el tourmalet
La gran etapa de Formigal de la Vuelta 2016
Contador atacó de salida, Quintana respondió y Froome se cortó y dijo adiós a la victoria final
Sergi López-Egea
Periodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. Ha seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
Sergi López-Egea
Formigal tiene desde el año 2016 un lugar destacado en la historia del ciclismo, y más concretamente en la de la Vuelta. Si se rebuscan etapas históricas en los últimos años de la ronda española enseguida se encuentran dos y ambas con un mismo protagonista, Alberto Contador. Concretamente las citas de Fuente Dé, del 2012, donde el corredor madrileño tumbó las aspiraciones de Purito Rodríguez de llegar líder a Madrid, y la de Formingal, del 2016, cuando atacó de salida, dejó cortado a Chris Froome y Nairo Quintana, atento y a su rueda, empezó a dejar la carrera sentenciada a falta de una semana de competición.
Alberto Contador se retiró del ciclismo un año después de la gran etapa de Sabiñánigo. Y lo hizo al día siguiente, ya en Madrid, de ganar la etapa del Angliru y en solitario. Fue la última vez que disparó su imaginario revólver, que le valió el apodo de 'El Pistolero', un Contador que se convirtió en el segundo ciclista español más grande de la historia, por detrás de Miguel Induráin, al conseguir la victoria en dos Tours, dos Giros y dos Vueltas, que pudieron ser tres Tours y tres Giros de no haberse cruzado un solomillo durante una jornada de descanso del Tour del 2010.
Un carácter agresivo en competición
Pero siempre tuvo Contador un carácter agresivo, capaz de pelear por una victoria hasta sabiendo que la tenía imposible, como cuando se escapó de salida en la gran etapa de Alpe d'Huez para tratar de poner el Tour del 2011 patas arribas en lo que parecía a dos días de París un duelo exclusivo entre Cadel Evans, finalmente vencedor, y Andy Schleck. Y, en la Vuelta, aparte de ser capaz de retar a Purito en las montañas de Cantabria cuando el catalán ya parecía tener la ronda española del 2012 en el bolsillo, con un ataque sorpresa, con un demarraje a distancia, en el lugar donde se ejecutan a los rivales, Contador siempre fue un corredor que dio espectáculo, aún sabiendo que, por una razón u otra, no iba a lograr el triunfo.
Lo supo, por ejemplo, en el 2017, en su última Vuelta. En la tercera etapa se llegaba a Andorra, con un encuentro en los Pirineos, que tampoco parecía gran cosa. Pero ese día Contador no anduvo fino, se descolgó del grupo principal, llegó rezagado a la capital andorrana y dijo anticipadamente adiós a la victoria fina. Pero jamás renunció a lo que fuera, a intentar resituarse en la general, a ponerlo todo patas arriba en dóciles montañas valencianas o a intentar a la desesperada una victoria que finalmente consiguió en el Angliru.
El 4 de septiembre del 2016
Un año antes, tampoco le iban las cosas demasiado bien en una Vuelta que el 4 de septiembre del 2016 partió de Sabiñánigo para acabar en Formigal, a través de118 kilómetros, 28 menos de los preparados este domingo en el regreso de la carrera a la estación de esquí aragonesa, tras la suspensión de la etapa del Tourmalet.
Y a los tres kilómetros, casi sin tiempo de bajar la bandera que daba la señal de salida, Contador atacó, Quintana, atento, lo siguió, pero Froome todavía no había despertado y le pilló el corte. A lo largo de más de un centenar de kilómetros se produjo una persecución apasionante. Por delante, los Movistar de Quintana colaboraron con Contador, mientras por detrás un Sky desarmado lo único que fue capaz de conseguir es que Froome no llegara a Formigal cediendo un tiempo de escándalo. Perdió 3,37 minutos, que hasta parecieron pocos, pero suficiente para que el británico dijera adiós a una victoria en Madrid que consiguió al año siguiente.
Por si fuera poco, hasta 91 corredores entraron en Formigal con el control cerrado, lo que suponía su eliminación de la carrera, pero fueron repescados porque de lo contrario solo una cuarentena de ciclistas habría seguido en competición y la Vuelta, ni ninguna otra carrera, se lo podía permitir. Por esta razón, Formigal entró en la historia de la Vuelta y el ciclismo en el 2016.
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