PARTICIPACIÓN ESPAÑOLA

Un potencial tratamiento contra la malaria muestra su eficacia

Un bebé recibe la vacuna experimental de la malaria en Kombeua (Kenia), en octubre del 2009.

Un bebé recibe la vacuna experimental de la malaria en Kombeua (Kenia), en octubre del 2009.

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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Un equipo internacional de investigadores ha descubierto un nuevo compuesto contra la malaria que en las pruebas en laboratorio, con ratones, ha mostrado un amplio potencial curativo. La molécula, que técnicamente es llamada DDD107498 o simplemente 498, ataca el protozoo Plasmodium falciparium, el parásito responsable de la enfermedad, en todas las fases del ciclo de vida.

"El compuesto no solo ha mostrado efectos curativos muy buenos, sino que además parece bloquear la transmisión de la enfermedad en las nuevas picaduras del mosquito y tiene un poder protector", explica la primera firmante del trabajo, Beatriz Baragaña, investigadora española que trabaja en la Universidad de Dundee, en el Reino Unido.

La investigación, cuyos detalles se han publicado en la revista Nature, ha sido coordinada por Ian Gilbert (Universidad de Dundee), con la participación de investigadores españoles, estadounidenses, australianos, suizos y holandeses.

Beragaña, química-médica que estudió en la Universidad de Oviedo y reside en Escocia desde hace 14 años, explica que la droga podría utilizarse en una sola dosis y su fabricación sería barata, menos de un dólar. "Esto es esencial teniendo en cuenta los potenciales usuarios", explica desde Dundee. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la malaria o paludismo es una de las peores enfermedades en términos de mortalidad, con 584.000 decesos anuales, gran parte niños y mujeres embarazados en países del África subsahariana. Además, cada año se producen unos 200 millones de casos.

"Tenemos una necesidad urgente de encontrar nuevos fármacos terapéuticos -prosigue la investigadora- porque los que existen actualmente tienen un enorme problema de resistencias". El último fármaco efectivo salió al mercado hace 20 años.

El DDD107498, que fue desarrollado a partir de un programa de cribado contra el parásito de la malaria en su estadio en sangre (había 4.700 buenos candidatos), bloquea la síntesis de proteína en el parásito y lo mata. Muy posiblemente, el compuesto podría emplearse con otros fármacos antimaláricos para dificultar aún más el desarrollo de resistencias, afirma Baragaña.

Ratones y otros animales

Como el plasmodio de la malaria no afecta a los ratones, lo que se ha hecho es crear unos ratones que, grosso modo, sí se pueden infectar, añade la investigadora de Dundee. Estas pruebas se han desarrollado en las instalaciones de la multinacional GlaxoSmithKline (GSK) en la localidad madrileña de Tres Cantos.

Los resultados obtenidos son muy prometedores, pero no definitivos, además de que es necesario probar el fármaco con animales de un tamaño superior, prosigue la investigadora de Dundee. Una de las claves, por ejemplo, es analizar su posible toxicidad. Esta fase se desarrollará en Alemania, en la sede de la farmacéutica Merck Serono. Los ensayos en humanos podrían empezar en 12 meses

El ciclo del plasmodio

La molécula actúa en la fase hepática y en la fase de reproducción del parásito. La infección en el ser humano no se produce directamente en la sangre: cuando el mosquito anófeles (portador del parásito) pica a una persona, partes del Plasmodium se dirigen al hígado y es en ese órgano donde empieza la infección. Una vez allí, el parásito se multiplica y es capaz de proliferar de modo que cada individuo puede dar lugar a 10.000 nuevos parásitos. "Entonces empieza la fase sintomática con fiebres", dice Baragaña. "Si esta división no se controla puede llegar a colapsar los vasos sanguíneos, el riego e incluso producir la muerte", añade Francisco Javier Gamo, también firmante del artículo y director de la unidad de malaria de GSK.

Baragaña insiste en que todavía no pueden lanzarse las campanas al vuelo y que, incluso en el mejor de los casos, la comercialización de un fármaco curativo podría demorarse varios años, al menos cinco.

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