el Tourmalet

Demasiado, demasiado y demasiado relajados

Este periodista ha percibido que los equipos han bajado la guardia durante el Giro, a diferencia del Tour, y luego pasa lo que pasa

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Sergi López-Egea

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Ha pasado. Y siento decir que llevo días adviertiendo que he visto, y he percatado, una relajación por parte de los equipos que no había notado durante el Tour. La burbuja del Giro, sino se ha roto, ojalá sea así, tiene en estos momentos una fuga de aire que hay que tapar de inmediato, puesto que de lo contrario peligra que el pelotón pueda llegar a Milán. Y esto no solo sería dramático para la ronda italiana sino para la Vuelta que comienza el próximo martes en Irún. Demasiado cerca, increíble que coincidan, y con el covid avanzando de forma peligrosa, al menos, aquí, en Italia (no voy a ser yo quien comente los datos españoles y menos en este blog).

Ha pasado lo que se estaba temiendo. Si en el Tour no hubo ni un solo contagio de corredores, aquí en el Giro, ya llevamos tres con un pelotón que esta corriendo sobre la lava que hace una semana se acumulaba en el Etna a ambos lados de la carretera. Pero, con una diferencia. Allí, la lava estaba apagada y ahora está ardiendo y en modo virus.

La misma consigna del Tour

Si en Niza, de donde partió el Tour, el lema era llegar a París y rodar por los Campos Elíseos, aquí, ahora, lo importante es poder realizar la contrarreloj final por las calles de Milán y celebrar la victoria del que sea, da igual, ante el Duomo de la capital lombarda. Y dentro de una semana la consigna será la misma, que alguien recoja el jersey rojo definitivo el último día, en la última etapa, sea en Madrid o en el lugar que lo sustituya, en el caso de que, para entonces, la capital española siga en estado de alarma.

Pero, lamento decirlo, los equipos han bajado la guardia. Tal vez no todos ,y tal vez incluso no sean los que están contagiados y han abandonado el Giro, pero han bajado la guardia. Llegaron a Italia pensando que aquí el puñetero virus estaba controlado con unos datos muy por debajo, por ejemplo, de los que había en España y Francia. ¿Y qué se han encontrado? Pues que en unos pocos días las cifras italianas se han disparado. Los auxiliares van a los supermercados, ponen gasolina, toman un capuchino en las áreas de servicio. Y lo peor, que humanamente es comprensible, se comunican y hablan con miembros de otros equipos y se relacionan entre sí, lo que, desgraciadamente, no está permitido.

Son humanos

Es humanamente comprensible porque todos se conocen y muchos han trabajado juntos anteriormente en un mismo equipos. Y, al igual que los corredores, algunos llevan semanas sin ver a sus familias. Los que han repetido del Tour, además, llegaban aquí después de estar casi presos, sin poder moverse, con la mascarilla subida todo el día. En el Tour, como mucho, se relajaban en los buses de los equipos tomando una copa y escuchando música, pero siempre entre los integrantes de un mismo equipo convertido en una familia. Aquí, ¿ha pasado igual? Posiblemente es mejor dejar la pregunta sin respuesta y cruzar los dedos para que no aparezcan más positivos, por el bien del Giro y también de la Vuelta.

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