la ronda francesa

El calor masacra al Tour

La prueba sufre el tormento de la canícula francesa con temperaturas cercanas a los 40 grados en una jornada de transición que gana Caleb Ewan al esprint

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Sergi López-Egea

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¡Uf, qué calor! Francia sudaba este martes bajo los efectos de la canícula y el Ministerio de Sanidad lanzaba consejos contrapuestos a lo que millones de espectadores estaban viendo por televisión, el Tour, a más de 40 kilómetros por hora, con ciclistas que circulaban con hielo en la espalda y en el cuello y tirándose una y otra vez agua sobre la cabeza. No salgan de casa, beban mucha agua y no practiquen deporte pedían las autoridades del país. ¡Y el Tour dando una vuelta de 170 kilómetros alrededor de Nîmes con el termómetro cercano a los 40 grados!

De buena mañana, en los hoteles, los equipos se preparaban como si fueran a atravesar el desierto del Sáhara. Algunos masajistas habían comprado la tarde anterior, jornada de descanso, medias en comercios de lencería. Y no porque fuesen a preparar alguna fantasía sexual. La media se llena de hielo, desde el encaje del pie hasta la apertura del muslo, donde se hace un nudo resistente. El corredor se coloca la media helada sobre la espalda y el hielo se disuelve poco a poco sobre su piel, como si estuviera en una copa de ginebra y tónica.

Valgan las palabras de Mikel Landa, pronunciadas en la meta de Nîmes, sudando tinta, como el resto del pelotón. "Ha hecho mucho calor. Pasará factura en los Alpes". En los Alpes, a partir del jueves, se anuncian temperaturas de tormento y hasta parece complicado que vaya a refrescar sobre los 2.000 metros de altitud. A los Alpes no llegará uno de los favoritos, el danés Jakob Fuglsang, que abandonó con magulladuras por todo el cuerpo tras una caída. Y por poco, también, Geraint Thomas, quien se llevó un trompazo de aúpa al empotrarse contra un bordillo. "Creo que me he bebido como 15 bidones", añadía Landa. El desgaste fue para sus gregarios, similar trabajo en todas partes, que tuvieron que hacer esfuerzo extra de tantas y tantas veces bajando al coche auxiliar a por bidones, a por hielo y a por las famosas medias heladas.

Hubo en la carretera menos público que otras veces, porque se necesitaba más moral que el Alcoyano, para aguantar bajo el sol ese promedio de seis horas que se pasa cada espectador para ver pasar durante unos pocos segundos a un pelotón lanzado y tratar de identificar entre más de cien corredores a Julian Alaphilippe, distinguido con el jersey amarillo, o a Thibaut Pinot, más camuflado con su uniforme del Groupama.

Unos y otros dejaron partir a la fuga habitual de todos los días que pedeció a tres kilómetros de meta aniquilada por un pelotón que trabajaba como si fuera un gobierno en perfecta coalición hasta que llegó el esprint y se rompió el pacto para que el australiano Caleb Ewan saliera elegido como el más rápido del caluroso día.

Todas las clasificaciones en la página oficial del Tour.