El Tourmalet

El Tourmalet: respeto para Enric Mas

El ciclista mallorquín corre el Tour muy solo y con la presión de ser el único representante español con aspiraciones a la general.

Enric Mas

Enric Mas / MOVISTAR TEAM

Sergi López-Egea

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Solo hay que imaginarse a Gary Cooper solo ante el peligro, sabedor de que está rodeado y que nadie en el pueblo quiere ayudarlo para irse a vivir en paz con su querida Grace Kelly. Solo hay que imaginar lo duro que puede ser sentirse solo, que no es lo mismo que abandonado, cuando se asciende por los Vosgos, con la evidencia de que no te van ayudar sino que a la primera de cambio te la van a jugar.

Enric Mas tiene poco que ganar y sí mucho que perder en este Tour. Le habría ido como anillo al dedo, por ejemplo, que Mikel Landa se hubiese apuntado a la carrera o Pello Bilbao y hasta un Alejandro Valverde en plan de despedida. Pero está solo, como Gary Cooper, porque cuando sube por la Superplanche des Belles Filles se busca su casco blanco, ¿dónde está situado? Y enseguida el WhatsApp se pone al rojo vivo, porque son muchos los que sienten pasión por este deporte y quieren preguntar al periodista que se encuentra cerca del escenario, como si él supiera cómo van las piernas del mallorquín y por qué se retrasa o se adelante en un momento determinado.

Los tiempos en los que se controlaban las etapas

Cada día sabe que sus declaraciones son las que saldrán en España y lo que diga, aunque sea con la boca pequeña, va a tener una tremenda repercusión porque está él, solo él y nadie más que él.

Hubo un tiempo en el que el conjunto Movistar administraba las etapas de montaña, que si Nairo Quintana, que si Landa, que si hoy va a ser el día de Valverde. Con José Luis Arrieta -tantas veces incomprendido por sus tácticas- al volante del coche sabías que la valentía a veces se transformaba en tragedia, pero eran protagonistas.

¿Y hoy? Hoy solo está Enric y hay que ir a contracorriente, en la retaguardia, hasta donde se pueda y si un día las piernas valen su peso en oro, entonces habrá que probar, pero no porque lo diga la afición, que busca desesperadamente un clavo ardiendo al que agarrarse, sino porque lo cree necesario, sino, ¿por qué condenarse al infierno, por qué sucumbir al poderío de Pogacar?

Sin aliados

No tiene aliados y los compañeros hacen lo que pueden sin un escalador nato, más allá de un Carlos Verona que da la sensación que guarda la ropa a la espera de que llegue la ocasión de ganar una etapa en este Tour, porque en la nómina de ciclistas españoles que se han apuntado a la carrera, al margen de un toque de gracia por parte de Mas, ningún otro parece destinado a levantar los brazos para convertirse en el sucesor de Omar Fraile, el último vencedor por allá 2018, y ya ha llovido y ya ha habido olas de calor.

¿Y si no estuviera Mas en carrera? Pues entonces sería un Tour a seguir como cuando un aficionado se pone a ver un gran partido de la Champions o el Mundial, a disfrutar más que a sufrir, casi dándole igual el equipo que gane con tal de que marquen goles y se lo pase bien, y hasta si hay prórroga mucho mejor.

40 años de historia en el Tour

Son horas de entrenamientos, castañazos en piernas, hombros y espalda en una temporada esquiva hasta ahora y la responsabilidad de representar al equipo estandarte de los últimos 40 años de ciclismo español en el Tour. Por eso, merece un respeto y porque, salvo casos fragantes de irresponsabilidad o locura deportiva, cuando priman más las piernas que el arte, entonces son las fuerzas las que determinan quién es el mejor.

Hubo un tiempo, afortunadamente superado, en el que todos se consideraban magos. Se les pedía más, super dioses sobre una bici, y entonces pasaba lo que pasaba y el ciclismo entraba en un túnel oscuro, se iban los patrocinadores -muchos no han vuelto- y se descubría, años después, que todo era más falso que el timo de la estampita.

Por esta razón, hay que ser cauto cuando un corredor falla o simplemente evidencia que corre con un techo y que este no se puede superar aunque esté con los mejores y hasta se marque objetivos que no son ni mucho menos imposibles.

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