El Tourmalet

El Tourmalet: la admiración hacia Enric Mas

El ciclista mallorquín ha superado con matrícula la crisis de esta temporada, que se acentuó en el Tour, para volver a ser el corredor competitivo que ahora ocupa la tercera plaza de la Vuelta.

Enric Mas, contrarreloj

Enric Mas, contrarreloj / MOVISTAR TEAM / SPRINT CYCLING AGENCY

Sergi López-Egea

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No hay peor situación para un deportista que entrar en una crisis, temores y hasta dudas por lo que estás haciendo. Se puede penetrar en una espiral cuyo destino final no es otro que perder la fe y la confianza en ti mismo y hasta creer que no estás hecho para el deporte que practicas, o que ya es hora de empezar a buscar otra orientación en tu vida.

A Tom Dumoulin, tal vez el corredor neerlandés mejor dotado para las carreras de tres semanas tras la retirada de Joop Zoetemelk, le sucedió un hecho parecido. Se tomó primero unos meses sabáticos y regresó con un buen papel en los Juegos de Tokio. Pero esta temporada ya se le hizo tan cuesta arriba que al final optó primero por tomarse un descanso y después por comunicar su retirada definitiva del ciclismo después de ganar un Giro, ser segundo en otro y acabar también en la segunda posición del Tour.

El caso de Valverde

Alejandro Valverde sorprendió hace unos años cuando confesó que también padeció una crisis personal a principios de esta década y que lo pasó muy mal. Gracias, sobre todo, al apoyo familiar recuperó las fuerzas anímicas que había perdido para volver a ser el corredor que se entusiasmaba con este deporte, tanto que ha alargado su carrera hasta los 42 años.

Enric Mas pudo ahogarse en estas aguas turbulentas que provoca la mente. Todo empezó a consecuencia de las caídas bajando montañas que sufrió este año, primero en la Tirreno-Adriático, luego en la Itzulia y finalmente en el Critérium del Dauphiné. Entrar en pánico, o casi, cuando los ciclistas afrontan las bajadas de los puertos a una velocidad vertiginosa es fatal para cualquier corredor y todavía más cuando se pretende luchar por la clasificación general, antes en el Tour, y ahora en la Vuelta.

Necesitó una doble ayuda; un psicólogo y un corredor de ciclismo de montaña, especialidad muy técnica y hasta muy agresiva a la hora de afrontar los descensos.

La situación en el Tour

Pareció que lo había superado cuando llegó el Tour, pero las cosas no le salieron bien -solo se le recuerda la subida de Alpe d’Huez entre los grandes activistas de la carrera- y terminó totalmente agarrotado en las bajadas previas a la ascensión final a Hautacam, en la despedida pirenaica de la carrera, justo en la última etapa de montaña. Por eso, cuando comprobó que había dado positivo en un control de antígenos interno de su equipo, fue como encontrar una puerta de salida a la casa de los horrores.

Bien es cierto que el corredor siempre mantuvo que, si daba positivo, aunque no tuviera síntomas o sin riesgo de contagiar a los adversarios, como ha sucedido ahora en la Vuelta con Juan Ayuso, él se retiraba porque no sabía que consecuencias físicas podía acarrear exponer el cuerpo con covid al máximo esfuerzo en una competición como el Tour. Mas procede de una familia relacionada con la medicina y por lo tanto siempre hay que considerar sus argumentos en este campo. Al Movistar, absolutamente necesitado de puntos para evitar el descenso, le habría gustado que continuase en carrera, pero la palabra la tenía el propio ciclista.

El reencuentro

Mas ha sabido reencontrarse a sí mismo para regresar en la Vuelta a lo grande y mucho mejor físicamente que hace un año cuando terminó la carrera en segunda posición por detrás de Primoz Roglic. Ha vuelto además transmitiendo alegría. Se le ve feliz con los compañeros, habla con los adversarios y ordena y manda al Movistar ponerse al frente del pelotón cuando cree que ha llegado una ocasión para buscarle las cosquillas a la Vuelta. Y hasta tuvo la dicha de realizar su mejor contrarreloj individual desde que fichó por la escuadra telefónica.

Sigue siendo, por mucho que aprieten por detrás los jóvenes Carlos Rodríguez y Ayuso, el mejor corredor español del momento para carreras de tres semanas. Faltarle el respeto, que no es lo mismo que recibir críticas o juzgarlo deportivamente cuando las cosas no salen bien, es un hecho impresentable y casi tan antideportivo como hacer trampas en cualquier especialidad, con o sin bici.

Mas corre convencido de que se puede intentar ganar la Vuelta, aunque en estos instantes Remco Evenepoel, con las dudas que despierta Roglic, parezca un muro imposible de escalar. Por eso, al margen del guion que se escriba en la última semana de carrera -ojo para todos- la actuación del corredor mallorquín solo puede ser digna de aplaudir. Además, siempre hay que recordar, por muy joven que parezca la pareja que empuja por detrás, que solo tiene 27 años y que ha crecido siguiendo las pautas del ciclismo de toda la vida, experiencia en los años en los que ya destacan Rodríguez y Ayuso, para consolidarse camino de los 30.

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