Ciclismo

La Vuelta a España femenina ha llegado para quedarse

Las seis razones para no perderse la Vuelta femenina.

Un bárbaro Jumbo gana la contrarreloj individual.

Victoria Charlotte Kool

Victoria Charlotte Kool / LA VUELTA / SPRINT CYCLING

Sergi López-Egea

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La Vuelta a España femenina -segunda etapa, victoria de la neerlandesa Charlotte Kool al esprint- ha llegado para quedarse y para evidenciar los pasos agigantados que día a día están dando las mujeres ciclistas, aunque todavía son muchas las metas, casi se podría decir las metas volantes utilizando un término relacionado con este deporte, que todavía deben superar.

Hace algunas décadas el ciclismo femenino corría prácticamente en la clandestinidad. Este periodista recuerda los comentarios sexistas de un mecánico de la selección española cuando Joane Somarriba, la primera gran estrella del ciclismo español, le pidió que le acondicionase el plato de su bici porque le hacía ruido antes de salir a entrenar en uno de los mundiales de ciclismo celebrados al principio de este siglo.

Trabajo en equipo

Ahora sería imposible. Ahora viven, corren y estructuran las etapas tal cual lo hace el pelotón masculino. Se trabaja en equipo, se cuida a la velocista, en etapas como la de este martes, que no tenga que dar una pedalada de más protegida del viento, subiendo a rueda los repechos que aparecen por el camino, para que pueda ejercer su poderío y su fuerza cuando llega el instante determinado del esprint final.

Ya disponen en carreras como la Vuelta de dos coches auxiliares, después del cierto caos que se vivió en el pasado Tour (el primero organizado por ASO, los propietarios de la ronda francesa) cuando las corredoras solo tenían un vehículo tras ellas ante cualquier adversidad (caída, alimentación, incidente mecánico, entrega o recogida de ropa) que pudieran sufrir. Los ciclistas masculinos llevan siglos con el auxilio de dos coches en cualquier carrera que disputan.

Siete corredoras por equipo

A esta Vuelta los equipos han acudido con siete corredoras, el número habitual en bloques masculinos que se estipula en carreras de una semana. Queda el debate de si sería necesario dotar a carreras como la Vuelta, el Giro o el Tour femeninos de mayor número de etapas y seguramente buscar unas fechas más idóneas sin que coincidan con las grandes citas masculinas (la ronda española femenina se sentenciará este fin de semana mientras el Giro da las primeras pedaladas) para darles mayor impacto mediático: las imágenes televisivas mostraban en esta segunda etapa de la ronda española unas carreteras demasiadas despobladas al paso de las mujeres.

En Italia, el Giro se dispone a partir del año que viene a cambiar las fechas de su carrera porque eso de correrse mientras se disputa el Tour no es lo suyo precisamente para impulsar el deporte femenino a golpe de pedal. Y la idea que tuvieron los organizadores de la ronda francesa para ampliar la prueba con una cuarta semana con las mujeres entrando en acción fue algo que dio más que oxígeno al ciclismo femenino; una fórmula, por cierto, que se repitirá este año cuando las mujeres subirán por primera vez el Tourmalet con las líderes vistiendo los mismos ‘maillots’ conmemorativos que los hombres.

La segunda etapa, disputada a casi 40 kilómetros de promedio (39,6 para ser exactos) finalizó con una llegada masiva, sin demasiada historia por un trazado poco exigente. Marianne Vos, una de las grandes estrellas de este deporte, se aupó con el jersey rojo. La tercera etapa, este miércoles, conducirá a las corredoras desde Elche de la Sierra a La Roda, en Albacete, a través de 158 kilómetros otra vez llanos.