CONTAGIOS DE COVID-19

"Ha sido un error subestimar la transmisión por aerosoles"

ENTREVISTA josé-luis jiménez aerosoles covid-19 coronavirus destacado grafico

ENTREVISTA josé-luis jiménez aerosoles covid-19 coronavirus destacado grafico / ALEX R. FISCHER

Valentina Raffio

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Los virus no tienen ni patas ni cerebro ni una estrategia para atacar. Son microorganismos minúsculos que solo se pueden mover si alguien les ayuda. El coronavirus SARS-CoV-2, por ejemplo, es un patógeno que se transmite por vía aérea. Así que tiene tres principales métodos de transporte para ir de una persona a otra. Primero, el virus puede utilizar las gotículas respiratorias que expulsamos al respirar, hablar o gritar a modo de proyectil para ir de un lado al otro. Segundo, se puede quedar en las superficies durante un tiempo a la espera de que alguien lo recoja. Y tercero, puede quedarse flotando en el aire en forma de aerosoles. Como un humo invisible.

El debate sobre el rol de los aerosoles en la transmisión del virus se ha disparado durante la segunda ola de la pandemia. El porqué está claro. Conforme se acerca el invierno en el hemisferio norte, entender qué papel juegan estas minúsculas partículas en la expansión del covid-19 se convierte en una de las claves para frenar el aumento de los contagios. El investigador español José Luis Jiménez, uno de los máximos expertos del mundo en aerosoles, estima que más de un 75% de las infecciones se estarían produciendo por esta vía. "A estas alturas no me creo que la pandemia se esté extendiendo por culpa de gente que le tose en la cara a los demás. Ha sido un error subestimar los aerosoles", relata el científico en una conversación con este diario. 

"Evidencia abrumadora"

Hoy por hoy, autoridades sanitarias como la Organización Mundial de la Salud, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos o el Ministerio de Sanidad en España sitúan a los aerosoles dentro de las posibles vías de transmisión del virus. Pero no como la principal. A principios de julio, 239 expertos publicaron una carta pidiendo a los responsables de la gestión de la pandemia que reconsideraran su posición sobre este tema. El día 16 de octubre, la revista 'Science' se hizo eco de otro manifiesto en el que varios expertos constataban la existencia de una "evidencia abrumadora" sobre la transmisión del virus por aerosoles y  pedían la aplicación de nuevas medidas para frenar la transmisión por el aire.

El eterno debate sobre qué pintan los aerosoles en la transmisión de enfermedades lleva siglos en el aire. Allá por el siglo XIX, en los albores del estudio de las enfermedades infecciosas, ya se empezó a especular con la transmisión aérea de algunas dolencias. Pero la hipótesis acabó siendo ninguneada porque, por aquel entonces, se creía que atribuir parte de los contagios al aire distraería a la gente de otras medidas, como el lavarse las manos. Más recientemente, esta vía de transmisión se acabó aceptando para las enfermedades altamente infecciosas, como la tuberculosis o el sarampión. Pero no para virus menos contagiosos como la gripe, el SARS o el MERS. "Un error de la historia se ha interpretado como ley de la naturaleza", zanja Jiménez en referencia a esta cronología.

"Pensar que el virus está en el aire puede dar miedo, pero más miedo da una pandemia fuera de control"

José Luis Jiménez

— Catedrático de Química y Ciencias Ambientales en la Universidad de Colorado

"En abril, un grupo de expertos nos reunimos con la OMS y su respuesta fue exactamente esa. Nos dijeron que necesitaban pruebas para los aerosoles y nosotros les contestamos que esas mismas pruebas no las tenían ni para las gotas ni para las superficies", explica Jiménez. "En los comités de expertos de la OMS no hay expertos en aerosoles. Y esto está haciendo que se enfoque mal el problema", argumenta el científico, alegando que "pensar que el virus se transmite por el aire da mucho miedo, pero más miedo da una pandemia fuera de control".

Medidas más eficientes

La lucha contra los aerosoles empieza con algo tan sencillo como entender cómo el virus se transmite por el aire y evitar los escenarios de riesgo. No se trataría, pues, de cambiar medidas. Sino de reenfocarlas. Si el objetivo es minimizar la transmisión por aerosoles, se podrían aplicar medidas como trasladar las actividades al exterior. O bajar la música de los locales para que la gente no tenga que levantar la voz (y expulsar más partículas). O mejorar los sistemas de ventilación. Por el contrario, ya no tendría tanto sentido seguir utilizando ‘mamparas anticontagio’, ya que solo servirían para frenar las gotas de saliva pero no para frenar las partículas en suspensión.

Una de las primeras medidas para frenar a los aerosoles es utilizar bien las mascarillas. "Hasta ahora se había dicho que las mascarillas son como unos parapetos que protegen de los proyectiles de saliva. Y no. Tenemos que imaginarlas como un filtro que evita que se esparza el humo", argumenta Jiménez. Para ello, el experto destaca que se necesitan prendas de buena calidad (homologadas) y correctamente ajustadas a la cara (tapando desde la nariz hasta la barbilla y sin dejar huecos). Sino los aerosoles se podrían ‘escapar’ a través de la tela o por las ranuras. 

"Las mascarillas solo se deberían quitar en espacios exteriores donde, además, haya distancia de seguridad"

 "Las mascarillas solo se deberían quitar en espacios exteriores donde, además, haya distancia de seguridad. En interiores nunca", argumenta Jiménez. Si imaginamos los aerosoles como un humo queda más claro cuándo es conveniente reforzar el uso de esta prenda sanitaria. ¿Hay que llevarla puesta en un cine? Sí, si queremos evitar que la sala se llene de humo. ¿Y qué hacemos a la hora de comer? Siempre que sea posible, ir a un espacio abierto para que el humo se esparza.

Menos desinfección, más ventilación

La clave para deshacerse de los aerosoles es la ventilación. "Ventilar no es poner un ventilador. Eso solo sirve para mover el aire", explica el científico. Ventilar el virus pasa por expulsarlo de una habitación. "Es un tema muy técnico. No va de abrir la ventana tres o cuatro dedos, porque depende de muchos factores. Si hay que invertir recursos, más vale hacerlo en una buena ventilación que no en seguir desinfectando", recalca Jiménez.

"Si hay que invertir recursos, más vale hacerlo en una buena ventilación que no en seguir desinfectando"

El experto aconseja utilizar medidores de COpara saber si la ventilación del espacio es segura. La explicación es sencilla. En un espacio abierto hay 400 partes de dióxido de carbono por cada millón de moléculas de aire. Así que si en un interior se registran 4.400 partes de CO2 por millón significaría que el 10% del aire en esa sala ya ha sido respirado por alguien más. Entonces convendría ventilar más. La alternativa sería utilizar filtros HEPA. Una especie de ‘coladores’ para eliminar los virus del aire.

"Todos estamos cansados de restricciones que no funcionan. Porque vemos que el virus sube a pesar de los esfuerzos. Por eso habría que diseñar medidas más eficientes para frenar las principales vías de transmisión del virus", reflexiona José Luis Jiménez. 

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