La ronda italiana

La tierra del Giro de Italia es para Egan Bernal

La ‘maglia rosa’ da un golpe de autoridad sobre los caminos toscanos sin asfaltar y noquea a Evenepoel, que cede más de dos minutos.

El ciclista colombiano aprovecha la etapa más bella hasta ahora para comenzar a trazar la ruta hacia la victoria final.

Bernal al ataque

Bernal al ataque / GIRO DE ITALIA

Sergi López-Egea

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La tierra es para quien la trabaja. Y de laborar, de saber lo que cuesta conseguir un peso (la moneda oficial de Colombia), tiene mucha experiencia Egan Bernal. Él creció en una familia donde cada billete se tenía que ganar con el sudor de la frente. Él conoció sendas con polvo, como el ‘sterrato’ que este miércoles lo impulsó en la Toscana; o subidas sin asfaltar, donde el domingo pasado, en los Abruzos, dio el primer toque con su varita de escalador para empezar a trazar la ruta de la victoria en este Giro.

La ronda italiana tiene un líder consistente, el que sobre los caminos toscanos de tierra y polvo asestó un golpe de autoridad sobre Remco Evenepoel hasta el punto de dejar sin efecto el duelo que el prodigio belga quería mantener con el hijo de la cordillera andina.

Bernal lo tiene todo, absolutamente todo para que no se le escape este Giro. Poco a poco comienza a distanciar a los rivales. El más peligroso era Evenepoel y ya está a más de dos minutos. Ahora ya puede empezar a respirar, solo a respirar, sin confiarse con el Zoncolan y los Dolomitas en el horizonte, porque el segundo de la general es Aleksandr Vlasov, un magnífico corredor ruso que vive en Andorra, situado a 45 segundos de Bernal, pero que cada vez que la ‘maglia rosa’ ha acelerado la carrera se ha dejado ir un poquito, mínima señal de debilidad, pero suficiente para que el corredor colombiano se crezca.

El apoyo de Ganna

Y tiene en su equipo a Filippo Ganna, el que rompe el Giro en mil pedazos en el primer sector de la tierra blanca toscana, de caminos rústicos que no fueron creados para circular con una bici de carretera, sino para disfrutar del paisaje. Y es Ganna el que destroza a los contrincantes de Bernal, sobre todo a Evenepoel, a más de 40 kilómetros de meta. Salva el ciclista belga el primer asalto, a pesar de que casi escucha la campana, como si estuviera en un cuadrilátero donde se levanta el polvo. Pero Ganna lo deja en evidencia porque todos ven que pedalea amargamente cuando el asfalto desaparece.

Al segundo golpe del Ineos, Evenepoel cede. Y si no entrega el Giro definitivamente es porque lo auxilia Joâo Almeida, aunque con cierto caos de coordinación.

Bernal se mueve como pez en el agua sobre la tierra. No le patinan ni las ruedas ni la cabeza para sacar en el ‘sterrato’ de la Toscana el brillo apropiado para quien se dispone a ganar el Giro.

El ataque definitivo

2.08 minutos cede Evenepoel en la meta. ¿Le ha sentado mal la jornada de descanso del martes? ¿Su inexperiencia en una gran vuelta? ¿Una crisis porque nunca había encarrilado tantas etapas seguidas? ¿El miedo a una caída como secuela del grave accidente del pasado verano? ¿Simplemente un día horrible? A Bernal le da igual contestar porque cuando vuelve el asfalto, cuando la carrera se empina de nuevo en una interminable recta lanza el ataque definitivo. Y si no gana la etapa es porque hay fugados por delante (triunfo del suizo Mauro Schmid), aunque eso le da igual. Él quiere distanciar a Evenepoel, a todos. Y a Marc Soler, que lo hace extraordinariamente bien hasta que a falta de cuatro kilómetros para acabar las piernas le dicen basta.