Investigación sin recursos

Las vacunas 'made in Spain' avanzan al ralentí por la falta de financiación

Los prototipos españoles de vacuna contra el covid-19 muestran resultados más que esperanzadores en los laboratorios, pero su futuro depende de una inversión que no llega

Una investigadora trabaja en el desarrollo de una vacuna contra el covid-19 en el laboratorio del Instituto Químico de Sarrià.

Una investigadora trabaja en el desarrollo de una vacuna contra el covid-19 en el laboratorio del Instituto Químico de Sarrià. / Jordi Cotrina

Valentina Raffio

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La carrera por la vacuna todavía no ha acabado. Mientras una decena de vacunas contra el covid-19 ya se reparten por el globo, en los laboratorios de todo el mundo se sigue estudiando la viabilidad de cientos de prototipos más. En España, sin ir más lejos, se están investigando una docena de fórmulas diferentes que, si todo va bien, podrían convertirse en la segunda, tercera y cuarta generación de vacunas contra el coronavirus. ¿Pero qué camino han tomado estas investigaciones? ¿Qué les depara el futuro? Y sobre todo, ¿cuándo tendremos una vacuna 'made in Spain'?

Antes de despejar esta incógnita vale la pena hacer un pequeño inciso. Aunque las actuales vacunas han sido un éxito, la comunidad científica defiende a capa y espada la necesidad de seguir investigando en soluciones alternativas. Para hacer frente a las variantes emergentes del virus. Para cubrirse las espaldas frente a futuras crisis sanitarias. O simplemente para encontrar fórmulas más accesibles, baratas y fáciles de producir que permitan romper la brecha de vacunas entre el norte y el sur global. No olvidemos que, mientras los países más ricos del mundo están a punto de lograr la inmunidad de rebaño, hay zonas donde las vacunas siguen llegando a cuentagotas. Se prevé que algunos países tardarán entre dos y tres años en forjar una protección de grupo frente al virus. De ahí la necesidad de seguir investigando. 

Un año de retraso

La Organización Mundial de la Salud estima que 102 ensayos clínicos de vacunas en marcha y 185 proyectos más que se siguen investigando en los laboratorios en fase preclínica. Prácticamente todos los estudios españoles están en esta fase. Testando su validez en ‘in vitro’ y en animales a la espera de dar el salto a las primeras pruebas en voluntarios. Para que nos entendamos, estamos en el mismo punto que estaban Pfizer, Moderna y AstraZeneca hace un año. ¿Pero a qué se debe esta diferencia? Este diario ha preguntado a varios investigadores implicados en estos proyectos españoles y su respuesta ha sido unánime. El problema es la financiación. 

Mientras las investigaciones españolas han tirado adelante con cientos de miles de euros, los grandes proyectos extranjeros han conglomerado miles de millones de capital. Y como explica el científico Javi Burgos, experto en el desarrollo de fármacos, "en estos casos tiempo y dinero son el mismo parámetro; la velocidad de las investigaciones depende de cuánto dinero inviertas". La realidad es que, aunque la carrera de las vacunas arrancó para todos a la vez, no todos los proyectos han tirado adelante con la misma gasolina. Firmas como Pfizer, Moderna o AstraZeneca han desarrollado sus productos bajo el amparo de una financiación millonaria y unos equipos ingentes. En España, huelga decir, la situación no ha sido ni de lejos parecida.

"La velocidad de estas investigaciones depende de cuánto dinero inviertas"

— Javi Burgos, experto en desarrollo de fármacos

Precariedad en los laboratorios

En este último año, las vacunas españolas han acaparado titulares por sus prometedores resultados. Pero también por las condiciones de precariedad que han marcado el rumbo de estos proyectos. Mucho se ha hablado, por ejemplo, de los investigadores investigadores 'mileuristas' en busca de la vacuna española. De los científicos jubilados que han tenido que volver a trabajar en sus laboratorios para tirar adelante estos proyectos. De equipos de trabajo que dependen de becas inestables y que tiran adelante sus proyectos sin suficientes recursos. Varios investigadores interpelados por este diario señalan a estos condicionantes como la principal razón tras la lentitud (o la falta de rapidez) de los proyectos nacionales.

