La ronda española
Poco viento y mucho esprint en una Vuelta alterada por una caída
Triunfo del belga Jasper Philipsen, después de tres segundos puestos en las llegadas masivas del Tour.
Una 'montonera' corta al pelotón y provoca que Adam Yates pierda 31 segundos y Hugh Carthy, tercero el año pasado, 38.
Sergi López-Egea
Periodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. Ha seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
Los corredores miraban las hojas de los árboles para ver cómo se movían. Había pánico a lo que no ocurrió; que un aire huracanado cortase el pelotón en mil pedazos y se desatase una batalla demasiado dura con apenas dos días de Vuelta. Pero en un viaje por la provincia de Burgos, los ciclistas llegaron a la capital castellana con el aire soplando a sus espaldas para impulsarlos a más de 60 kilómetros y dejar la sentencia de la victoria entre los velocistas que se han apuntado a la carrera.
Por el camino hubo varios sustos y los primeros damnificados entre los que llegaron a la Vuelta con el ánimo de soñar con una posición de honor porque una caída a 4 kilómetros de Burgos provocó que muchos ciclistas se estamparan contra el suelo como si fueran fichas de dominó colocadas una al lado de la otra.
Ganó otro astro de la 'Generación del 98', la que lidera Tadej Pogacar, un año que se plantea como mágico entre quienes nacieron mientras el Tour vivía su peor edición golpeado por el dopaje y el ciclismo parecía morir entre druidas y pociones prohibidas. Jasper Philipsen, un belga que corre en el Alpecin, el equipo del ausente Mathieu van der Poel, se llevó la victoria que posiblemente merecía por el empeño que le puso durante el Tour, casi siempre derrotado por Mark Cavendish, en su resurrección como velocista. Philipsen fue tres veces segundo (una de ella en París) y otras tres tercero en los esprints de la ronda francesa.
Así que en Burgos, en una recta larga, superó con cierta facilidad a sus rivales y sobre todo a Fabio Jakobsen, el ciclista que hace un año casi pierde la vida en otro esprint, en este caso en Polonia. Fracturas por todas partes, muchos días en la unidad de cuidados intensivos con su familia y su novia sin poder dormir y deseando no recibir la peor noticia de los médicos polacos que lo atendían. Luego llegó una recuperación larga y pesada, meses sin subir a la bici hasta que en esta Vuelta se ha presentado como el reclamo del Deuceninck para buscar un triunfo en una llegada masiva. Pocas oportunidades tendrá, pero en la primera ocasión, aunque no ganase, no defraudó.
El aire era poco intenso pero cuando parecía que el peligro había pasado el pelotón se cortó por una caída para empezar a enterrar las ilusiones de Adam Yates (cedió 31 segundos) y Hugh Carthy, tercero el año pasado en Madrid, que se dejó 38 segundos ante la primera llegada en altitud de la carrera al burgalés Picón Blanco.
Mucho peor lo tuvo el catalán David de la Cruz que entregó 1.11 minutos y sobre todo, aunque por descolgarse y no por culpa de la caída, Tom Pidcock, el campeón olímpico de bicicleta de montaña, que llegó a Burgos 4.16 minutos después de Philipsen para evidenciar que no parece que se haya presentado en la Vuelta con la forma que tenía en Tokio.
Primoz Roglic conservó el jersey rojo, casi por accidente, y porque Álex Aranburu se quedó con su quinto puesto en meta a las puertas de las bonificaciones después de recortar dos segundos en el esprint intermedio premiado con premio de tiempo.
"Será una etapa nerviosa porque hará viento antes de que lleguemos a una subida durísima donde habrá diferencias", sentenció el ciclista esloveno al hablar del Pitón Blanco, la cima burgalesa de Mikel Landa, a quien se le vio atento y centrado para evitar sustos inesperados.
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