ASTROFÍSICA

Apep, la nueva serpiente cósmica de nuestra galaxia

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En el antiguo Egipto, Apep era el nombre con el que se conocía a la deidad del caos. Una diosa conocida por las serpientes que la rodeaban y por su violencia a la hora de actuar, razón por la cual Ra, dios del Sol, debía luchar contra ella cada noche para asegurar el amanecer. Ahora, esta misma referencia ha servido a los investigadores para bautizar el nuevo y sorprendente hallazgo: una serpiente cósmica en la que podrían estar ocurriendo algunos de los fenómenos más violentos de nuestra galaxia.

Se trataría de un remolino de polvo y gas, cuya forma recordaría a la de los característicos reptiles que acompañaban a la diosa egipcia, causado por la rotación de dos estrellas masivas. Los datos obtenidos hasta el momento indican sobre las velocidades en la nebulosa sugieren que al menos uno de estos astros estaría girando lo suficientemente rápido como para disparar una ráfaga de rayos gamma de larga duración (GRB), uno de los fenómenos más poderosos del cosmos. 

"Este es el primer sistema de este tipo que se descubre en nuestra propia galaxia. Pero además, nunca esperamos encontrar un sistema así en nuestro propio patio trasero", explica Joseph Callingham, investigador del Instituto Holandés de Radioastronomía (ASTRON) y  autor principal del estudio que informa sobre este sistema. El descubrimiento, publicado este mismo lunes en la revista Nature, ha sido posible gracias a los datos obtenidos por el Very Large Telescope (VLT), uno de los instrumentos de observación del universo más sofisticados que existen. 

Estrellas en fase crítica

Según explican los investigadores, la recién hallada serpiente cósmica cósmico podría ser una señal de que este sistema binario de estrellas se encuentra en su etapa evolutiva final. Es decir, a punto de convertirse en una supernova. En este proceso, cada astro estaría expulsando material hacia afuera formando cúmulos de partículas de polvo donde los vientos chocan. Estos violentos movimientos serían los que al final acabarían reflejándose la forma de espiral de la gigantesca nube de polvo que, según indican los expertos, pordía medir varios años luz de diámetro.

El final de la vida de estas estrellas podría durar unos cientos de miles de años, lo que en términos cosmológicos sería un "abrir y cerrar de ojos". Y es justamente por esto que ahora los investigadores planean observar la evolución del sistema para estudiar la vida de las estrellas en su fase crítica. En todo este tiempo, los astros irán arrojando al remolino enormes cantidades de material a millones de kilómetros por hora.

Por ahora, los investigadores han calculado que uno de los vientos estelares de Apep viaja a una velocidad de 12 millones de kilómetros por hora. El otro, en cambio, tan solo se movería a menos de 2 millones de kilómetros por hora. Los investigadores atribuyen esta "salvaje discrepancia" entre la velocidad de los vientos estelares a que una de las estrellas se está desprendiendo de material a un ritmo mucho más acelerado de su compañera.

Esto implicaría que una de las estrellas está experimentando una rotación casi crítica. Es decir, que está girando tan rápido que casi se está desgarrando. Los investigadores estiman que este astro acabará produciendo una poderosa ráfaga de rayos gamma de larga duración (GRB) cuando su núcleo colapse al final de su vida útil.