superficie lunar) y será depositado en un reactor para extraer oxígeno y otros materiales. Es necesario conseguir el primero “lo antes posible” para sustentar la base lunar, afirmó Guo, según el diario hongkonés 'South China Morning Post'. La jerga espacial conoce el proceso como la “utilización de recursos in situ” o ISRU, por sus siglas inglesas, y se entiende prioritario para reducir el incordio de los suministros desde la Tierra, tan caros como complejos. 

El asunto también desvela a Estados Unidos, que confiaba en los envíos periódicos y ahora invierte en construir un ecosistema autosuficiente. Confía en Australia, una potencia en minería y robótica. Su agencia espacial aportará un 'rover' con presunta capacidad para identificar, transportar y descargar el regolito en un sistema de reciclaje de recursos operado por la NASA. El robot llegaría a la Luna en 2026.  

La Estación Internacional de Investigación Lunar (ILRS, por su siglas inglesas) es uno de los proyectos más audaces de la carrera espacial china, que luce el brío del que llega tarde. Mao lamentó que China no podía mandar ni una patata a la Luna cuando Armstrong se posó en ella y las misiones se suceden en los últimos años. Llevó un 'rover' a su cara oculta en 2019 y en diciembre trajo a la Tierra varias muestras.   

Catorce misiones hasta 2026

El plan necesitará de 14 misiones repartidas en tres fases. En la primera escrutarán profundos cráteres en busca de agua helada en busca del lugar idóneo. En 2025 empezará la construcción con envíos de material desde la Tierra y estará lista para acoger largas visitas en 2036. Sus variados objetivos incluyen la exploración lunar, la verificación tecnológica, la explotación de recursos o la observación espacial.  

La ILRS es un proyecto compartido entre China y Rusia aunque la primera pagará el grueso de la factura. La geopolítica ha desempolvado una colaboración espacial que, si descontamos los diseños de la cápsula 'Soyuz' y otros que ayudaron a la gestación del programa chino en los 90, ha dejado escaso provecho y ningún capítulo glorioso. El acuerdo firmado a finales de los 60 con el que la Unión Soviética compartiría su tecnología quedó aguado con las primeras fricciones entre las dos potencias comunistas y la misión conjunta para explorar Marte quedó arruinada en 2011 por el estallido del cohete ruso que portaba la nave china en 2011. 

La conquista de la Luna calca las tensiones de la Tierra. En una esquina, la ILRS; en la otra, el proyecto Artemis apadrinado por Estados Unidos. Los dos abren la puerta a otros países en busca de coaliciones que anuncian un telón de acero en el espacio. China y Rusia han rechazado cortésmente los acuerdos propuestos por el proyecto estadounidense para ordenar el previsible trajín en la Luna con “zonas de seguridad” para extraer recursos. Hay espacio de sobras pero es previsible que acaben apretados en el Polo Sur, la única zona donde se ha descubierto agua helada, y lo más parecido a un hogar que ofrece la Luna.  

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