La ronda francesa

Mas sobrevive a una caída en un día apocalíptico en el Tour de Francia

Pogacar vuelve atacar tras responder a un demarraje de Carapaz.

El ciclista mallorquín se repone a un fuerte golpe y sigue inmerso en la pelea por el podio antes de la jornada de descanso de este lunes.

Mas tras la caída

Mas tras la caída / REUTERS / STEPHANE MAHE

Sergi López-Egea

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Apenas se habían superado 30 kilómetros de una etapa infernal cuando de repente apareció una bici azul sin dueño en medio de la calzada. «¡Caída de Mas!», anunciaba 'Radio Tour'. ¡Alarma! Enric Mas aparecía curvado, doliéndose de la cadera. Y enseguida se escuchaban los gritos de Alejandro Valverde, toque de experiencia, como el padre que le dice al hijo lastimado con rasguños en las rodillas que no ha sido nada, que siga corriendo, adelante, adelante, no hay que perder tiempo.

Valverde toma el control. Hay que mantener la calma. Los dos son de la misma estatura, idéntica talla de bici, mismos pedales, mismo sillín. 'El Bala' empuja al ciclista mallorquín, que se suba a su bici con el chubasquero roto. Por culpa de una caída Primoz Roglic se ha ido a casa y por otro accidente Geraint Thomas se ha convertido en gregario de Richard Carapaz

Tiene suerte Mas de que todavía estén los gregarios cerca. Se les convoca de inmediato. Todos escuchan las órdenes que da José Luis Arrieta por la emisora del Movistar. Esprintan los que andan un poco descolgados y se rezagan los que van en el pelotón de Tadej Pogacar, mientras le dan una bicicleta de repuesto a Valverde, que se toma los siguientes instantes como si estuviera realizando uno de sus grandes ataques con tal de llegar lo antes posible al lado de Mas. Hay que hablarle, hay que animarlo, que se olvide del trompazo que lleva y que vaya enseguida al coche del médico del Tour para que le ponga hielo que le calme el dolor, que queda toda la etapa, un día apocalíptico por los Alpes, que el verano parece castigar a Francia, que solo falta la nieve para esquiar en Tignes, donde termina la novena etapa que gana el australiano Ben O’Connor en solitario, hasta el punto de situarse segundo de la general y de birlar durante unos kilómetros el amarillo de Pogacar. "Estaba al corriente, perdía el jersey amarillo pero no lo he querido entregar porque me gusta me gusta llevarlo puesto", justifica el líder del Tour.

"Lleva un buen golpe", afirman en el equipo Movistar cuando se pregunta por el estado físico del mallorquín. Y es que solo ha pasado una semana, que queda todo y Mas, Pogacar al margen, sigue inmerso en su objetivo, el podio de los Campos Elíseos. Solo está a 29 segundos del reto. Sería dramático que una caída lo enviase para casa.

Pogacar, en manga corta

Hacía tiempo que no se veía sufrir tanto y a tantos en una etapa. Los corredores se paran para ponerse ropa seca y sobre todo guantes de invierno, que no se puede perder el tacto con el manillar. Caras de frío, nadie disfruta sobre la bici. ¿Nadie? Todos van con manga larga, como si estuvieran entrenando en pleno mes de febrero. ¿Todos? Pogacar, no; él, en manga corta, con el amarillo de verano como si estuviera pedaleando por la costa y como si la etapa transcurriera en un mes de julio de los de verdad, de los de toda la vida.

Porque, además, llueve y hay veces que lo hace con rabia. Julian Alaphilippe deja la fuga. Prefiere esperar al coche de su equipo, que le den ropa y bebida calentita. El mecánico hace las veces de masajista y con una toalla seca las piernas mojadas del campeón del mundo. Es más importante llegar a meta que pelear por la victoria.

Surge efecto el máster de Valverde. Mas se olvida de las heridas de guerra. Sabe que en los últimos kilómetros de la larga subida a Tignes atacará Carapaz, porque quiere acercarse al podio y porque el Ineos le tiene ganas al Movistar. 

Ataque de Carapaz

¡Ataca Carapaz! ¿Qué hace Pogacar? ¡A por él! Y a por el corredor ecuatoriano se lanza el esloveno con tanta furia que vuelve a verse solo, sin nadie que pueda seguirlo. Hala, a la meta y en manga corta.

Mas ya está en su salsa. Capturado Carapaz es el instante para lanzar el primer ataque en este Tour que solo sirve para llevarse a rueda a todos sus contrincantes en la pelea para el podio. Pero una estampa que demuestra que los ciclistas tienen huesos de hierro y que aunque el amarillo está tan difícil como subir al al Everest en bici, aún quedan muchas cosas por contar en este Tour que este lunes descansará antes de afrontar la ruta hacia Provenza para subir el miércoles dos veces al Ventoux.