Ciclismo

Bienvenidos al maravilloso mundo del Tour de Flandes

La prueba flamenca está considerada como uno de los grandes monumentos ciclistas que este domingo reunirá a más de un millón de personas en las carreteras belgas.

Bélgica llora la ausencia de Van Aert, positivo en covid, hasta el punto de escribirse que este año la carrera se convertirá sin su participación en una especie de bar sin cerveza.

La salida del Tour de Flandes

La salida del Tour de Flandes / TOUR DE FLANDES /DIGITALCLICKX

Sergi López-Egea

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A un flamenco que no le hablen de otra cosa que no sea ciclismo el primer domingo de abril. A nadie se le ocurrirá ese día programar un partido de la selección nacional de fútbol, aunque se jueguen la vida deportiva. Y hasta los valones se entregan a la magia del Tour de Flandes sabiendo que tres domingos más tarde llegará la Lieja-Bastoña-Lieja, la niña de sus ojos.

No hay país en el mundo que viva el ciclismo con tanta intensidad como Bélgica. Dos años llevaban sin poder lanzarse libremente a la carretera para llenar las cunetas este domingo con más de un millón de personas para seguir a lo largo de 272 kilómetros, entre colinas y adoquines, entre el frío que marca el termómetro y el calor del público, lo que sucede en una carrera centenaria, uno de los grandes ‘monumentos’ ciclistas que se denomina Ronde van Vlaanderen en la lengua flamenca, la prueba que se corrió por primera vez en 1913 y que solo las dos guerras mundiales del siglo pasado la interrumpió, pues hasta el coronavirus permitió su disputa, aunque en 2020 tuvo que desplazarse hasta el otoño.

El perfil

El perfil /

El espectáculo en la plaza Grote Mark de Amberes, de donde parte este domingo la carrera, es impresionante. La gente canta y mueve sus palmas causando un estruendo que pone la piel de gallina. Dos veces se repetirá la operación, primero con los hombres y luego con las mujeres, que corren después de la carrera masculina, con la corredora neerlandesa del Movistar Annemiek van Vleuten, ganadora el año pasado, como principal favorita. En la plaza Grote Mark está la estatua de Brabo, centurión romano. La leyenda dice que le cortó la mano a un gigante, convertido en una especie de pirata que obligaba a pagar un peaje a todos los barcos que querían entrar en la ciudad.

Un tramo de adoquines del Tour de Flandes.

Un tramo de adoquines del Tour de Flandes. / TOUR DE FLANDES / KRAMON

Hay nombres que forman parte no solo de la historia de Flandes sino del ciclismo mundial. Son colinas que obligan a los corredores a retorcerse y hasta poner pie a tierra. Ahí están los tramos de adoquines. No son tan salvajes como los que se encontrarán los corredores el domingo 17 de abril en la París-Roubaix, pero al estar en cuesta la dificultad para superarlos es máxima. Son los nombres de Kwaremont, que se sube tres veces, o Paterberg, donde hay que atacar para tratar de llegar a la meta en solitario y convertirse en el león ciclista de Flandes.

Como un bar sin cerveza

Los más tradicionales añoran la ausencia del Muro de Grammont o Kapelmuur, con la subida hasta la ermita, pero problemas municipales y sobre todo el cobro de un peaje han apartado esta cuesta de la más reciente historia del Tour de Flandes, la prueba que cambió de recorrido en 2011 y que este año, tal como se ha publicado en la prensa local, se presenta como un bar sin cerveza porque Wout van Aert, la gran estrella flamenca, el fenómeno que gana en todas partes, llevaba días encontrándose mal hasta que el sábado se puso un palo en la nariz para dar positivo en covid. Un mazazo terrible para la afición belga.

Kasper Asgreen, ganador del Tour de Flandes en 2021.

Kasper Asgreen, ganador del Tour de Flandes en 2021. / TOUR DE FLANDES / CÉDRIC WARLOP

“El primer domingo de abril desapareces de la faz de la tierra y te colocas delante del televisor”, por Teledeporte o Esport3, para no perderse detalle de la carrera. Así lo describe el periodista Nico van Looy. Los datos televisivos en Flandes ponen los pelos de punta al alcanzar una cuota de pantalla del 84%, que disminuye algo cuando se cuenta también a los telespectadores valones.

El debut de Pogacar

Flandes es el territorio comanche de adoquines que este domingo quiere descubrir Tadej Pogacar, con dos Tours a la espalda para seguir los pasos de Eddy Merckx, por años que pasen el 'dios' ciclista de Bélgica. Pero con una singularidad. Merckx se impuso dos veces en la prueba pero lo hizo en 1969 antes de ganar su primer Tour y en 1975 cuando ya pensaba en su jubilación ciclista y sabiendo que nunca más volvería a llegar de amarillo a París.

En algunas colinas adoquinadas hay que poner pie a tierra.

En algunas colinas adoquinadas hay que poner pie a tierra. / TOUR DE FLANDES / KRAMON

Es territorio amigo para Mathieu van der Poel, vencedor en 2020, en un maravilloso duelo con Van Aert, el primer hijo que ganó después de un padre, ya que Adrie consiguió el triunfo en 1986. El abuelo, Raymond Poulidor, corrió 11 veces en Flandes aunque nunca logró pasar de la novena plaza. Y se suceden los nombres de corredores belgas convertidos en ídolos como Rik van Steenbergen (1946), Rik van Looy (1956 y 1962) o Michel Pollentier (1980), el mismo al que pillaron en el control antidopaje de Alpe d’Huez, en el Tour de 1978, intentando cambiar la orina. Llevaba escondida una pera de goma en una axila y a través de un conducto conectado exteriormente al pene impulsaba un pipí libre de sospecha y de sustancias nocivas que le habría servido para salvar el jersey amarillo. En Flandes también ganó Tom Simpson en 1961, seis años antes de morir víctima de las anfetaminas mientras ascendía el Mont Ventoux. Tres veces ganó el suizo Fabian Cancellara (2010, 2013 y 2014) aunque con con algo de polémica con la bici que utilizó.

Solo un ciclista español, Juan Antonio Flecha, ha logrado subir al podio de la carrera, al acabar tercero en 2008. Óscar Freire intentó pelear la victoria, se sentía preparado pero siempre fue vencido por los adoquines flamencos. Bienvenidos al mundo ciclista del Tour de Flandes.

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