la ronda española

Roglic sentencia la Vuelta por los pelos

Un rabioso ataque de Carapaz en la Covatilla pone contra las cuerdas al ciclista esloveno que logra salvar el jersey rojo de líder

segea55788113 alto de la covatilla  07 11 2020  el corredor esloveno del e201107183127

segea55788113 alto de la covatilla 07 11 2020 el corredor esloveno del e201107183127 / periodico

Sergi López-Egea

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Nunca se sabrá qué habría pasado si Primoz Roglic se queda solo y aislado en los dos últimos kilómetros de la Covatilla. Nunca se sabrá si habría salvado la Vuelta que este domingo ganará en Madrid, la segunda consecutiva, la que conseguirá el corredor que no entró en el túnel ni se hundió en la miseria después de perder el Tour ante Tadej Pogacar a un día de París. Y a un día de Madrid salvó la victoria después de un rabioso ataque de Richard Carapaz en los tres últimos kilómetros de la Covatilla donde la ronda española del 2020 quedó vista para sentencia tras una intensa batalla.

Roglic llegará este domingo a unMadrid vacío vestido de rojo, tal cual hizo hace un año, aunque entonces con el calor del público madrileño. Lo hará tras haber sido sin discusión ni debate alguno el mejor de la carrera, el que ya se vistió de líder el primer día y el que supo jugar con las cuatro victorias de etapa que ha conseguido, con las bonificaciones y con su fortaleza en la contrarreloj donde fue el mejor.

Pero nadie podrá discutir nunca que este sábado se le apareció un santo, vestido de azul, un Marc Soler que auxiliaba a Enric Mas, que peleaba por ser cuarto, tras quedar descolgado Dan Martin, y cuyas pedaladas en favor del ciclista mallorquín le sirvieron para tomar oxígeno y recortar tiempo a un Carapaz que lo estaba poniendo contra las cuerdas y que a punto estuvo de convertirse en su segundo Pogacar. Mucho azote para cualquier ciclista aunque tenga la cabeza de hormigón como Roglic.

El eterno debate

El Movistar,  se quiera o no, siempre provoca debate; entre otras cosas porque normalmente están en el combate, aquí o en el Tour, y en el ciclismo, como en el fútbol y como en todos los deportes, aunque suene a frase hecha, unas veces se gana y otras se pierde y muchas veces no se logra el objetivo; en la Covatilla, la cuarta plaza de Mas que al final salvó Martin.

Y porque a Roglic realmente le importaba poco ver quién lo acompañaba este domingo en el podio de Madrid y, por supuesto, las posiciones siguentes entre las plazas de honor de la Vuelta. Él fue a lo suyo y lo suyo en la Covatilla era dejar la Vuelta sentenciada bajo la confianza de un equipo que lo protegió todo el día como siempre hicieron durante el Tour hasta que la pelea por la victoria estuvo en el tú a tú ante Pogacar y en la ya histórica contrarreloj de la Planche des Belles Filles.

Roglic, en la Covatilla, como durante toda la Vuelta, supo jugar sus cartas y se aprovechó del trabajo genial de un equipo, tan potente como el que llevó al Tour, a pesar de dejar afortunadamente un poco más de libertad y respiro a una carrera intensa desde el primer día.

Victoria de Gaudu

Camino de la Covatilla, el Jumbo dejó partir a una escapada con una treintena de corredores porque la lucha de Roglic no era la victoria del día y porque hasta le venía bien, sabiendo que Carapaz o Hugh Carthy, que también lo intentó, lo atacarían de forma frenética en la fase final de una etapa que ganó fugado el corredor francés David Gaudu, el mismo que venció la semana pasada en la cima de la Farrapona, el ciclista amante de ganar solo en cumbres con nombre femenino.

Con fugados delante, con una escapada que captaría las bonificaciones, Roglic se quitaba un peso de encima porque sabía que con la poca diferencia de segundos que Carapaz le llevaba -solo 45- el corredor ecuatoriano, prácticamente sin equipo, no intentaría ni loco un ataque lejano y se jugaría la suerte de la carrera en la parte final de la ascensión a la Covatilla, como así fue.

El 'desierto' de Madrid

Y porque Roglic sabe que él no es un escalador nato como Carapaz, ni tiene las piernas explosivas de Carthy. Él es un ciclista más estilo diésel y que solo demarra en los últimos metros de la subida, como hizo este sábado después de recuperar oxígeno con mayor o menor polémica tras la llegada de Soler, para solventar solito la papeleta que Carapaz le había puesto tras su ataque final. Por eso, al cruzar la meta hizo un gesto de rabia, de satisfacción, porque sabía que solo le queda un paseo triunfal, seguramente sin aplausos, para coronarse como campeón de la Vuelta en el 'desierto' de Madrid.

Todas las clasificaciones en la página oficial de la Vuelta.