PROYECTO CIENTÍFICO

Barcelona aspira a albergar una nueva generación de superordenadores

Imágenes del superordenador MareNostrum en el Barcelona Supercomputing Center

Imágenes del superordenador MareNostrum en el Barcelona Supercomputing Center. / periodico

Valentina Raffio

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En la era del 'big data', los superordenadores se han convertido en una herramienta esencial para transformar enormes cantidades de información en conocimiento. Para pasar de unos datos en bruto a una explicación. De preguntas, hipótesis o suposiciones a respuestas. De ahí que cada vez sean más los países que se apunten a la nueva carrera científica hacia la mejora de estas infraestructuras que, hoy en día, siguen siendo consideradas como unos grandes prodigios de la tecnología. En tan solo unos días, el Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) presentará su candidatura ante la Unión Europea para acoger la siguiente generación de superordenadores. Y es así como la ciudad catalana aspira a consolidar su posición como una de las capitales europeas de la supercomputación con una nueva máquina con una potencia 200 veces superior a la de sus dispositivos actuales.

La propuesta se enmarca en el 'Horizonte 2020' de la Unión Europea, una iniciativa comunitaria creada para promover todos aquellos proyectos científicos que tengan un efecto directo sobre la sociedad. En el caso de los superordenadores, Europa ha apostado por poner sobre la mesa unos 1.000 millones para la creación de la siguiente generación de superordenadores. De esta manera, Europa plantea que su objetivo para el 2023 es conseguir dos ordenadores que trabajen a exaescala (capaces de ejecutar unas 1018 cálculos matemáticos por segundo). El paso intermedio, a alcanzar para el 2021, es el de construir un mínimo de dos dispositivos capaces de trabajar a petaescala (1015 operaciones por segundo). Y es aquí, en esta segunda etapa en la carrera por la supereficiencia, donde Barcelona intentará competir con los 26 candidaturas europeas adheridas al programa 'European High-Performance Computing Joint Undertaking' (EuroHPC). En estos momentos, España, Italia y Finlandia destacan como los principales candidatos que optan a esta convocatoria por la que Europa está dispuesta a invertir 250 millones de euros

Destacar, en este contexto, resultará ya de por sí un reto. Y es por eso que el proyecto de 'expansión' del Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) ha conseguido respaldo del Gobierno de España, la Generalitat de Catalunya y la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), las tres instituciones que desde sus inicios han fomentado el crecimiento de la institución. Recientemente, Portugal también ha añadido su respaldo a la iniciativa del centro barcelonés y, hasta la presentación definitiva de la candidatura, es posible que otras entidades colaboradoras se sumen a este proyecto. A la práctica, esto significa que Europa financiará hasta el 50% de la inversión en infraestructura y hasta el 50% en los costes de mantenerla operativa durante los siguientes cinco años, mientras que lo demás recaerá en los socios. 

Una apuesta de futuro

"Ya en el año 1984, cuando empezó todo este proyecto, decidimos apostar por un tema que por aquel entonces aún se percibía como una gran incógnita: los ordenadores. Esta primera gran apuesta nos ha llevado a una situación en la que ahora mismo ya somos una institución pionera en que se concentra una gran masa crítica", reflexiona Mateo Valero, director del BSC-CNS. "Esto significa que nuestros mejores embajadores, más allá de las instituciones que nos apoyan, son todos los investigadores que han pasado por aquí y que ahora muestran ante la comunidad científica internacional el alcance del trabajo que realizamos en este centro de investigación", añade Valero.

"Sabemos que nos enfrentamos a una convocatoria muy competitiva, por lo que no será fácil. Pero somos conscientes de todo lo que la supercomputación puede aportar a la sociedad y es por eso hemos decidido seguir apostando por la expansión de este proyecto", argumenta Josep Maria Martorell, director asociado del BSC-CNS. Actualmente, el centro de investigación se sitúa como una de las instituciones científicas pioneras de todo el país. En Europa, también destaca como la cuarta entidad en recibir inversiones en el marco del programa 'Horizon 2020', con más de 105 proyectos de investigación en curso. Los números, en este sentido, avalan las aspiraciones de crecimiento de la institución.

El compromiso científico

Ante la inminente presentación de su candidatura, cuyo plazo se cerrará a principios del mes de abril, los responsables del Barcelona Supercomputing Center también destacan que el objetivo de expandir la institución va acompañado de un fuerte compromiso social. "Nos gusta pensar que las investigaciones que realizamos en este centro pueden tener un impacto directo en la vida de las personas y en nuestro conocimiento del mundo. Las ideas que surgen del trabajo en este superordenador ya nos han ayudado a conocer más sobre el funcionamiento del cuerpo humano, el planeta Tierra e incluso el universo", destaca Martorell.

"Lo más importante de todo este proceso de expansión es que hemos conseguido seguir creciendo como centro de investigación sin dar la espalda a la ciudadanía. Es más, estamos orgullosos de decir que cada día abrimos nuestras puertas a centenares de personas para intentar conectar ciencia y sociedad", recalca Valero. En este sentido, los datos más recientes apuntan a que la institución ha acogido solo en el último año más de 14.000 visitantes, su récord personal. Esta cifra, además, ha ido acompañada de un consolidado programa de divulgación para acercar la tecnología a las nuevas generaciones, empezando desde los más pequeños y poniendo un especial énfasis en el fomento de las vocaciones científicas entre las niñas.

Y es así como el sueño de acoger la siguiente hornada de superordenadores sobrevuela Barcelona. Con la mirada puesta en el avance científico y en el beneficio que ello puede comportar para la ciudadanía. Ahora solo queda esperar hasta principios de junio, cuando la Unión Europea emita su veredicto sobre quién acogerá el siguiente prodigio tecnológico del continente.