el Tourmalet

Llegó el invierno al Giro... y el helicóptero

Hubo un tiempo en el que todas las clasificaciones generales había que retocarlas meses después, como ocurrió en la ronda italiana que Armstrong corrió en el 2009

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Sergi López-Egea

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El Giro, el Tour y la Vuelta evitan ir por carreteras nacionales. Buscan siempre rutas comarcales, secundarias para no provocar un caos mayor al que siempre producen cuando llegan a un territorio determinado. Siempre recordaré la anécdota que leí la primera vez que acudí al Tour, por allá 1991. Un señor salió a comprar el pan y se entretuvo un poco hablando con los vecinos. Cuando quiso regresar a su casa se encontró la calle cortada y tuvo que esperar paciente y durante horas la llegada del pelotón.

Las carreteras estatales italianas son rutas de tránsito denso en la zona de Reggio di Calabria. Sí, se me olvida que ya hemos abandonado la isla de Sicilia: un transbordador, en apenas 20 minutos, deja a coche y pasajero en tierra peninsular firme tras cruzar el estrecho de Messina, tan estrecho que hasta un ágil nadador lo podría cruzar sin grandes problemas. Y al llegar a la península, el ciclista, los acompañantes, todos, todos se han encontrado con el fin del verano: lluvía, frío y apenas 10 grados de temperatura en la meta de la quinta etapa, en la pequeña localidad de Camigliatello Silano, un enclave de montaña con una minúscula estación de esquí, situado en el Parque Nacional de la Sila, por cuyas cimas transitan este miércoles los ciclistas del Giro.

La ropa invernal

Es uno de esos días que no invita a pedalear, en el que ha sido necesario sacar del maletero la ropa invernal después de un inicio de Giro bajo los efectos de un viento que salía de un secador de pelo y con temperaturas que alcanzaron los 40 grados el sábado pasado. Es el contraste del ciclismo, la fortaleza del corredor, que no solo debe desafiar a sus rivales sino a las inclemencias del tiempo. Así es la dura vida del ciclista profesional.

Por las carreteras nacionales se circula algunos tramos para acortar el trazado de la carrera en lo que se denomina ruta alternativa y, sobre todo, para llegar a meta antes que el pelotón. Recuerdo una vez que Lance Armstrong organizó una pequeña conferencia de prensa en su casa-museo de Girona. Fue un día de cordial conversación, tanta, tanta que al final el ciclista tejano mostró y comentó las obras de arte que colgaban de la pared de su casa. Todo era sumamente cordial, pero había dos precauciones que siempre consideraba Armstrong: una disponer de un traductor y otra grabar todo lo que se le preguntaba y él contestaba para evitar malentendidos posteriores.

Un hombre de negro

Él entrenaba de negro, al contrario del resto de profesionales, antes y después que siempre lo hacen con la ropa que le entrega el equipo y con la publicidad del patrocinador que le paga. Armstrong era una excepción, en esto y en todo. Pero, al igual que el Giro, el Tour y la Vuelta evitan las rutas nacionales, él tampoco quería entrenar por la Nacional II, que denominaba, confusión con los números romanos, como la 'N pi', porque había mucho coche y era peligroso. Y no le faltaba razón.

Armstrong pudo ser tantas y tantas cosas y hasta una referencia para generaciones futuras del ciclismo. Pero acabó como acabó con todo su palmarés anulado. Solo corrió una vez el Giro, en el 2009, en el año de su retorno cuando se apuntó al equipo de Alberto Contador, en lo que fue un divorcio profesional en toda regla desde el primer día en el que ambos coincidieron en la concentración invernal de Tenerife.

La general tachada

Armstrong está tachado también de aquella ronda italiana que terminó en la 11ª plaza. Pero sería también injusto señalar al tejano como el único culpable en los años más convulsos de este deporte. La clasificación general del Giro 2009 está plagada de nombres tachados, ciclistas señalados, ciclistas aliados al dopaje. Armstrong, por ejemplo, no dio positivo en esa carrera y él siempre ha mantenido que cuando regresó a la competición lo hizo cumpliendo las reglas. En la general del Giro del 2009, ganado por el ruso Denis Menchov, están borrados los nombres del segundo y el tercero de la general, Danilo di Luca y Franco Pelizotti, así como el de Tadej Valjavec, un esloveno que vio sus resultados anulados cuando su país, a diferencia de ahora, no era una potencia en este deporte.

Gracias a los corredores sancionados y borrados del Giro, Carlos Sastre, vencedor del Tour del 2008, figura como segundo clasificado de la carrera. Años negros que golpearon al ciclismo, como lo hizo el martes el helicóptero televisivo del Giro, que se acercó demasiado a tierra e hizo volar por los aires a dos corredores del modesto equipo del Vini Zabù. Uno de ellos, Luca Wackermann, terminó en el hospital con diversos cortes y hasta fracturas en la cara. La Unión Ciclista Internacional (UCI), la misma que sanciona el uniforme del EF porque no había sido informada del cambio en la contrarreloj inicial, debía ser más firme y proteger mejor a los corredores en este tipo de situaciones en vez de castigar un cambio de uniforme por horroroso que sea.

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