MITOS PELIGROSOS

Beber agua de mar, una mala decisión a evitar aunque te mueras de sed

una joven bebe agua

una joven bebe agua / MARTI FRADERA

Valentina Raffio

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Si algo nos han enseñando las películas sobre náufragos, los 'realities' de supervivencia y las aventuras de Bear Grylls es que jamás hay que ingerir agua de mar. Incluso si nos morimos de sed, si nos encontramos en una situación extrema o si nos estamos abandonados en medio de una isla desierta beber agua de mar está totalmente desaconsejado

Pero ¿por qué es malo beber agua de mar? Empecemos por sus fundamentos. ¿Alguna vez te ha pasado que mientras te dabas un chapuzón te has acabado tragando un poco de agua? Pues bien, recuerda esa sensación. El agua de mar destaca por su elevada concentración de sal. Algo que en dosis muy pequeñas, como cuando alguien te hace una ahogadilla o una ola te da directamente en la cara, puede resultar desagradable. Pero en casos de grandes ingestas, como si decidimos tomar de agua de mar cual bebida, los resultados pueden ser perjudiciales para la salud.

¿Qué le ocurre al cuerpo?

En el momento en que empezamos a beber agua de mar, nuestro cuerpo reaccionaría ante la ingesta de un líquido con elevadas cantidades de sal. Para poder procesar este extra de minerales, los riñones empezarían a trabajar para filtrar el líquido, expulsando el exceso de sodio mediante la orina. En este proceso, acabaríamos deshaciéndonos de más agua de la que inicialmente hubiéramos bebido, de ahí el peligro de la deshidratación. 

En todo este proceso, para compensar la pérdida de fluidos, es probable que experimentemos síntomas como un aumento de la frecuencia cardíaca, nauseas, debilidad e incluso delirios. Y en caso de que el agua de mar esté contaminada, claro está que los problemas gastrointestinales van de la mano con la deshidratación a la que sometemos el cuerpo al beber agua de mar.

Los orígenes y pervivencia del bulo

El bulo del agua de mar como remedio para cualquier mal de la humanidad surgió ni más ni menos que en el siglo XIX. Fue entonces cuando René Quinton, un fisiólogo y naturalista francés empezó  estudiar la composición química del agua de mar y su efecto en el organismo. Con ello acabó creando el famoso "plasma de Quinton", una dilución de agua marina filtrada y suministrada a los pacientes para "proporcionar al cuerpo los elementos necesarios para la actividad celular" y "fortalecer el sistema inmunitario".

El fisiólogo francés aconsejaba el uso de este compuesto para tratar enfermedades como el cólera, enfermedades gastrointestinales, infecciones y decenas de otras dolencias en adultos y niños. Un remedio que, en muchos casos, se planteaba como una terapia alternativa natural e inofensiva para lidiar con la dolencia provocada por patologías crónicas. 

No, no funciona

¿Pero era realmente efectivo? La respuesta es no. Así lo han demostrado decenas de estudios realizados desde mitades del siglo XX sobre el famoso "plasma de agua marina" que han acabado por desmontar el mito del agua de mar como remedio para enfermedades. En la actualidad el mito ha pervivido a través diversos gurús de las terapias alternativas que continúan aconsejando la ingesta de esta agua como un remedio. En algunas ocasiones, como en el caso de la inefectiva dieta delfín, el agua de mar se ha acabado recomendando como remedio para perder peso. Una práctica no solo sin ningún fundamento científico sino que, además, puede resultar perjudicial para la salud. 

Sin embargo, son muchas las marcas comerciales que aconsejan la ingesta de agua de mar como sustituto de las tradicionales bebidas isotónicas. Pero incluso en estos casos, las mismas marcas aconsejan consumir su especial "mezcla" o "dilución" de agua salada, agua dulce e ingredientes secretos, todos ellos pasados por largos procesos de análisis y filtrado para finalmente poder disfrutar de los beneficios "del agua natural".

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