La UPC se pone en órbita
Antonio Madridejos
Periodista
ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA
En las instalaciones del NanoSat Lab de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), en el campus de Barcelona, una gran pantalla muestra la situación de diversos satélites que en esos momentos están recorriendo el cielo terrestre. Uno de ellos, bautizado como CubeCat-2, un pequeño paralepípedo de 24 x 34 x 10 centímetros, forrado con una cubierta de paneles solares que le suministran energía, fue concebido, diseñado y desarrollado en esas mismas instalaciones por un equipo de profesores, estudiantes y jóvenes ingenieros.
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El nanosatélite universitario, que es el primer satélite 'made in Catalunya', fue lanzado con el éxito el pasado 15 de agosto de la base china de Jiuquan y en breve se espera empezar a recibir los primeros datos de los tres equipos científicos que lleva a bordo.
El CubeCat-2, lleva a bordo tres experimentos para demostrar la viabilidad de diversas tecnologías "vinculadas al uso las señales de los sistemas de navegación por satélite, como GPS, Galileo o Glonass", como destaca Adriano Camps, profesor del Departamento de Comunicaciones y Teoría de la Señal de la UPC y uno de los responsables del NanoSat Lab. También lleva un magnetómetro experimental concebido para e-Lisa, el futuro observatorio de ondas gravitacionales de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Para el lanzamiento, el nanosatélite de la UPC y otros dos ingenios universitarios del mismo tipo, conocidos genéricamente como CubeSats, aprovecharon en agosto el espacio disponible en un cohete chino LM-2D cuya misión esencial era poner en órbita un ambicioso satélite llamado Mozi-Quess, dedicado a explorar las posibilidades de la cuántica en las comunicaciones.
El CubeCat-2, que pesa unos siete kilos, se situó en una órbita polar y casi esférica a unos 500 kilómetros de altura. "Cada día solo pasa dos o tres veces por encima de nuestras cabezas, pero siempre emite señales que pueden ser detectadas en otros rincones del mundo. Sabemos que está bien", explica el investigador Ricard Castellà.
TECNOLOGÍA DE USO COTIDIANO
Es en cierta manera un ingenio sencillo, con una trayectoria fija (no tiene propulsión propia) y una vida útil estimada de al menos dos años. Buena parte de la tecnología que lleva a bordo existe comercialmente en el mercado y es de uso cotidiano. No obstante, los nanosatélites del tipo CubeSat tienen las mismas funcionalidades que un satélite convencional. "Con ellos puedes probar cosas en el espacio que no ha probado nunca nadie antes -recuerda Camps-, como poner en órbita cargas útiles para hacer experimentos científicos o para analizar el comportamiento de un material o de una tecnología".
Aunque los primeros conceptos datan del 2003, el proyecto en sí se inició oficialmente en el 2011, unos plazos relativamente rápidos para tratarse de un ingenio del ámbito universitario. De hecho, debido a la disponibilidad del lanzador chino, el CubeCat-2 ha acabado adelantando a otro satélite desarrollado con anterioridad por la UPC, el CubeCat-1, que aún espera ser puesto en órbita desde Estados Unidos por un cohete de la empresa Space X.
CARGA ÚTIL
La carga útil principal del CubeCat-2 es el reflectómetro Pycaro, que está diseñado para comparar una señal directa procedente de sistemas de navegación por satélite (o GNSS en inglés) con la misma señal que se ha reflejado en la Tierra. "Por lo tanto -explica la UPC-, Pycaro funciona como lo que se llama un radar biestático, es decir, sin emitir señal, solo captando las que emiten otros sistemas". Mediante este técnica que se conoce como GNSS-R, "se podrán obtener datos muy precisos de altimetría oceánica o del estado del mar, entre otras aplicaciones", dice Camps. Por ejemplo, para analizar la humedad del terreno se obtendrá una resolución de 300 metros por píxel, frente a los 50 kilómetros del satélite SMOS de la ESA
Al margen de los experimentos científicos, CubeCat-2 posee asimismo una clara vocación educativa, puesto que permite que estudiantes de los últimos cursos entren en contacto directo con el mundo de los satélites y las telecomunicaciones, incluyendo el diseño o el análisis de los datos obtenidos. "Para muchos alumnos es un gran reto, a veces un reto no apto para impacientes, puesto que algo de este tipo no se organiza en un solo año", añade Camps.
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