La próxima ronda francesa

El Puy de Dôme, el volcán olvidado, vuelve al Tour en 2023

La legendaria cima, habitual desde 1952, se ascendió por última vez en 1988, el año de Pedro Delgado.

 Ahora está prohibida la subida, incluso en bici, y solo se puede hacer con un tren cremallera inaugurado en 2012.

Puy de Dôme

Puy de Dôme / PUY DE DÔME

Sergi López-Egea

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Cuenta la leyenda que en 1959 Federico Martín Bahamontes buscó un teléfono de forma desesperada para llamar a Fermina, su mujer, y contarle que había ganado la cronoescalada al Puy de Dôme donde comenzó a cimentar la victoria en el Tour tras sacarle casi minuto y medio a Charly Gaul, que estaba llamado a ser su gran rival antes de que las pájaras lo atormentasen en su empeño por volver a llegar de amarillo al Parque de los Príncipes de París.

El Puy de Dôme, la cima más emblemática del Macizo Central, la montaña que se ve desde cualquier lugar de Clermont Ferrand, era una cita habitual del Tour, desde que se subió por primera vez en 1952 (triunfo de Fausto Coppi camino de su segunda victoria en Francia) hasta que desapareció de la vida de la ronda francesa, en 1988, en el año triunfal de Pedro Delgado.

La primera pared

Los ciclistas, ahora legendarios, se habían acostumbrado a la que se podía considerar la primera pared de la historia ciclista, una subida que ahora sería típica de la Vuelta, corta, explosiva, y que obliga a los corredores a retorcerse de forma extraordinaria, sobre todo cuando las bicis llevaban desarrollos salvajes antes de que se adaptasen los cambios suaves creados por el ciclismo de montaña.

El tren cremallera es el único medio para subir ahora a la cima del Puy de Dôme.

El tren cremallera es el único medio para subir ahora a la cima del Puy de Dôme. / PUY DE DÔME

El Puy de Dôme, el volcán de Francia y el principal de la Auvernia, volverá el año que viene a la disciplina del Tour tras 35 años de ausencia, después de que se cerró definitivamente la barrera que al pago de un peaje permitía subir a la cima en coche o en bici. Quedó la cumbre como el símbolo de una lucha ecológica, aunque las bicicletas, sin humo y sin motor, también fueron sacrificadas y con ello el espectáculo en una subida en la que se han exhibido alguno de los mejores actores de este deporte.

La leyenda

El volcán regresa en 2023 con sus 1.465 metros de altitud y una leyenda que va más allá del ciclismo, con sacrificios en la prehistoria y una última erupción que se remonta al año 5.760 antes de Cristo. Y lo hará sin el calor del público y muchas restricciones en cuanto a vehículos de equipo para preservar en lo posible el impacto ecológico sin restar espectáculo ciclista y con la carretera mucho más estrecha que cuando Johnny Weltz, un danés afincado en Catalunya, ganó por última vez en 1988.

Y es que en 2012 se estrenó la ruta a la cima por un tren cremallera para convertir en rito turístico la visita al observatorio, con unas vías que ocupan buena parte del ascenso ciclista.

Anquetil y Poulidor, en el Puy de Dôme (1964).

Anquetil y Poulidor, en el Puy de Dôme (1964). / ARCHIVO DAVID GUÉNEL / ROGER KREIGER

Al lado del observatorio está la antena de la televisión francesa que estrenó en 1964 la primera retransmisión en directo del Tour, precisamente en la ascensión al Puy de Dôme para que todo el país pudiera ver en directo el memorable duelo entre Jacques Anquetil y Raymond Poulidor, que perseguían a Julio Jiménez, el ‘Relojero de Ávila’, fallecido el pasado 8 de junio. Tan intensa fue la pelea entre los dos grandes protagonistas de la edad de oro del ciclismo francés, que hasta se tocaban los hombros, nadie cedía, hasta que Poulidor bajó un piñón para descolgar a Anquetil, que cruzó la meta 42 segundos más tarde, aunque con la satisfacción de haber salvado su quinta y última victoria en París.

La agresión

El Puy de Dôme también esconde su cara negra por la desfachatez de un espectador, un ultra del pensamiento francés que quiso acabar por la vía directa con el dominio de Eddy Merckx. 1975, El ‘Caníbal’ asciende por el volcán vestido de amarillo, convencido de que tiene controlado a Bernard Thévenet, y que va camino de su sexta victoria en el Tour. Surge de la nada, entre el público entusiasta y pacifista, la mano cerrada de un espectador: puñetazo directo al hígado de Merckx, hematoma en su máxima intensidad que pone en jaque al belga, quien dos días más tarde, convaleciente de la agresión, cede en Pra Loup para sufrir el mayor desfallecimiento de su carrera deportiva y decir adiós a la victoria en París.

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