Idea innovadora

El científico que hace magia a los animales

El científico Elías García Pelegrín hace magia a las aves

El investigador Elías García Pelegrín hace magia delante de un córvido en un laboratorio de la Universidad de Cambridge con el objetivo de estudiar su cognición. / periodico

Michele Catanzaro

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En un laboratorio de la Universidad de Cambridge, un psicólogo catalán les hace magia a córvidos y chimpancés. Los pájaros parecen seguirle con atención. Los primates, en cambio "se enfadan casi siempre: no les gusta que desaparezca su comida", bromea Elías García-Pelegrín. Este investigador es el primer autor de un artículo publicado hoy en 'Science', en el cual explora el potencial de una idea innovadora.

"Si somos capaces de engañar a los animales con un truco que funciona con humanos, quiere decir que compartimos los mismos fallos de la percepción", afirma el científico. "Sabemos mucho de cómo la magia afecta a la mente humana. Sería interesante aplicar esta metodología a los animales", explica.

Perros desconcertados

Internet está lleno de vídeos de perros desconcertados ante trucos de magia con amos que desaparecen detrás de una sábana o huesos que se desvanecen en el aire.

Pero la idea está saliendo de lo anecdótico. García-Pelegrín está preparando una publicación con resultados preliminares. Y hay más proyectos parecidos.

Por ejemplo, Jordi Camí, director del Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona (PRBB) y apasionado de magia, está participando en un proyecto que pretende estudiar las reacciones de los primates del Zoo de Barcelona ante los trucos del mago Miguel Ángel Gea.

Mago antes que psicólogo

Nacido en Barcelona en 1991, García-Pelegrín se fue a Londres en el 2010 para estudiar teatro. Allí aprendió la magia. Fascinado por la mente de los personajes teatrales, en el 2014 decidió estudiar psicología.

"Si me hubieran dicho entonces que acabaría en un laboratorio, no me lo hubiera creído", recuerda. Cuando empezó el doctorado, descubrió que sus jefes, especializados en cognición animal, compartían su pasión por la magia. Y allí se disparó la chispa.

Quizás influyera el recuerdo de un mago británico, Paul Daniels, que aparecía en la tele haciéndole trucos a un chimpancé.  

Pero la idea entronca sobre todo con la tradición de usar la magia para entender la mente. En el 2007, la científica española afincada en EEUU <strong>Susana Martínez Conde</strong> co-organizó un famoso encuentro de magos y neurocientíficos en Los Ángeles. Desde hace décadas, algunos magos habían explorado las bases psicológicas de su arte.

El enfoque ha dado sus frutos. "Por ejemplo, se ha descubierto que el sistema visual presta atención de manera diferente a movimientos curvos que a movimientos rectilíneos", explica Martínez-Conde. También se ha constatado que las personas autistas se fijan en movimientos de los magos distintos a los que observa la población general.  

Otra tradición influyente es el estudio de los bebés. Los pequeños tardan años antes de entender que un objeto escondido en una caja no desaparece. "También las garzas desarrollan el sentido de la permanencia de los objetos después de haber aprendido a esconder las nueces bajo tierra", explica García-Pelegrín.

Córvidos engañadores

Los córvidos son buenos candidatos para esta nueva línea de investigación, explica García-Pelegrín. Ellos mismos parecen hacer trucos de magia. Por ejemplo, antes de esconder la comida en un sitio fingen esconderla en otros, para engañar a los competidores.

"Si son capaces de hacer trucos, es posibles que sean receptivos", argumenta el psicólogo. El gran reto de esta investigación es penetrar en la experiencia del mundo que tienen los animales. Comprobar si sus expectativas sobre la realidad son parecidas a las humanas.

La idea no es tan sencilla como parece. "Para entender que estoy cogiendo una moneda entre los dedos, un animal debe entender que tengo un pulgar", explica García-Pelegrín.

"El principal escollo es el lenguaje", afirma Jordi Camí. Muchos trucos, por ejemplo, manipulan la memoria del espectador por medio del palique del mago o del lenguaje corporal.

Martínez-Conde apunta a otra limitación. "Lo que caracteriza la magia no es el engaño, sino la maravilla. ¿Este sentimiento lo perciben los animales?", se pregunta. Juzgando por el enfado de los chimpancés del laboratorio de Cambridge, aún estamos lejos de una magia que los animales disfruten.

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