El ADN de la semana

Nobel (cosecha 2017)

La destrucción del armamento nuclear es una urgencia y hay que premiar a aquellos que nos lo recuerdan

Activistas de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares, ganadora del Nobel de La Paz 2017.

Activistas de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares, ganadora del Nobel de La Paz 2017. / periodico

Pere Puigdomènech

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La cosecha 2017 de los premios Nobel ya ha llegado. Los de Física y Química han premiado dos nuevas formas de observar la naturaleza: una en la gran visión del Universo y otra en la más pequeña de la Biología. El de Fisiología y Medicina ha distinguido un descubrimiento esencial sobre cómo funcionamos cada día los organismos vivos. Pero quizá lo más significativo ha sido el Nobel de la Paz: la destrucción de los armamentos nucleares es una urgencia y hay que premiar a aquellos que nos lo recuerdan.

El Nobel de Física ha reconocido a quienes desarrollaron uno de los observatorios que descubrieron las ondas gravitatorias predichas por la teoría de la relatividad. Esta observación se hizo hace solo dos años, pero ya ha comenzado a producir datos sobre eventos masivos como colisiones entre agujeros negros. El de Química ha premiado a tres investigadores, dos de ellos europeos, por desarrollar un nuevo tipo de microscopio electrónico que permite observar la estructura de las grandes moléculas biológicas a nivel atómico. La nueva herramienta de observación ya es rutina en muchos lugares (no en nuestro país) y permite entender el funcionamiento de procesos moleculares con todo lujo de detalles y en el entorno de la célula donde funcionan. Son por tanto dos nuevas vías abiertas a la observación.

El Nobel de Fisiología y Medicina ha sido otorgado a los descubridores del mecanismo que controla los ritmos diarios en los organismos vivos. Despertar y dormir es el pan de cada día. Los animales e incluso las plantas deben modular su actividad según el ritmo del día y de las estaciones. Que el control se realice mediante un reloj interno en nuestras células fue un gran descubrimiento. Pero todo esto no serviría para nada si alguien activara el botón de la guerra nuclear. De todas las amenazas que tiene nuestro planeta, esta es la más cierta. El número de bombas atómicas no disminuye y últimamente hemos visto dirigentes que juegan a utilizarlas. Todo lo que se haga para premiar a aquellos que se oponen será poco.