JORNADA DE TREGUA

Euskadi y la Vuelta se rinden a Iturria

El ciclista guipuzcoano triunfa en Urdax en el día de tregua de las figuras tras la contrarreloj de Pau y ante la dureza prevista en Bilbao y Los Machucos

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Sergi López-Egea

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Mikel Iturria corría por las tierras de Iparralde empujado por todos los colores del verde bajo un cielo de plomo que el sol quería romper. Eran tierras de viejas brujas, de las que quemaba la cruél Inquisición cuando cualquier ofensa se pagaba con el fuego. Corría Iturria empujado por decenas de voces que chillaban su nombre, porque cuando la Vuelta se acerca a las tierras del Norte llegan los aficionados con sus ikurriñas y con su cariño hacia el ciclismo. Era Urdax, la Navarra de Miguel Induráin, la que asomaba sin que cuente la frontera junto al País Vasco francés, la que todavía recogía las pintadas en la carretera de aquella contrarreloj del Tour del 2018 que llegó a Espelette, donde los habitantes secan los pimientos al sol que buscaba Raimon en su canción.

"¡Hazte el muerto!", le gritaba desde el coche del Euskadi-Murias Jon Odriozola, el mánager del equipo, el que querría tener un don de brujo para encontrar el capital que necesita para que el conjunto vasco siga siendo un activo del pelotón en el año que viene. "Si los chicos se quieren ir, yo no los puedo retener". Sus joyas crecen sin grandes nóminas y se le pueden ir a la mínima oferta de los grandes del pelotón. En el ciclismo, como en el fútbol, el pez grande se come al pequeño. Ley de vida.

Iturria se sentía feliz porque haciéndose el muerto, colándose en la fuga bendecida por un pelotón que llegó a Urdax 18 minutos más tarde, podía atacar al resto de integrantes de la escapada. Demarró desde la última posición para sentirse tan vivo que sufría pensando que en cualquier momento lo podían pillar. "En el último repecho antes de meta los vi tan cerca y creí que me pillaban".

Primer triunfo profesional

Nunca había ganado nada como profesional. Vive a 64 kilómetros de Urdax, en Urnieta (Guipúzcoa), así que unos días antes de empezar la Vuelta se preguntó por qué no coger la bici e ir a conocer el final de la 11ª etapa de la Vuelta. Solo por si acaso. Solo por si se producía la fuga. Solo por si tenía las fuerzas necesarias de colarse entre los aventureros, porque todos sabían desde semanas antes del inicio de la carrera que después de la contrarreloj de Pau y antes de la dureza prevista en Bilbao y Los Machucos, las figuras se tomarían el día relajados.

Era una jornada para los obreros del pelotón y para que sonase el nombre de Iturria. Quería recompensar a la afición vasca y comprobar lo efectivo que había resultado el viaje en bici que hizo para conocer Urdax, sus carreteras y sus praderas. "Solo vine a disfrutar de la bici". Y regresó para sufrir y resistir a sus perseguidores en un kilómetro final que se le convertía en una agonía; unos pocos metros, apenas asfalto entre él y sus perseguidores. A falta de 10 metros se giró. Entonces vio que no venía nadie y levantó los brazos sin arte, porque él no está a costumbrado a exhibirlos con garra como hace Valverde o imitando el disparo de una pistola como hacía Contador. "Soñé tantas veces con esto que todavía no me lo creo", repetía minutos después de lograr la cuarta cuarta española en esta Vuelta que ahora domina Roglic

Todas las clasificaciones en la página oficial de la Vuelta.