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Ponga un Froome en su vida

El ciclista británico, cuatro veces ganador del Tour y a más de una hora de su compañero Carapaz, sigue en la Vuelta reconvertido en gregario

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Sergi López-Egea

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Es el mismo corredor de siempre. Jamás ha sido un deportista esquivo con la prensa, aunque ahora, a 1.20 horas de su compañero Richard Carapaz e instalado en la 112ª plaza de la general, hasta resulte complicado pararlo y hablar con él en la restringida zona mixta de la Vuelta, por culpa de las rigurosas medidas sanitarias debido a la pandemia. Sí, es Chris Froome el personaje, otrora el dominador del ciclismo mundial, el que ganaba cuatro Tours, un Giro y dos Vueltas, aunque por una de ellas, la del 2011, tuvo que esperar unos cuantos años tras la descalificación de Juanjo Cobo.

Froome se le ve en esta Vuelta cumpliendo un papel muy diferente al que nos tenía acostumbrados. Posiblemente no está ni preparado para luchar por una victoria de etapa. El martes, en la reanudación de la carrera tras la jornada de descanso, resultó muy curiosa la imagen que se vio durante varios kilómetros de la etapa. Por delante, Alejandro Valverde participaba de una fuga que ponía en jaque al pelotón. Por detrás, era Froome el que vestido con el traje de gregario daba impulso al grupo de favoritos para que la fuga del corredor murciano no cogiera un tiempo sobresaliente que hasta podía recompensarlo con el jersey rojo de líder.

Otra burbuja

El director deportivo de uno de los conjuntos punteros de la Vuelta comentaba este miércoles en Logroño, que ellos viven no solo la burbuja sanitaria impuesta por la carrera (prácticamente vidas de monje, comer, descansar y competir) sino otro especie de aislamiento sin querer saber nada del mundo exterior para no ponerse de mala leche. "Hay que vivir el día a día", porque todo resulta tan incierto como ver a Froome ejerciendo un trabajo ciclista que antiguamente se denominada de 'doméstico'.

Froome no ha vuelto a ser el mismo desde que se accidentó mientras entrenaba la contrarreloj del Critérium del Dauphiné en junio del 2019. El accidente, que le obligó a pasar semanas en el hospital, a varias intervenciones quirúrgicas y a una rehabilitación que se amplió hasta inicios de este año, ha marcado un antes y un después en su vida deportiva. De hecho, casi ha sido un milagro que vuelva a competir y que pueda, alejado totalmente de la pelea por la general, tirar y tirar kilómetros del pelotón y hasta que pelee por no quedarse cortado en la primera etapa cuando, seguramente, todavía tenía alguna esperanza de verse más competitivo en la Vuelta.

Un futuro en el equipo de Israel

No es de los que se rinden ni tampoco de los que abandonan, como ha hecho este miércoles Tom Dumoulin, pero se le aprecia cierta cojera y muchas dudas de que el año próximo, aparte del impacto mediático que sigue acompañando a su figura, sea el gran líder que el conjunto de Israel necesita para pelear por las victorias y por las generales de las grandes rondas como está haciendo ahora Dan Martin, al frente de una escuadra que espera al británico en el 2021 con los brazos abiertos.

Tener y ver a Froome competir, aunque sea, utilizando una vieja expresión ciclista, de "gregario de lujo", sigue siendo algo extraordinario porque cada pedalada suya sirve para recordar viejas peleas deportivas con Alberto Contador en la Vuelta, con Nairo Quintana en el Tour y precisamente con Dumoulin en el Giro. Aquí está en otra onda, pero sigue siendo Froome, ayer, ahora y siempre.

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