El Tourmalet
El Tourmalet: el ciclismo que no vieron Carlos Rodríguez y Ayuso
Las nuevas figuras españolas nacieron en 2001 y 2002, los años en los que Armstrong dominaba el Tour y había que corregir las clasificaciones generales de las grandes vueltas a consecuencia de los positivos, que no eran precisamente causados por el covid.

Figuras Vuelta / LA VUELTA / CHARLY LÓPEZ


Sergi López-Egea
Sergi López-EgeaPeriodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. He seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
Fueron los años que se vivieron peligrosamente. Eran 2001, cuando nació Carlos Rodríguez, y 2002, el del nacimiento de Juan Ayuso. Fueron tiempos que no deberían volver nunca, una época convulsa que a punto estuvo de cargarse al ciclismo y eliminar cualquier posibilidad de que 21 y 19 años después dos jóvenes corredores estén luchando ahora en la general de la Vuelta y lleven consigo una nueva luz, como nunca se había visto, en conjunto y a la vez, en la historia del ciclismo español.
Si este deporte hubiese continuado pedaleando entre las tinieblas del dopaje seguramente ni a los padres de Rodríguez ni a los de Ayuso se les habría ocurrido orientar a sus hijos hacia la senda del ciclismo. Podrían ser buenos deportistas, pero en otras disciplinas, porque ningún padre con un mínimo sentido común habría recomendado a sus hijos penetrar en el mundo de un deporte inspirado en la droga.
Lance Armstrong
Una Vuelta, como la que ahora nos ocupa, por ejemplo en 2001 y 2002, suponía estar meses después pendiente de los análisis y contraanálisis de los laboratorios antidopaje. Los periodistas que seguíamos este deporte nos habíamos tenido que convertir en estudiosos de la farmacología. Podías entusiasmarte con un corredor en concreto y hasta preguntar por sus hábitos. Y, por supuesto, te engañaban al asegurar que se trataba de un ciclista sano, legal, buen tipo (que seguro que lo era) y hasta podías creer que era distinto a los demás.
Cuando nacieron Rodríguez y Ayuso, Lance Armstrong, que existió, era el ciclista dominador y el que ganó siete Tours de forma consecutiva, siete veces sonando el himno estadounidense en los Campos Elíseos, unas veces con la bandera tejana y otras con la de su país en los hombros. Sus adversarios iban cayendo, uno tras otro, en el trazado del dopaje. Él sobrevivía porque era el mejor, que seguramente lo era, y hasta era tan bueno que no necesitaba ningún plus extra al margen de dos piernas que lo impulsaban como un obús a la primera curva de Alpe d’Huez.
Y, cuidadín, con el que se atreviese a salirse del redil, a mostrar como mínimo dudas sobre el triunfo de Armstrong, porque la querella, los abogados que se ponían en marcha revisando la letra pequeña de un reportaje, estaba en el orden del día.
Eufemiano Fuentes
Cuando Rodríguez era un bebé de siete meses Ángel Casero ganó la Vuelta. Pocos días después de su victoria se filtró un mensaje de voz que el corredor había recibido en su teléfono móvil durante la disputa de la carrera. Hablaba Eufemiano Fuentes y le advertía que las bielas ya habían llegado. Siempre quedó la duda de si el médico canario se dedicaba también a facilitar material mecánico a los corredores.
Al año siguiente, Juan Ayuso nació en Barcelona, donde estaba trabajando como economista su padre, alicantino, antes de irse destinado a Atlanta, un enamorado de los triatlones y el deporte en general. Pues bien, el Giro fue un auténtico caos. Lo ganó Paolo Savoldelli, que nunca fue una super estrella que brillaba en el firmamento ciclista. Buena parte del triunfo lo debió al hecho de que los dos máximos favoritos, italianos como él, fueron expulsados de la prueba al dar positivo, y no precisamente por el covid: Gilberto Simoni y Stefano Garzelli.
Raimondas Rumsas
Por si fuera poco, el Tour llegó a París como tres años antes y tres después con Armstrong instalado en la primera posición de la general. Raimondas Rumsas, un corredor lituano hasta entonces prácticamente desconocido, acabó en tercera posición. El mismo domingo en el que acompañaba al tejano sobre el podio de los Campos Elíseos, su mujer era detenida por la policía francesa con el maletero del coche lleno de sustancias dopantes. Rumsas salió de Francia por piernas, mientras la esposa se pasó unas semanas entre rejas.
Son solo unos ejemplos -hubo muchos más- que sirven para ilustrar el cambio, afortunadamente para bien, que ha vivido este deporte, preocupado ahora solo por los positivos provocados por el coronavirus. Rodríguez y Ayuso pueden sentirse dichosos y felices de no haberse enterado ni visto la porquería que rodeaba un ciclismo que ya los impulsa como las estrellas españolas que iluminan la Vuelta.
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