El Tourmalet

El Tourmalet: Jaén, provincia de Flandes

Han llegado a la ruta de la Vuelta los primeros aficionados belgas, con sus autocaravanas y las banderas con el León flamenco para animar a Remco Evenepoel.

Evenepoel Pandera

Evenepoel Pandera / LA VUELTA / CHARLY LÓPEZ

Sergi López-Egea

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Bélgica siempre expresa un cariño especial hacia los ciclistas. Son deportistas, en muchos casos, más admirados que los futbolistas y héroes de un pueblo… son los hijos que todos los padres desearían tener. Y hasta en muchos casos sirven como vínculo de unión entre dos comunidades, la flamenca y la valona, irreconciliables en muchísimos otros aspectos de la vida cotidiana.

Difícilmente se encontrará a un valón que proteste por el acento flamenco de Eddy Merckx o que renuncie a admirar al deportista más grande de la historia de Bélgica. Y con Remco Evenepoel ocurre lo mismo y hasta se le perdona que cuando en una conferencia de prensa se le pregunta en francés, y la cuestión llega a través de un enviado especial de un diario valón, él responda en inglés. Que hable la lengua que quiera pero que gane la Vuelta y no vuelva a hacer sufrir al pueblo belga descolgándose en la subida a La Pandera.

Las autocaravanas

Jaén con sus olivares, más secos que otras veces, sin que los insectos hagan nota de presencia falleciendo en el parabrisas del coche, aunque las moscas se pongan pesaditas mientras se escribe la crónica de la etapa, se transformó el sábado en una especie de provincia de Flandes, porque allí estaban las autocaravanas, las mismas que viajan por la ruta del Tour con las banderas del León de Flandes, símbolo de los movimientos nacionalistas flamencos. Eran autocaravanas aparcadas en la carretera que llevaba a la cima de Los Villares y donde los aficionados belgas sintieron preocupación cuando vieron aparecer al pelotón de las figuras con un neerlandés llamado Robert Gesink tirando como un loco para aislar a Evenepoel. De hecho, ya vieron por allí muy pocos uniformes blancos y azules, los que representan a los corredores del Quick Step, equipo belga, por supuesto, y donde corre el líder de la Vuelta.

En el Tour es habitual verlos. Da igual que sea al lado de la frontera belga, en los territorios de los adoquines del ‘Infierno del Norte’, o aparcados en la ruta de los Pirineos. Hay belgas que hacen coincidir sus vacaciones con la ronda francesa. Preparan el viaje todo el año y aparcan las caravanas en la carretera, porque cuando pasa el Tour se hace la vista gorda y no se obliga a pernoctar en los campings, con alguna comodidad añadida, pero con el obligado cobro del peaje. 

Tertulias ciclistas

En Francia se reúnen belgas que no se conocen, que entablan amistad mientras hablan de ciclismo a sorbos de cerveza y siempre recuerdan lo que les contaron los padres y los abuelos. Que hubo un ciclista tan enorme que era capaz de ganar todas las carreras, fueran de un día, de una semana o de tres. Lo hacía de febrero a octubre. Lo apodaron ‘El Caníbal’, cinco Tours, cinco Giros y una Vuelta, entre infinidad de victorias, en el palmarés de Eddy Merckx.

Todos los ciclistas belgas han crecido bajo esa influencia, aunque cuando nacieron Merckx ya se había retirado, de eso hace 45 años, y siempre los aficionados, sean valones o flamencos, han tratado de buscarle un sustituto, aunque difícilmente nunca habrá otro Merckx, como tampoco un nuevo Miguel Induráin.

El fastidio de Evenepoel

Así se ha hecho ciclista Evenepoel, al que le fastidia, y mucho, que le pregunten, lo comparen o hasta lo llamen ‘El pequeño caníbal’, entre otras cosas porque Merckx nunca le ha profesado una especial devoción.

Y así llegaron el sábado a la ruta de la Vuelta los primeros belgas con sus ‘leones’ flamencos para mostrarle cariño a Evenepoel y para convertir a Jaén en una provincia de Flandes. Vamos, que pusieron una pica en Andalucía

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