ARDUA BATALLA DIGITAL

Madres contra el MMS denuncian acoso de los ultras de la pseudociencia

El entorno de los gurús del clorito de sodio para tratar el autismo hostiga a un grupo de mamás por rebelarse contra la peligrosa pseudoterapia

Elena Montoro (derecha) y Marta Cabello, madres de niños con autismo que están en plena guerra con los promotres de las pseudoterapias

Elena Montoro (derecha) y Marta Cabello, madres de niños con autismo que están en plena guerra con los promotres de las pseudoterapias / periodico

Olga Pereda / Valentina Raffio

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Son solo madres. Un centenar repartidas por toda España. De ellas, apenas 20 son las más guerreras. No tienen una asociación detrás. Ni un partido político. Ni cuentas bancarias gigantes. Ni ninguna administración pública. ‘Armadas’ y organizadas desde las redes sociales, están en plena batalla digital contra los gurús que recomiendan clorito de sodio (un derivado de la lejía llamado MMS por sus siglas en inglés) a niños con autismo. Ellas, madres de hijos con este trastorno, saben que nada ni nadie lo puede curar. Al menos, de momento. Por eso, denuncian conferencias y encuentros en los que se bendice el MMS, un potente desinfectante que está prohibido en España como medicamento desde 2010. Han tenido varias victorias y han conseguido anular bastantes charlas. Sin embargo, lejos de rendirse, el entorno de los promotores de esta peligrosa pseudoterapia -incluidos padres y madres fieles a los gurús- están acosando y acorralando al grupo de madres contrarias al MMS.

“Me han dicho de todo. Lo último, que me merezco que me pase lo que a la chica de La Manada. Me da asco leer sus comentarios, pero no nos van a callar”. La que habla es Elena Montoro Martín, madre de un crío de 8 años con autismo y que es algo así como ‘la cabecilla’ de las mamás guerreras, autodenominadas Madres Azules. Montoro, que vive en Granada, lleva desde verano leyendo en sus redes sociales comentarios repugnantes. “Qué mala follá tienes”, “ten cuidado porque puede que algunos hagamos lo mismo contigo” y “ojalá sanes tu rabia” son algunos ejemplos.

Baraja la idea de denunciar el acoso, pero tiene miedo económico. “Esta gente -afirma tras mencionar a Josep Pàmies o Gregorio Placeres- tiene mucho dinero. Muchísimo. Y hacen lo que les da la gana. Nosotras no somos nadie. Un grupo de madres. Yo tengo mi sueldo y punto. Si me meto en denuncias necesito un abogado. No me lo puedo permitir porque me la juego económicamente”, explica a EL PERIÓDICO desde Granada.

Alarma por Gregorio Placeres

Las Madres Azules llevan unidas a través de las redes sociales bastante tiempo. El trastorno de sus hijos las unió y las convirtió en una red de apoyo emocional. Comentan las revisiones médicas de sus críos. Aplauden los logros y se entristecen ante los pasos atrás. Las alarmas se encendieron este verano, cuando una madre de Sudamérica publicó el enlace a un vídeo en el que el presunto químico Gregorio Placeres, puertorriqueño residente en EEUU, aseguraba poder “recuperar” a niños con autismo de la mano del MMS y otras prácticas, incluido echar gotas de orina en el oído de los menores.

“Abrimos perfiles falsos y nos metimos en los grupos privados de Placeres para investigarle”, cuenta Elena Montoro. Más tarde supieron que el curandero iba a venir a España a ofrecer una charla en Balaguer. Ahí empezó la guerra. Las Madres Azules comenzaron a enviar correos electrónicos a la policía, los ayuntamientos y los colegios de médicos para denunciar el evento. Y así por toda la geografía española, en cada ciudad donde los gurús del MMS organizan algún evento. “En alguna ocasión hemos conseguido que las autoridades cancelen las conferencias, pero esta gente se mueve muy bien y consiguen organizar otras en otro sitioEs desesperante”, se queja Montoro, cuya guerra tuvo otra victoria cuando consiguió, tras muchas denuncias, cerrar una de las páginas de Facebook de Pàmies.

Hartas de que los promotores de las pseudoterapias consideren el autismo un negocio, las Madres Azules no han parado de inundar las redes sociales dejando claro la estafa económica y el peligro para la salud que supone administrar clorito de sodio a menores. Los curanderos “tienen muchos palmeros y se dedican a ponernos verdes. Estoy frita de recibir insultos. Pero no pensamos tirar la toalla. Tenemos muchos ovarios”, concluye Montoro.

Extraña dieta

La catalana Marta Cabello también es una mamá azul. Su hijo tiene 10 años y le diagnosticaron autismo con apenas 18 meses. Ella cayó, hace tiempo, en las garras de las pseudoterapias. Fue en 2012 cuando una psicóloga le remitió a una doctora que recomendaba un protocolo basado en “limpieza de metales pesados” y una extrañísima dieta en la que no había ni carne ni pescado ni azúcar sino unos productos específicos (y carísimos). “Me decían que mi hijo tenía un problema en el intestino. Que si curábamos ese problema se curaría el autismo”, relata. El protocolo suponía unos 8.000 euros al año y Cabello se dio por vencida: “No me lo podía permitir económicamente. Pensé que era una desgraciada por no poder ayudar a mi hijo”.

Cabello buscó entonces en las redes sociales un soporte emocional y encontró el apoyo de muchas madres. Fue el germen de las Madres Azules, que ahora mismo libran una ardua batalla contra el MMS [un producto barato que se puede comprar muy fácilmente a pesar de estar prohibido como medicamento y de que la Fiscalía está investigando a sus promotores].

Una batalla "complicada"

“No estamos en contra de las plantas. Ni de las creencias personales de cada uno. Pero nadie puede lanzar el mensaje de que el autismo se cura. Entre otras cosas, porque no es una enfermedad. Pedimos respeto. Y defendemos a los menores, que son seres que no se pueden defender. Hemos emprendido una batalla contra el MMS porque la Administración no la emprende. Es una batalla complicada y muchas veces dan ganas de abandonar. Estamos agotadas. A Elena [Montoro Martín] la machacan en internet. La han cogido como cabeza de turco. Pero no nos podemos callar. Vamos a seguir. Aquí no se rinde nadie”, argumenta Cabello.

“Mi hijo es maravilloso. Pero no me gusta que tenga autismo. Si en un futuro inmediato alguien cura este trastorno seremos las primeras en aplicar el tratamiento. De momento, lo único que podemos hacer es luchar porque nuestros hijos reciban Atención Temprana [conjunto de terapias especializadas impartidas, según cada caso, por fisioterapeutas, logopedas, psicólogos y médicos] y ofrecerles un hueco en el mundo”, concluye Cabello.