HISTORIA DE LA CIENCIA

El franquismo en la Luna: ciencia, mito y política

Las imágenes de Franco saludando a los astronautas del 'Apollo 11' no son ninguna anomalía; responden al contexto geopolítico de la época y a la visión de la ciencia como motor de progreso

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Lino Camprubí

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Las sociedades se articulan mediante ritos y mitos. Modos de funcionamiento prácticos engrasados por ideologías justificadoras que a veces son inexactas y otras directamente falsas. La maquinaria ideológica del franquismo, sobre todo a través del NO-DO, justificaba el régimen como motor del progreso tecnológico e insistía en el papel fundamental de la ciencia española. Las fotos de Franco saludando a los astronautas del 'Apollo 11' iban acompañadas de exageraciones sobre el papel de España en esta gran epopeya científico-técnica del siglo XX.

Uno de los mitos fundacionales de nuestra democracia parlamentaria capitalista consiste en negar cualquier vinculo del régimen de Franco con las estructuras económicas y geopolíticas actuales. La oposición comunista al franquismo le achacaba hacer el trabajo sucio al capitalismo y al imperialismo yanqui. La industrialización y el desarrollismo eran pruebas del delito. Pero una vez muerto Franco se afianzó la alianza con la OTAN y se profundizó en la integración con el capitalismo mundial a base de privatizaciones y desindustrializaciones. La oposición retrospectiva a Franco cambió el relato: el dictador pasó a representar el Antiguo Régimen, el tradicionalismo frente al progreso económico, tecnológico y científico.

Por eso nos estalla la cabeza al ver al primer hombre que pisó la Luna vestido de torero paseando su sonrisa por las calles del Madrid de finales de los 60. NASA y franquismo suscitan en nuestro imaginario asociaciones tan distintas que las cuatro estaciones españolas de seguimiento espacial del Apolo producen cortocircuitos cerebrales.

Franquismo científico y tecnológico

Respiremos hondo y aprovechemos el shock para revisar nuestros prejuicios sobre el pasado. Lo cierto es que la historia de España durante los 40 años del franquismo tuvo mucho que ver con la investigación científica y técnica. Instituciones como la Junta de Ampliación de Estudios y cátedras universitarias sucumbieron a la represión y la carestía de posguerra. Pero al final del periodo el número de profesores, estudiantes, laboratorios y patentes era exponencial y proporcionalmente mayor a cualquier momento anterior. Pese a los elementos arcaicos y tradicionalistas del régimen, desde el principio los técnicos (sobre todo ingenieros militares, de caminos y agrónomos) tuvieron un importante papel tanto en la política económica como en las relaciones diplomáticas.

Los pantanos de Franco, por ejemplo, no eran una obsesión personal sino el fruto de proyectos de ordenación del territorio que venían de antes de la dictadura y que la sobrevivieron. Científicos e ingenieros fueron protagonistas de algunas de las más importantes transformaciones del periodo: económicas (desde los planes hidroeléctricos a los sindicatos verticales), geopolíticas (desde los pactos de 1953 con Estados Unidos a la integración en Europa) e incluso ideológicas (desde el nacionalcatolicismo a la tecnocracia). No hay que escandalizarse: ningún Estado moderno del nivel económico de la España  del siglo XX podría funcionar sin importar y producir máquinas, formar gente que supiera usarlas, y desarrollar planes de gestión.

Las ciencias no son lo que nos cuentan

Y podemos extraer una última lección del choque entre lo que hemos oído del franquismo y lo que vemos en estas fotos. En el juego de mitos y ritos, los ideólogos del franquismo y los de nuestra democracia comparten un respeto casi religioso por La Ciencia (con mayúscula) como conocimiento puro y motor del progreso social y moral.

Pero la NASA y el Apolo formaban parte de un contexto militar de Guerra Fría, de espionaje y competición entre superpotencias sobre las que pendía la constante amenaza de la catástrofe nuclear. Las ciencias son conjuntos heterogéneos de manipulaciones de cosas capaces de alcanzar verdades, pero también de refinar la explotación y la destrucción humana y ambiental. ¡No deje que unas fotos arruinen su verano! Separar el rito del mito ayuda a prevenir colapsos neurológicos.