Ciclismo

Daniel Martínez gana la Itzulia y certifica el gran dominio del Ineos

Victoria colombiana en la ronda vasca, tal como ocurrió hace dos semanas en la Volta.

El conjunto británico dominó la prueba en la que falló Primoz Roglic.

El podio final Itzulia

El podio final Itzulia / SPRINT CYCLING AGENCY / LUIS GÓMEZ

Sergi López-Egea

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Iba a ser la Itzulia (la definitiva denominación de la Vuelta al País Vasco) escrita para Primoz Roglic, la máxima figura de la carrera, que se apagó los dos últimos de los seis de competición. Y se quedó como una carrera de reivindicación para los llamados secundarios que quieren escalar la posición que los lleve a convertirse en estrellas del ciclismo.

Y si el Ineos no consiguió la victoria en la Volta, hace 15 días, la última ronda de una semana que se había disputado, sí lo logró en las carreteras vascas donde coronó a Daniel Martínez, un hábil escalador, fichado por la escuadra británica para ser el principal ayudante de Egan Bernal en las grandes citas, amigos y colombianos, para continuar con el festival de triunfos sudamericanos que Sergio Higuita inauguró en la ronda catalana.

El Ineos, a falta de una mayor eficacia del Jumbo -tuvo la mala suerte de la baja de uno de sus ciclistas, Milan Vader, por una fea caída que lo llevó a la UCI del Hospital de Cruces, en Barakaldo- dominó la carrera, con un Martínez, en una forma extraordinaria, para confirmar la progresión de Carlos Rodríguez, ganador el viernes, aunque yendo demasiado a rueda de Marc Soler, potente, batallador y a veces algo bruto, pero que parece haber recuperado el alma ciclista tras dejar el Movistar y fichar por el UEA del ausente Tadej Pogacar.

Caída de Enric Mas

El Movistar, en mala racha, peleó por la victoria, cuanto menos el podio, con Enric Mas, que se cayó en un descenso como le ocurrió en la Tirreno-Adriático.

Martínez se ganó con el triunfo galones para ser el jefe del Ineos en el Tour, en una Itzulia con dos victorias vascas de etapa (Pello Bilbao y Ion Izagirre) para recompensar a sus paisanos que cada día llenaron las cunetas.