EL ADN DE LA SEMANA

Izquierda-derecha

Unos investigadores han analizado cómo perciben ambos lados los recién nacidos

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izquierda-derecha / periodico

Pere Puigdomènech

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No estamos hablando de política, sino de nuestra orientación en el espacio. Como la definimos y como nos movemos es producto de nuestra educación, pero no del todo. Esto es lo que concluye un trabajo realizado por investigadores franceses en el que se ha analizado cómo perciben la derecha y la izquierda los bebés. Parecería que desde el inicio de nuestra vida ya somos capaces de distinguir cómo los objetos están distribuidos de izquierda a derecha.

El experimento ha sido especialmente difícil porque no es fácil analizar lo que miran y cómo miran unas criaturas nacidas apenas tres días antes. Se hizo, con permiso de los padres, en niños y niñas nacidos en un hospital de París, pero unos cuantos se pusieron a llorar, otros se durmieron y en otros casos los padres interfirieron y el experimento no se pudo hacer. Finalmente se analizó cómo 80 niños (mitad de cada sexo) fijaban la visión a la derecha o a la izquierda cuando les presentaban figuras formadas por más o menos elementos. Los investigadores concluyen que, incluso en edades tan iniciales, los niños asocian la izquierda con pocos elementos y la derecha con muchos. La implicación es que cuando producimos una serie que forma una progresión en volumen de izquierda a derecha estamos siguiendo una pauta que no es aprendida sino innata.

Nuestro organismo es simétrico, pero hasta cierto punto. Aunque en términos generales la distribución de las diferentes partes del cuerpo es similar a derecha e izquierda, en el interior tenemos los órganos distribuidos de forma asimétrica y el cerebro no tiene las mismas funciones a la derecha que a la izquierda. Algunos de nosotros somos zurdos y otros diestros y sabemos distinguir (a veces con dificultades) un lado del otro. Algunas de estas tendencias son claramente culturales. Por ejemplo, hay idiomas que se escriben en una dirección o en otra. Pero parecería que al nacer ya tenemos una tendencia a ordenar las cosas de derecha a izquierda. Más tarde estamos sometidos a otras influencias que nos acaban de hacer como somos y como observamos el mundo.