El Tourmalet

Corriendo con una estufa en la cabeza

Solo hay que salir en bici a las 3 de la tarde el día más caluroso del año, con un botellín de agua que enseguida se convierte en te calentito, para comprobar lo que significa pedalear a casi 40 grados de temperatura

Camino Córdoba

Camino Córdoba / LA VUELTA / CHARLY LÓPEZ

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

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Corriendo con una estufa en la cabeza se llega a Córdoba, una ciudad curiosa porque en la avenida del Aeropuerto, por donde transita parte del circuito final de la 12ª etapa de la Vuelta, hay dos aceras. La de la izquierda está vacía de transeúntes y la de derecha llena con sus terrazas a rebosar porque es la de la sombra donde la temperatura se mantiene en 30 grados.

Con una estufa en la cabeza se sale de Jaén y sin apenas sombras en la carretera se llega a Córdoba. ¿Quién da más? ¿Se quieren grados? ¿Se quiere entrar en estado febril? En Córdoba el termómetro comienza subir, hierve el asfalto y se alcanzan los 40 grados, aunque lo extraño, en el mes de agosto, habría sido que refrescara de Jaén a Córdoba. Como lo hará este viernes desde Córdoba a Villanueva de la Serena, de Andalucía a Extremadura, donde no solo se comparte vecindad sino calor, mucho calor, ¡Viva el calor! que la semana que viene por Cantabria, Asturias y Galicia refrescará. O por lo menos no hará este tiempo tórrido que, la verdad, invita más a buscar una sombra y una tumbona en la piscina que a rodar a 40 por hora sobre una bici, sin que corra el aire y donde en apenas unos pocos minutos el agua depositada en el bidón se convierte en un caldo con el que calentar el cuerpo pero en otra época del año.

Con los aires acondicionados

Córdoba es la ciudad de los aires acondicionados, de turistas que quieren conocer su pasado árabe y de gente que se refugia en sus casas, que se confina ante el calor y a la que solo se le ve el pelo con la fresca de la tarde.

Y, mientras tanto, los ciclistas mueven los pedales, se atacan entre ellos y no rechistan mucho quejándose del tremendo calor. Es el oficio y el que está bien, da igual que se llame Primoz Roglic o Enric Mas, resiste y aguanta sobre la bici, haga calor, frío, llueve o hasta nieve. Mucho debate hubo durante el Tour sobre si Tadej Pogacar podía flojear con calor en una carrera que rodaba por Francia en estado otoñal. Y el día que se sudó, por ejemplo camino de Andorra, el ciclista esloveno estuvo fresco como una rosa.

Pero si alguien quiere hacer una prueba para comprobar en estado puro lo que significa rodar en estas condiciones, que se suba a la bici el día más caluroso del año, a eso de las 3 de la tarde, coloque un botellín con agua y un casco en la cabeza y enseguida verá lo que sucede: se suda, cuesta respirar y el agua se convierte a los pocos minutos en una especie de te calentito. Mejor quedarse en casa y esperar a la fresca, lo que hacen las vecinas y los vecinos de Córdoba para salir a pasear, a correr o simplemente a tomar unas tapitas.

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