DISCÍPULA DE SEVERO OCHOA

Muere Margarita Salas, pionera en la investigación genética

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Margarita Salas, uno de los grandes referentes de la ciencia española,  ha fallecido este jueves en Madrid a los 80 años. La bioquímica española, discípula del premio Nobel Severo Ochoa, destacó como una de las profesionales que introdujeron la investigación en genética molecular en España en 1967. En la esfera social, la investigadora también despuntó como un referente en las reivindicaciones del colectivo científico al reclamar más fondos para la investigación básica y un mayor protagonismo de las mujeres en la ciencia.

El Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), institución en la que la bioquímica desarrolló algunos de los hitos más importantes de su carrera, ha confirmado la noticia recordando a Salas como "una de las mayores científicas españolas del siglo XX". "Nos ha dejado Margarita Salas, una de las científicas españolas más brillantes de la historia. Una mujer pionera, clave en los grandes avances de la bioquímica y la biología molecular que han propiciado el progreso de la humanidad", ha comentado el ministro de Ciencia Pedro Duque.

Algunos de los hitos más importantes de su trayectoria incluyen su nombramiento como profesora honoraria del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, la primera directora del Instituto de España, la primera española en ingresar en la Academia de las Ciencias de Estados Unidos y la primera científica en entrar en la Real Academia Española de la Lengua, entre otros. 

Referente científico

Margarita Salas, nacida en Canero (Asturias) en 1938, trabajó durante tres años con el Premio Nobel de bioquímica Severo Ochoa en la Universidad de Nueva York y, tras su regreso a España, fundó en el CSIC el primer grupo de investigación en genética molecular del país. En él logró uno de los descubrimientos más importantes de su carrera, gracias al cual se puede analizar muestras de ADN de manera sencilla, rápida y fiable. Actualmente, este hallazgo se utiliza en áreas como la medicina forense, la oncología y la arqueología, entre otras. Esta técnica permite, por ejemplo, ampliar pequeñas poblaciones de células que podrían dar lugar a tumores para su posterior estudio.

El descubrimiento desarrollado por Salas también destaca como una de las patentes más rentables del CSIC. Entre el 2003 y el 2009, la aplicación de esta herramienta bioquímica  representó más de la mitad de los derechos de autor de la institución científica por un total de más de seis millones de euros.  A lo largo de su trayectoria, Salas logró más de 350 publicaciones en revistas científicas, 400 conferencias y un total de ocho patentes.

Esta prolífica trayectoria le valió a la investigadora el Premio Inventor Europeo 2019 de la Oficina EuropeaPremio Inventor Europeo 2019 de Patentes, entregado en junio de este año. "Le pediría al Gobierno que crea que la ciencia es importante para el desarrollo del país", comentó Salas tras recibir aquel galardón a su carrera. En su discurso de premiación, la científica hizo hincapié en la precaria situación de los investigadores en España. Salas lamentó, entre otras, que con la actual financiación no sea posible que retornen los numerosos investigadores que se marcharon al extranjero por la crisis. "Si no aumenta la financiación no podemos traernos a nadie, desgraciadamente", resumió.

Compromiso con la investigación

En una de sus últimas entrevistas, la bioquímica explicaba que, aunque oficialmente se había jubilado cuando cumplió los 70, seguía investigando. "Mi modelo es Rita Levi-Montalcini, que se murió en 2012 con 103 años, que decía que con cien años iba todos los días al laboratorio. Y que lo importante no era tener arrugas en la cara sino no tener arrugas en el cerebro", relataba Salas.

La científica asturiana siempre se mostró optimista con los avances en la investigación científicaSalas pronosticaba, por ejemplo, que el futuro de la medicina pasa por la personalización del tratamiento de la mano de los análisis genéticos. Asimismo, también abogaba por una ciencia comprometida desde el punto de vista ético. "Los propios investigadores ponemos límites a lo que se debe o no se debe hacer", explicaba en relación a los límites de edición genética en humanos.