EL FUNDADOR DE SPACEX

Elon Musk: el arquitecto del futuro

El visionario sudafricano está estrechando las fronteras del espacio y la adaptación a una vida ecológicamente más sostenible

Elon Musk con Barack Obama en Cabo Cañaveral en el 2010.

Elon Musk con Barack Obama en Cabo Cañaveral en el 2010. / JY/gk

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Como tantos otros alumnos de Silicon ValleyElon Musk se hizo un nombre en la industria al vender por cientos de millones de dólares las primeras compañías de 'software' que salieron de su cabeza. Pero a diferencia de muchos de sus colegas, el sudafricano de 44 años no se ha conformado con transformar la forma en que interactuamos en el mundo digital. Musk piensa en grande y se atreve con los grandes desafíos del futuro.

Trenes supersónicos que viajan suspendidos por una cápsula de aluminio. Placas solares para el hogar. Cohetes reutilizables capaces de abaratar los viajes al espacio. O coches deportivos completamente eléctricos. Es algo así como el prototipo del industrial del futuro, un cruce entre Steve Jobs, John Rockefeller y Howard Hughes, según lo han descrito sus allegados. Su sueño es levantar colonias habitables en Marte.

Nacido en la Pretoria sudafricana en los últimos años del 'apartheid', sus padres se separaron cuando tenía nueve años y en el colegio fue uno de esos niños víctimas de acoso, hasta el punto que tuvo que ser hospitalizado tras sufrir una paliza de sus compañeros. A los 12 años aprendió a programar con el Commodore y siendo todavía un adolescente hizo sus primeras incursiones como empresario, montando unos recreativos de máquinas de videojuegos. Pero su futuro estaba lejos de casa.

Empezó la universidad en Canadá, el país de origen de su madre, y acabó graduándose en Económicas y Físicas en la Universidad de Pensilvania. Allí empezó su amor infinito por Estados Unidos. Musk se ha definido como “nauseabundamente proestadounidense”, describiendo a su país de acogida como “el mejor país que ha existido nunca en la Tierra”.

Suena hiperbólico, pero posiblemente no hubiera podido dar forma a sus sueños en ningún otro lugar del mundo. Su carrera como inventor, empresario e industrial despegó en 1995 cuando vendió Zip2, una empresa de 'software' cartográfico, a Compaq por más de 300 millones de dólares. Aquel dinero le sirvió para fundar X.com, que con el tiempo acabaría convertida en PayPal, una de las mayores compañías del mundo de transferencias de pago electrónicas. Ebay la compró en el 2002 por 1.500 millones de dólares en acciones y Musk se embolsó 165 millones. “Una de las grandes virtudes de Elon es su capacidad de transformar su visión en un mandato divino”, dijo hace unos años Max Levchin, el cofundador de Paypal. “Cuando alguien dice eso es imposible, se encoge de hombros y dice ‘creo que yo puedo hacerlo’”.

Con los dividendos de sus primeros proyectos, Musk puso en marcha Space XTesla o Solar City, dedicada a la instalación de placas solares. Su mundo de ciencia ficción empezó a tomar forma y como si la naturaleza quisiera refrendar su fe en lo improbable le concedió gemelos y después trillizos, todos niños y todos concebidos in vitro durante su primer matrimonio con la escritora canadiense Justine Wilson. Antes habían perdido a su primer hijo, fallecido por el síndrome de muerte súbita infantil a las 10 semanas. Wilson ha contado que Musk no es especialmente hábil en las relaciones sociales y que la gente solía definirlo como “robótico” por su dificultades, por ejemplo, para abrazar a otros.

LEJOS DE LA TIERRA

Lo cierto es que su cabeza parece estar parte del tiempo bastante lejos de la Tierra, como esos superhéroes que viven vidas paralelas entre una realidad mundana y otra extrasensorial. Refiriéndose a sus niños, le dijo recientemente a 'Vogue': “Con un poco de suerte, cuando crezcan estaremos en proceso de convertirnos en una civilización multiplanetaria. Con un poco de suerte tendremos una pequeña base en Marte. Lentamente llegaríamos allí en seis meses, pero creo que podríamos hacerlo en solo tres”.