EL VIEJO CAMPEÓN

La historia de Bruno Giannelli, el último gregario de Gino Bartali

Este anciano de 90 años acompañó al gran mito ciclista en los entrenamientos y le cuidó la bici sin saber que en su interior escondía pasaportes falsos que salvaron a cientos de judíos

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France Presse / Florencia

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A los 93 años, Bruno Giannelli se levanta todos los días pensando en su salida en bicicleta durante unos 15 kilómetros por los alrededores de Florencia. Por la misma carretera conoció hace 70 años al gran Gino Bartali para convertirse durante casi cuatro años en su principal ayudante y ser conocido como 'El Gregario'. 

"Fue en 1950. Yo tenía 25 años. Era un corredor aficionado y conocí a Bartali, quien me invitó a compartir una sesión de entrenamiento. Nos fuimos de Florencia a Siena. Recuerdo que hacía un calor terrible. Era una tarde de verano. Y pasé la prueba", cuenta este anciano a France Presse, en un encuentro que tuvo lugar este lunes, durante la jornada de descanso del Giro de Italia, que se ha reanudado este martes con la etapa más larga de esta edición, entre Penne y Gualdo Tadino, de 244 kilómetros. 

Giannelli es el último corredor vivo que tuvo el honor de compartir equipo con Bartali (1914-2000), ganador, entre otras carreras de dos Tours y tres Giros. "Durante ese entrenamiento él me hizo una oferta y la acepté". Así, de repente, se convirtió en un corredor profesional. Junto a Bartali afrontó la Milán-San Remo, Lieja-Bastoña-Lieja, la París-Niza y tres Giros, que terminó.

Este año el Giro comenzó con Israel, lo que sirvió para recordar de una manera especial a Bartali y su labor humanitaria durante la Segunda Guerra Mundial salvando decenas y decenas de vidas de judíos italianos al transportar documentos falsos escondidos en el interior de los tubos de su bicicleta, mientras entrenaba, con los que consiguió burlar los controles de las autoridades alemanas. Bartali obtuvo a título póstumo el título de 'Just Among the Nations'. Hace unos días, justo antes de que se iniciara la ronda italiana en Jerusalén, se le concedió de forma honorífica la ciudadanía israelí por su acción durante la contienda mundial. 

La etapa del miércoles

Precisamente, la ciudad de Umbria, donde finaliza este miércoles la 11ª etapa del Giro, era el destino en el que Bartali entregaba a un grupo de monjesBartali , entre 1943 y 1945, los documentos de identidad y pasaportes falsos que fueron el salvoconducto para cientos de ciudadanos judíos.

De esta historia, como todos los que conocieron a Bartali, nada supo Giannelli, a pesar de acompañarlo muchas veces en los entrenamientos. Incluso, Giannelli era quien le cuidaba la bici a Bartali cuando este se detenía por cualquier motivo. Él desconocía los secretos que se escondían en el interior de los tubos. "Nada, nada, nada, nunca hubo una palabra en nuestras conversaciones", asegura. "Bartali era muy religioso y antes de cada carrera visitaba una iglesia. De su fe siempre hablaba, pero de política y de la guerra, nunca decía nada".

Fontanero, de oficio

Tras cuatro temporadas al servicio de BartaliGiannelli colgó la bicicleta de forma profesional y reanudó su vida como fontanero, trabajando para los museos más bellos de Florencia, pero también para Bartali. "A menudo me llamaba y me daba trabajo. Le hacía reparaciones en sus diferentes propiedades. Tuve una relación continua con él hasta que murió", cuenta.

En el pequeño museo situado en Ponte a Ema, en las afueras de Florencia, Giannelli y los guardianes de la memoria de Bartali miran una vieja cinta de vídeo con un discurso del excampeón ciclista que pronunció en la fiesta de su 80 cumpleaños. "¿Por qué hablar sobre cosas que no son interesantes? ¿Por qué hablar de judíos, fascistas, comunistas, socialistas, ingleses (refiriéndose a los 49 soldados que también ayudó a salvar)? Vale la pena contar todo eso. Son cosas que tienen y que deben permanecer ocultas", dice Bartali en este tembloroso vídeo.

Para GiannelliBartali era simplemente "un hombre de fe, un hombre bueno y con principios". Y en la bicicleta "era otro motor, un 500cc, cuando el resto éramos de 250cc". La conversación se acaba hablando del Giro de este año, de los favoritos y de la pasión de este anciano por este deporte. "Anhelo que lleguen las 2 de la tarde para ver el Giro. Hasta las 6 son siempre las mejores cuatro horas para mí".