PERSPECTIVA CIENTÍFICA

¿Qué es la belleza y qué provoca en nuestro cerebro?

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zentauroepp18387991 belleza180821164849 / AGUSTÍN CATALÁN

Valentina Raffio

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La belleza está en los ojos del que mira. O al menos así lo dijo Francis Bacon, célebre filósofo y pionero del método científico. ¿Pero qué es lo que realmente sabemos sobre este sentimiento arrollador? Un nuevo artículo publicado en la revista 'Current Biology' (Cell Press) repasa algunas de las reflexiones más destacadas sobre la belleza desde el punto de vista tanto filosófico como científico. En este metanálisis, Aenne A. Brielmann y Denis G. Pelli analizan de qué manera se ha abordado el estudio de la belleza. Un elemento que, al fin y al cabo, condiciona gran parte de nuestras vidas.

"La belleza es muy subjetiva y por ello se ha supuesto que es intratable por la ciencia, pero algunas de sus propiedades siguen reglas simples", explica Pelli, profesor en el Departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York y autor del artículo. "Los filósofos siempre han supuesto que la sensación de belleza es un placer especial. Sin embargo, nuestro análisis muestra que la sensación de belleza puede ser simplemente un placer muy intenso, que de otro modo no sería especial", concluye el investigador.

El término estética estética fue acuñado originalmente por el filósofo alemán Alexander Baumgarten, quien lo definió como aquello "perteneciente a la belleza o a la apreciación de la misma". Una idea que, según los investigadores, está relacionada con ideas de la psicología cognitiva y la neurociencia. De acuerdo con el neurocientífico Anjan Chatterje "el término estética es utilizado para hablar de la percepción, la producción y las respuestas al arte así como las interacciones con los objetos y las escenas que evocan intensos sentimientos". Una perspectiva que, esta vez sí, da pie a estudios empíricos sobre la belleza.

Según apuntan los investigadores, el estudio de la estética desde el punto de vista científico surgió de la mano de la psicología. Unas reflexiones que empezaron con Platón, continuaron con Kant y llegaron a nuestros días a través de la pluma de autores como Oscar Wilde. Y de ahí a la ciencia, un paso. En este sentido, según explican los autores del recién publicado artículo, el estudio empírico de la belleza se ha abordado principalmente desde dos perspectivas: entender qué hace que el arte nos resulte bello (centrado en el producto) y averiguar qué ocurre en nuestra mente cuando apreciamos la belleza (centrado en el sujeto).

¿Qué es lo que consideramos bello?

La ciencia empezó a estudiar el arte para entender qué es aquello que caracteriza la belleza. Desde este punto de vista, diferentes estudios sobre la materia han puesto de manifiesto que existen determinadas cualidades de los objetos que pueden contribuir a su valor estético. Es el caso, por ejemplo, de la simetría o de aquello que entraba en la media. Esta sería la razón por la que, según apuntan algunos investigadores, una persona encuentra más atractivo un rostro simétrico y sin ningún rasgo que se distinga de la media.

De la misma manera, de acuerdo con algunas investigaciones sobre el tema, también se destaca que somos más proclives a apreciar composiciones en las que dominen curvas por encima de ángulos rectos o en las que se respete la proporción áurea, una representación matemática de unas proporciones reflejadas tanto en la naturaleza como en el arte.

¿Pero a qué se deben estas preferencias? De acuerdo con algunos estudios realizados desde la perspectiva de la psicología evolutiva, la apreciación de la belleza podría estar relacionada con la evolución como especie humana. Esto podría explicar por qué la representación de un cuerpo curvilíneo puede parece más atractivo, dada la relación de estos atributos con la fertilidad. De la misma manera, el hecho de que se prefiera un paisaje frondoso a uno desierto podría deberse a la elección de un hábitat más acogedor para la vida.

¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando observamos la belleza?

Una de las conclusiones más interesantes alcanzadas desde esta perspectiva es que un objeto es más bello cuando más simple. Diferentes estudios sobre el proceso de recepción del arte concluyeron que los objetos eran percibidos de manera más placentera cuando más simples eran de procesar. Estudios sobre la actividad cerebral han demostrado que la belleza queda reflejada en uno de los centros del placer del cerebro, situado en la corteza orbitofrontal. Una reacción que, a diferencia de lo que apuntaban algunos filósofos, se produce en cuestión de milésimas de segundo.

En este sentido, los investigadores apuntan a una posible explicación sobre por qué la belleza y el arte podrían resultar adictivos. En el momento en que una experiencia estética produce una reacción positiva en nuestro cerebro, es lógico que busquemos más estímulos que nos produzcan una sensación similar. De ahí la búsqueda de la belleza en nuestra vida cotidiana. Un proceso que, de acuerdo con los autores del artículo, condiciona desde cómo nos vestimos hasta qué lugar escogemos para ir de vacaciones. Todo sea por el placer que nos proporciona lo bello.