El Tourmalet

El Tourmalet: que todo el año sea julio en los Alpes

Las pasiones se desbordan con miles de seguidores del Tour que llegan a la cordillera desde cualquier parte del mundo.

Zoetemelk

Zoetemelk / S. L-E.

Sergi López-Egea

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Que todo el año sea julio en los Alpes y sin que se enfaden los Pirineos. Podrían competir ambas cordilleras sobre la que acoge a más seguidores del Tour. Pero hay que ir al menos una vez en la vida a los territorios alpinos en los días que recibe a la Grande Boucle,. Es como un festival de música con el delirio que provoca al programar varios conciertos en una misma semana. Se desbordan las pasiones y se forma un conglomerado de países y de idiomas. Llegan a Francia desde todas partes porque quieren conocer el Tour y vivir la experiencia de ver al pelotón mientras descansa repartido en dos localidades, en Châtel y en Morzine, quizá el segundo nombre mantenga un pedigrí mucho más ciclista por las veces en que se ha visto favorecido con llegadas del Tour tras el siempre peligroso descenso de la Joux Plane. O si no que se lo pregunten a Pedro Delgado.

Pasear en una jornada de descanso del Tour por una localidad como Châtel significa descubrir un mundo encantado alrededor de la carrera. Así como en Copenhague se vendían como churros los ‘maillots’ amarillos oficiales -más de 60 euros la broma-, en los Alpes lo que predomina es comprarse la camiseta réplica del jersey a topos rojos, el que distingue al mejor escalador de la prueba. Al ser camiseta sale mucho más barata y no llega a los 30 euros. Pero es que se ven por todas partes y muchos con la gorrita ciclista de toda la vida, la que ahora ya está en desuso desde que todos los corredores llevan casco. Y ahí los ves a los turistas del ciclismo perfectamente uniformados con un jersey y una gorra blancas y esos topos rojos como si les hubiese salido manchas al uniforme.

El ganador del Tour de 1980

Hasta ya no sorprende que un grupo de neerlandeses haya alquilado un apartamento en cuya terraza han colgado una enorme pancarta con un nombre y un apellido: Joop Zoetemelk, el vencedor del Tour de 1980, ahora con 75 años. Desde entonces ningún corredor de esa nacionalidad ha llegado de amarillo a París y no parece que Mathieu van der Poel, el más brillante entre los representantes de los Países Bajos, vaya a hacerlo alguna vez, aunque siga teniendo números para vestir la prenda los primeros días siempre y cuando no llegue fuera de forma tras disputar el Giro, como está sucediendo este año.

¿Y del espectáculo de miles de cicloturistas inundando las carreteras? ¿Sabían que se organizan excursiones desde países como Estados Unidos o Australia para recorrer en bici los parajes de los Alpes? Se hace coincidiendo con el Tour, aunque el recorrido se haga el día antes o el de después del combate entre profesionales. Siempre se encuentra a algún excorredor que se convierte en algo así como el guía del grupo que aprovecha para contarles batallitas del pasado.

Una fiesta

Los Alpes son una fiesta. Los restaurantes se llenan y no vayas a primera hora de la tarde a un supermercado, como ha pasado este lunes en Châtel, porque las estanterías están tan vacías como si se anunciasen restricciones de alimentos. Los cicloturistas han arrasado con casi toda la comida preparada y la bebida fresca.

Los que están más en forma se unen al pelotón de algún equipo profesional. ¿Sabían que no está prohibido pedalear junto a los corredores del Tour cuando entrenan en el día de descanso? Eso sí, hay que llevar pilas cargadas en las piernas porque ellos, aunque circulen aparentemente de paseo, van muy pero que muy rápidos. Así que en una mañana de descanso de la ronda francesa en los Alpes es fácil ver a los corredores del Tour seguidos por cicloturistas avanzados que quieren compartir con ellos unos kilómetros de carretera.

¿Hay que hablar de los embotellamientos? Es inevitable este sufrimiento. No hay autopistas ni carreteras con dos carriles y tanta gente no cabe, sobre todo cuando las autocaravanas ralentizan la marcha. Este es otro tema, porque hay miles, pero lo que se dice miles y uno se queda corto, que llegan de todas partes y a las que se les permite estos días de Tour aparcar en los prados y junto a la carretera porque no hay espacio suficiente en los campings oficiales para acogerlas. En los Alpes todo el año debería ser julio.

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