Entrevista

"La falta de transparencia sobre los contratos de las vacunas lastra la confianza pública"

Eva Iraizoz, experta acceso a los medicamentos de la oenegé Salud por Derecho, explica cómo el reparto de los primeros antígenos contra el covid-19 ha destapado problemas estructurales

Eva Iraizoz, farmacéutica experta sobre acceso a medicamentos de Salud por Derecho

Eva Iraizoz, farmacéutica experta sobre acceso a medicamentos de Salud por Derecho

Valentina Raffio

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Hace poco más de un mes de la llegada de las primeras vacunas contra el covid-19. En tan solo unas semanas, el reparto de estas inmunizaciones ha destapado problemas subyacentes que lastran el derecho a la salud en todo el mundo. Eva Iraizoz, experta en salud global y acceso a los medicamentos de la oenegé Salud Por Derecho, explica cómo las vacunas han ensanchado la brecha entre el norte y el sur global. Y cómo la falta de transparencia en la gestión de las vacunas puede perjudicar la confianza pública en estos medicamentos.

Después de un catastrófico año 2020, la imagen de las primeras personas vacunadas emocionó al mundo entero. Tanto que desde el primer día ya se habló del “principio del fin de la pandemia”. Visto lo visto, y teniendo en cuenta todas las dificultades logísticas que surgen por el camino, ¿cree que recibimos esa noticia con demasiado optimismo? Sin duda era (y es) una muy buena noticia. El hecho de tener vacunas disponibles, aprobadas y en el mercado en tan poco tiempo es un motivo de alegría más que justificado. Más viendo la evolución de la pandemia en el mundo. Eso sí, tener razones para estar contentos no quita que tengamos que mantener el espíritu crítico con todo este tema. 

El reparto de las primeras vacunas dibuja un mapa muy claro. Mientras el norte celebra la llegada de las inmunizaciones, el sur está todavía lejos de recibirlas… Sí. Las vacunas están mostrando una brecha de desigualdad enorme entre norte y sur. Los países ricos no solo están recibiendo la gran mayoría de vacunas, sino que tienen apalabradas más dosis de las que necesitan. Canadá y Reino Unido, por ejemplo, han comprado tres veces más dosis de las necesarias para inmunizar a su población. Mientras, los países pobres no tienen dosis ni para el 5% de su población. Esto es el nacionalismo de vacunas sobre el que llevamos tiempo alertando. El reparto de las vacunas está dividiendo al mundo en dos velocidades. 

Los países ricos no solo están recibiendo la gran mayoría de vacunas, sino que tienen apalabradas más dosis de las que necesitan

¿Qué implicaciones podría tener esta brecha en el reparto de vacunas? Hay que recordar que nadie va a estar a salvo hasta que todo el mundo esté a salvo. Es una frase que llevamos casi un año repitiendo, pero que sigue estando igual de vigente. La pandemia ha puesto en evidencia la tremenda interdependencia global que hay. Pero no solo eso. Tedros Adhanom, el director de la Organización Mundial de la Salud, hablaba de esta brecha como un fracaso humanitario. Estamos fallando a la hora de garantizar un derecho fundamental. Y esto tiene tanto implicaciones sanitarias como económicas; ya hemos visto que la pandemia también se traduce en pérdida de empleo, ingresos y actividad económica.

Sobre el papel sí que existe un compromiso para el acceso global de las vacunas... Sí, pero todavía no hemos visto un compromiso real. En todo este debate hay una cuestión fundamental que no podemos, ni debemos, olvidar; el impulso que ha llevado a desarrollar estas vacunas ha sido en gran parte gracias a la enorme cantidad de dinero público que se ha invertido. La Comisión Europea, por ejemplo, dice que ha invertido 2.700 millones de euros en la I+D de vacunas contra el covid-19. Y esto es solo una parte de toda la inversión pública global.

En este primer mes de vacunaciones contra el covid-19 hemos visto muchos más imprevistos de lo esperado. Los problemas logísticos, los retrasos en las entregas y disminución de los lotes han pillado desprevenidos incluso a los propios gobiernos. ¿Acaso no estaban claros los contratos firmados con las farmacéuticas? El hecho de que surjan imprevisto es, hasta cierto punto, normal dada la rapidez con la que se han desarrollado las vacunas. El problema real es la falta de transparencia que está habiendo tanto en los procesos de negociación como en los propios contratos. El propio Parlamento Europeo ha pedido que se hagan públicos los acuerdos firmados con las farmacéuticas y la Defensora del Pueblo ya ha dicho que abrirá una investigación sobre este tema. Es muy importante que este debate esté sobre la mesa. 

El problema real es la falta de transparencia que está habiendo tanto en los procesos de negociación como en los propios contratos

¿Qué tipo de información desconocemos sobre estos contratos? En estos momentos no sabemos ni cuántas dosis están apalabradas, ni su precio, ni los plazos de entrega. Tampoco sabemos quién es el responsable jurídico en caso de que las vacunas provoquen algún efecto adverso grave. La falta de transparencia sobre los contratos de las vacunas es muy grave porque lastra la confianza pública. La ciudadanía sigue sin tener acceso a mucha información que sería clave para entender mejor qué está pasando y llevar a cabo un escrutinio público. La pandemia ha cambiado muchas cosas, pero no la opacidad con la que se trata este tipo de información. 

No son pocos los que interpretan toda esta opacidad como prueba de un complot. ¿La falta de transparencia juega en contra de la aceptación pública de las vacunas? Sin transparencia no hay confianza. La opacidad genera sospechas y puede alimentar a los movimientos negacionistas o antivacunas. Si queremos acabar con los rumores, la incertidumbre y las dudas de la ciudadanía hay que poner toda la información sobre la mesa. 

Si queremos acabar con los rumores, la incertidumbre y las dudas de la ciudadanía hay que poner toda la información sobre la mesa

La carrera por la vacuna contra el covid-19 ha destapado varios problemas. ¿Alguna reflexión que tengamos que poner sobre la mesa? Hay al menos tres debates que deberíamos abordar. Primero; si de verdad queremos que el acceso a la salud sea un derecho universal tenemos que cambiar el modelo de investigación y desarrollo. Hay que huir de monopolios y patentes y apostar por compartir el conocimiento. Esto es especialmente relevante en una situación de emergencia como la actual, necesitamos acelerar la investigación, que se puedan producir suficientes vacunas y que estas lleguen a todo el mundo. Segundo; hemos corroborado que la falta de transparencia es una lacra para el sistema. Y tercero; la carrera por las vacunas ha puesto de manifiesto que sí es posible y, además, es imprescindible investigar sobre enfermedades infecciosas, pero que solo nos fijamos en ellas cuando afecta directamente a los países ricos. 

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