Golpe al renacimiento de unas ideas pseudocientíficas

La ciencia vapulea el rebrote de las teorías que vinculan cara y carácter

Las biólogas Neus Martínez Abadías (izquierda) y Mireia Esparza, en la UB.

Las biólogas Neus Martínez Abadías (izquierda) y Mireia Esparza, en la UB.

MICHELE CATANZARO
BARCELONA

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Los melancólicos tienen frente saliente y los criminales, mandíbulas largas. Ideas como estas parecían sepultadas desde los albores del siglo XIX, una vez pasado el momento álgido de la frenología, la disciplina hoy desacreditada que vincula el carácter con las forma del cráneo. Sin embargo, un goteo de estudios ha vuelto a proponer en los últimos años que las medidas y la morfología de la cabeza pueden explicar algo tan complejo como el carácter.

Un grupo de investigadores catalanes, argentinos, mexicanos y brasileños han querido poner, de nuevo, los puntos sobre las íes y con un estudio de 5.000 individuos, publicado en la revista PlosOne, han desmentido la conjetura frenológica más repetida: que el ancho de la cara de un varón esté vinculado con su agresividad y éxito reproductivo.

DISCRIMINACIÓN / «Estos falsos índices faciales podrían representar un estigma en una entrevista laboral o en un juicio, o llevar a perjuicios raciales», alerta Rolando González José, biólogo del Centro Nacional Patagónico y coordinador del estudio. «La biología no influye en el comportamiento de forma tan simple que se pueda predecir el comportamiento por la anatomía facial», añade. «El carácter surge de una interacción compleja entre genética y ambiente», insiste Mireia Esparza, antropóloga de la Universitat de Barcelona y coautora del artículo junto con la bióloga del Centre de Regulació Genòmica Neus Martínez Abadías.

En los últimos cinco años revistas prestigiosas como Proceedings of the Royal Society B, Trends in Cognitive Sciences, Psychological Science o la misma Plos One han publicado estudios que parecen resucitar la frenología. Buena parte de ellos se concentran en la fWHR: la ratio entre la anchura de la cara de pómulo a pómulo y su altura de los ojos a los incisivos superiores. En los varones, caras más anchas revelarían caracteres más agresivos. Esta magnitud estaría asociada, según dichos trabajos, con el número de tarjetas rojas recibidas por jugadores de hockey; la propensión de estudiantes de empresariales a mentir; y el éxito de directivos de empresa. Además, las mujeres preferirían las caras anchas, garantía de mejor defensa de la prole.

Varias investigaciones han encontrado defectos en esos estudios. «Sin embargo, no dejan de aparecer: teníamos que responder», explica González José. «A veces hay que volver a demostrar cosas que ya se saben, para evitar caer en situaciones como el auge del creacionismo en Estados Unidos», dice Esparza.

FOTOS Y CALAVERAS / El equipo buceó en bases de datos de medidas craneales de 4.960 individuos. Entre ellas, fotos de presos en la cárcel de México, cuyos crímenes varían del homicidio a faltas menores. Los investigadores no hallaron diferencias significativas entre sus anchuras faciales en función del delito. Tampoco diferían de una muestra de ciudadanos sin condena de la misma ciudad.

Luego, los científicos agruparon todos los datos en función del origen urbano, indígena o rural de los individuos, grupos cuyo nivel de violencia sigue este orden de menos a más. Sin embargo, tampoco se vio ninguna correlación con el parámetro fWHR. Finalmente, si de verdad las mujeres prefirieran a los hombres de caras anchas, estos deberían tener más hijos y el rasgo debería haberse difundido entre los hombres a lo largo de las generaciones. Pero en una muestra de cráneos de cuyos propietarios se conocían las relaciones familiares no se vio ningún efecto en la prole. En promedio, el índice fWHR no difería entre los sexos.

Michael Haselhuhn, de la escuela de negocios de la Universidad de California, coautor del más reciente de los estudios criticados, niega ser un frenólogo. «Nosotros trabajamos a partir de datos: si no halláramos resultados, no los publicaríamos», afirma, y considera que la investigación sobre agresividad no desmiente sus trabajos sobre la tendencia a mentir. «Una correlación puede tener muchas explicaciones -replica González José-. Por ejemplo, los jugadores de hockey con más tarjetas rojas suelen ser los defensores, que también suelen ser más corpulentos: nada que ver con genética y agresividad», explica.

SIMPLE Y MEDIÁTICO / Según el investigador, las nuevas teorías frenológicas se explican por el uso de métodos psicológicos alejados de las ciencias empíricas y por el deseo de hallar explicaciones simples y de gran impacto mediático. También Assumpció Malgosa, profesora de Antropología Física de la Universitat Autònoma de Barcelona (no implicada en el estudio de Plos One) es escéptica: «Si ni con la resonancia magnética logramos hacer predicciones, ¡menos con medidas de la cara! Sabe mal que, en lugar de abrir nuevos caminos, haya que volver a las andadas».H