La ronda francesa

Pogacar demuestra que está vivo en el Tour

Triunfo en Alpe d’Huez de Tom Pidcock, campeón olímpico de ciclismo de montaña y del mundo de ciclocrós.Ganó en una etapa en la que resucitó Chris Froome y Jonas Vingegaard encontró un ángel de la guarda llamado Sepp Kuss.

Tadej Pogacar y el ciclista danés del equipo Jumbo-Visma Jonas Vingegaard con el maillot amarillo, d en los kilómetros finales de la 12.ª etapa del Tour de Francia entre Briancon y L'Alpe-d'Huez, en los Alpes franceses.

Tadej Pogacar y el ciclista danés del equipo Jumbo-Visma Jonas Vingegaard con el maillot amarillo, d en los kilómetros finales de la 12.ª etapa del Tour de Francia entre Briancon y L'Alpe-d'Huez, en los Alpes franceses. / AFP/Bernard PAPON

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

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Las diferencias son abismales. Uno corre de amarillo protegido por un equipo de ensueño. El otro viste de blanco, sabedor de que el covid se ha convertido en el gregario maldito de su escuadra. Pero lejos de arrojar la toalla, lejos de decir que en el Granon se acabó el Tour, que se pone a preparar la Vuelta y que se olvida de París hasta 2023, este jueves, en el templo de Alpe d’Huez, Tadej Pogacar demostró que estaba muy vivo. Que iba a dar guerra. Que habrá que seguir con atención la etapa del sábado en Mende y sobre todo esperar con pasión y frotándose las manos la llegada de los Pirineos la semana que viene.

Jonas Vingegaard corrió como un líder camino de Alpe d’Huez, por un Galibier que no fue ni la sombra del miércoles y por una Croix de Fer donde nadie se movió porque hacerlo ante la guardia de acero del Jumbo era como tirarse un tiro al pie, como arrojarse al precipicio o como pedirle matrimonio a la novia después de una bronca impresionante. ¿Quién se iba a mover entre las bicis de Primoz Roglic, de Wout van Aert, de Steven Kruijswijk y de Sepp Kuss, que se convirtió en el ángel de la guarda de Vingegaard en los momentos claves de Alpe d’Huez? Era de locos. Imposible hacerlo con un ritmo que impedía cualquier exhibición, ni a un Pogacar que hubiese estado poseído por los genes de Fausto Coppi, el primero que ganó en Alpe d´Huez hace 70 años; de Eddy Merckx, que no tiene curva porque en su época nunca se subió a esta cima, o Miguel Induráin, que siempre dejó a otros ganar aquí.

Cuenta la leyenda del Tour que quien sale de Alpe d’Huez vestido de amarillo llega con la prenda a los Campos Elíseos. La teoría ha fallado pocas veces. Vingegaard, este jueves, corrió con la máscara del conservadurismo. ¿Por qué atacar si llevas un colchón de 2.22 minutos en la general? ¿Y por qué hacerlo si tu ejército de oficiales, líderes en cualquier equipo, te lleva en carroza? En Alpe d’Huez, hizo lo que tenía que hacer y que no era otra cosa que seguir la rueda de sus compañeros y responder a Pogacar cuando este atacase, porque la ofensiva del ciclista esloveno, que ahora viste de blanco como mejor clasificado de la general entre los menores de 25 años, estaba anunciada, como un libro abierto.

Entre aficionados desbordados, entre salvajes que se dedicaban a lanzar botes de humo para que se asfixiaran los pulmones de los ciclistas, Pogacar efectuó dos ataques, el primero a 4,5 kilómetros de la meta y el segundo cuando tan solo quedaban 2,6. Y en ambos casos se vio la respuesta de Vingegaard sin titubear, sin dejar espacio como hizo el esloveno en el Granon. A cerrar el hueco, a quedarse los dos solitos y a ver como poco después llegaba con alguna dificultad Geraint Thomas y luego un Enric Mas que se reencontró a sí mismo tras la crisis del Galibier.

No hubo diferencias entre Vingegaard y Pogacar. Todo quedó igual que en el Granon. "El Tour está vivo", afirmó el ciclista esloveno en la meta. Está vivo, tiene toda la razón, pero cada día que pasa ocurre un contratiempo en su equipo.Este jueves, se tuvo que ir para casa Joxean Fernández, 'Matxin', después de dar positivo en un test de antígenos. 

Fue el cuarto infectado en el UEA. Dos corredores ya se han retirado y Rafal Majka ha podido seguir porque tenía muy baja la carga viral y no había mucho riesgo de que contagiase a medio pelotón. Todos van juntos, escupen, respiran el mismo aire y hasta se agarran unos a otros cuando alguno de ellos tiene que orinar en marcha.

Ganó fugado Tom Pidcock, otro más que vive en Andorra, y una perla británica de 22 años en la familia del Ineos. Pronto verá su nombre inscrito en la curva 12 de Alpe d’Huez (todos los vencedores gozan de este honor en los 21 virajes de la cima alpina). Y lo hará después de ser campeón olímpico en bici de montaña en Tokio y campeón del mundo de ciclocrós, aunque con la ausencia de Van Aert y Mathieu van der Poel que el miércoles se retiró del Tour.

Fue una etapa de menos tensión que la vivida en el Granon, ya incluida en la historia, en el día en el que Chris Froome (tercero en meta) volvió a luchar por un triunfo, la primera vez que lo hizo tras su grave accidente de 2019. Hay vida en el Tour. Y futuras emociones. 

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