La ronda española

La Vuelta llega a los Lagos con demasiada calma chicha

Eiking cruzará este miércoles de rojo la meta de Covadonga después de cinco etapas en las que no ha ocurrido nada interesante entre los favoritos.

Fabio Jakobsen se anota en Cantabria la tercera victoria al esprint en el día de su 25º cumpleaños.

 

Jakobsen Santa Cruz de Bezana

Jakobsen Santa Cruz de Bezana

Sergi López-Egea

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Cinco etapas son muchas etapas, un lujo que una carrera como la Vuelta no se puede permitir sin que haya un solo movimiento entre los cinco primeros de la general; dos invitados a la fiesta y tres corredores que son realmente los que se deben jugar el triunfo de aquí al domingo, de Cantabria a plaza del Obradoiro de Santiago. Algo está fallando.

No puede ser que Odd Christian Eiking, un corredor que hasta ahora no había presentado ninguna credencial interesante para liderar una carrera como la ronda española, esté al frente de la Vuelta. Este martes, camino de Santa Cruz de Bezana, donde acabó la 16ª etapa, totalmente por territorios cántabros no ocurrió nada, aparte de la fuga consentida y una caída múltiple a los 3 kilómetros de iniciarse la competición en la que se vio envuelto, entre otros, Enric Mas.

Pero es que no pasó nada interesante entre los favoritos el domingo en Ávila ni el sábado por Extremadura. En Cantabria estaba casi cantada una llegada al esprint, con la tercera victoria de Fabio Jakobsen, el gran triunfador en el escenario de los velocistas, en el día de su 25 cumpleaños, abrazo con su madre, que lo esperaba en la meta de Santa Cruz de Bezana. Pero la etapa no hizo otra cosa que unirse a esta colección de jornadas, desde que se superaron las calles en cuesta de Valdepeñas de Jaén, en las que no ocurre nada. Cinco etapas en seis días.

En unas ocasiones ha sido porque había viento de cara, en otras porque las rampas no eran suficientemente duras y en el resto porque no estaba programado el día para ejecutar una ofensiva. Pero, en condiciones normales, Eiking nunca habría llegado de rojo a los Lagos, este miércoles en Asturias. Y si se da el caso, si sigue fallando todo, que el corredor noruego resiste al frente de la general en lo alto de Covadonga entonces si que estará ocurriendo algo muy grave aunque él repita "que es imposible que aguante porque la etapa asturiana es demasiado dura para mí".

A Roglic le ha ido de perlas que el ciclista noruego haya estado tantos días líder porque ha ahorrado trabajo al Jumbo y él se ha librado de asistir a las sesiones de podio y de conferencias de prensa; más horas de descanso. A Mas le ha faltado terreno, o igual fuerzas para atacar, o está tan fuerte o tácticamente tan decidido a jugarse la suerte de la Vuelta en las cumbres asturianas que ha querido tomarse con calma el viaje por parte de Andalucía, Extremadura y Ávila. Y en es su situación tampoco hay que olvidar que solo son seis en el equipo, que Alejandro Valverde es irremplazable y que más vale jugársela en una etapa marcada en rojo que ir tirando dardos, envenenados o no, el resto de días. Pero que no tenga que arrepentirse o que siga viéndose que algo está fallando a todos los niveles.  

Una etapa con trampa

En palabras de José Enrique Cima, que fue ciclista profesional con dos triunfos de etapa en la Vuelta y una Setmana Catalana en el zurrón, "la Collada Llomena es un buen lugar para ir a comer pero no para subirla en bici". Cima es asturiano y durante muchos años ejerció de periodista en ‘La Nueva España’ de Prensa Ibérica. Conoce como pocos todas las trampas que encierra el Principado, quizás uno de los lugares peninsulares más agradecidos a la hora de ir en bici, siempre y cuando haga buen tiempo, lo que está este miércoles en riesgo en la trascendental cita de la ronda española con los Lagos de Covadonga.

Ha querido la organización de la carrera buscan una trampa antes del tradicional y duro ascenso a los Lagos. Y en esta ocasión parece que lo ha encontrado con dos pasos por la Collada Llomena, con circuito de propina incluido, antes de afrontar la subida habitual desde la basílica de Covadonga a los Lagos, la primera de las dos etapas asturianas que deben decidir la suerte en la clasificación general.

La Collada Llomena no es una subida sencilla y ahí, siempre que los corredores quieran, puedan y no decidan reservarse para los Lagos, que alegre o tristemente suele ser lo más habitual, hay terreno y desnivel para dar un toque de atención a la etapa con 8 kilómetros de subida y tramos que alcanzan el 14% de desnivel.