Muchos investigadores que trabajan en la búsqueda de vacunas arrastran condiciones precarias y mucha inestabilidad laboral

"Es un poco triste ver la situación de la investigación en España. Hay talento y ganas de hacer cosas. Pero en cuestiones como la financiación estamos a años luz de otros países", comenta Quim Segalés, uno de los investigadores que lidera la búsqueda de una vacuna desde el consorcio de Barcelona Supercomputing Center, Institute of Agrifood Research and Technology (IRTA), IrsiCaixa y Grífols. El proyecto aúna a varios científicos de estos centros, pero ninguno de ellos se dedica a tiempo completo a la búsqueda de la vacuna."Vemos que tras más de un año de investigación, mientras otras vacunas ya se están repartiendo por el mundo, las vacunas españolas siguen en fase preclínica. Esto debería hacernos reflexionar sobre muchas cosas", añade el científico.

Dos investigadores trabajan en los laboratorios del Institute of Agrifood Research and Technology (IRTA), uno de los centros en busca de una vacuna contra el covid-19.

Dos investigadores trabajan en los laboratorios del Institute of Agrifood Research and Technology (IRTA), uno de los centros en busca de una vacuna contra el covid-19. / IRTA-CRESA

"Si no tienes dinero no puedes avanzar todo lo rápido que querrías", resume Montserrat Plana, una de las científicas al frente del proyecto de vacuna de Idibaps y el Hospital Clínic de Barcelona. Su laboratorio, explica, obtuvo financiación pública para un año de investigación. Pero una vez vencido ese plazo, y tras agotar el presupuesto, los científicos han seguido volcados en el proyecto. Aunque esto suponga trabajar gratis. "Todavía tenemos mucho por hacer y de verdad creemos que el proyecto vale la pena. Si algo hemos aprendido de esta crisis es que si no investigamos estamos hipotecando nuestro futuro", reflexiona la investigadora.

Hay centros que, tras agotar los fondos, siguen trabajando gratis para tirar adelante sus proyectos

Inversión frente a pandemias y enfermedades que vendrán

La falta de inversión en ciencia viene de lejos. De hecho, mucho se ha especulado sobre qué tan diferente habría sido el rumbo de las investigaciones españolas si hace 20 años se hubiera invertido más en investigación. Una historia que ilustra esta idea es la del equipo de Pere Joan Cardona, del Institut de Recerca Germans Trias i Pujol (IGTP). Hace dos décadas, el científico empezó a trabajar en una vacuna contra la tuberculosis. La investigación mostró que el compuesto era más que prometedor, pero la falta de fondos frenó su camino y lo relegó a la categoría de "medicamento huérfano". Pero con la llegada del covid-19, el laboratorio empezó a estudiar de la viabilidad de esta fórmula contra el coronavirus y, por qué no, contra otro tipo de enfermedades. "Nosotros querríamos ir más allá y plantear una 'vacuna de fondo de armario' que se pueda utilizar contra todo tipo de enfermedades", explica el científico. 

Investigadoras trabajan en el desarrollo de una vacuna experimental contra el covid-19 desarrollada en el Instituto Químico de Sarrià (IQS)

Investigadoras trabajan en el desarrollo de una vacuna experimental contra el covid-19 desarrollada en el Instituto Químico de Sarrià (IQS) / JORDI COTRINA

Con la mirada puesta tanto en esta pandemia y como en las que vendrán, los proyectos españoles en busca de una vacuna están decididos a continuar su camino. Ninguno ha tirado la toalla todavía. Eso sí, piden más fondos para seguir investigando. "No tenemos que pensar en estas vacunas solo como una herramienta contra el coronavirus. También hemos de pensar que gracias a estos trabajos estamos avanzando muchísimo en conocimiento y que esto ayudará a hacer frente tanto a futuras pandemias como a otros problemas de salud pública. Gracias a estas investigaciones, por ejemplo, estamos más cerca de desarrollar vacunas contra el cáncer", esgrime Cristina Fornaguera, una de las científicas al frente de la vacuna experimental del Instituto Químico de Sarrià (IQS). "Este año más que nunca, la comunidad científica ha demostrado que si se invierte en investigación los laboratorios pueden literalmente cambiar el mundo. Solo falta mantener esta apuesta más allá de la pandemia", reflexiona la científica.

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